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Los placeres a los que no les podemos decir que no

BBC, 2/9/2013

La cocina integral basada en la alimentación sana y "limpia" domina la escena de los gurús de la cocina actual. ¿Pasaron a la historia los placeres pecaminosos?

Foto: BBC Mundo. - Foto:

Parece que no. A pesar de la moda de comer sano, hay algunos alimentos y bebidas que nos atraen irremediablemente. Nuestra afición por alimentos que nos hacen sentir un poco mal después de comerlos, ya sea porque están llenos de grasa, azúcar, son muy procesados o contienen aditivos y conservantes, sin duda no muestra signos de disminuir.

Y no ayuda que esas delicias estén a la vuelta de cada esquina. Son tan globales y accesibles que es difícil resistir la tentación. Y todos tenemos un punto ciego.

Las propiedades adictivas del azúcar, la grasa y la comida procesada han sido ampliamente comprobadas. Y aunque sabemos que hacen mal, los seguimos consumiendo. Pero al placer le sigue la culpa.

La culpa es proporcional a la porción
Las mujeres que hacen dieta experimentan mucha más culpa al comer que las mujeres que no la hacen, según un estudio reciente publicado en la revista Psicología y Salud.

Investigadores de la Universidad de Utrecht, Holanda, encontraron que el privarse de comer no está asociado con la ingesta de alimentos, sino con un aumento de los niveles de culpa después de comer.

Mucha gente ama el chocolate y se sienten bien después de comerlo. Un estudio del Departamento de Psicología Experimental de la Universidad de Bristol evaluó cómo se sentían las personas después de comer cantidades de 40 g y de 80 g. Los hombres son más felices después de comer la cantidad más grande, mientras que las mujeres reportaron más culpa y arrepentimiento con la misma porción.

El estudio concluyó que la culpa puede ser reducida si se administran porciones más pequeñas.

Hambre emocional
Sin embargo, comer menos de algo que nos hace mal puede ser todo un reto cuando hay "estímulos potentes en todas partes", le dice a la BBC la doctora Charlotte Hardman, profesora del Departamento de Ciencias Psicológicas de la Universidad de Liverpool.

"Los estímulos para comer aparecen en televisión, en anuncios, en vitrinas (...) desarrollamos relaciones entre los estímulos y la comida, así como asociaciones, muy, muy rápido", explica.
"Las asociaciones se remontan a la niñez, por ejemplo, cuando se les dan helados o dulces dados a un niño cuando se caen o lastiman y los hacen sentir mejor"

Así, algunos alimentos se convierten en consuelo y calman el hambre emocional. "Un placer culpable tiene que ver con una asociación y con la forma en que una persona se siente al comer algo", explica la experta.

La ansiedad y el sucumbir a los antojos pueden provocar sentimientos de arrepentimiento.
"La gente piensa de forma paradójica y eso termina por aumentar la ansiedad", dice Hardman.

Según la doctora, basta decidir "no voy a comer chocolate" para terminar comiéndose el chocolate que le envió un estímulo desde el escaparate. Esta es la razón por la cual las personas desarrollan placeres culpables con la comida: ellos mismos deciden que no, pero luego dicen que sí y se sienten culpables tras haberse dado el gusto.

La clave es no privarse
Hay platos que asociamos con sentirnos bien aunque más tarde nos hagan sentir mal. Lo único que logra la restricción de los alimentos que más nos gustan es que los deseemos más, dicen los expertos. Pero ahora surge una nueva escuela de cocina.

La chef Natasha Corrett, coautora del libro "Honestamente saludable... coma con su cuerpo en mente", promueve recetas indulgentes pero "alcalinas" como pizzas libres de trigo y un risotto de remolacha con arroz rojo.

"Una dieta alcalina tiene en cuenta cómo reacciona la comida en el cuerpo y la forma en que se digiere: hay cosas que pueden parecer extremadamente alcalinos en la escala de pH, pero cuando se digieren pueden ser extremadamente ácidos", dice.

"Los alimentos procesados, como el trigo, el azúcar y el alcohol son cosas sobre las que nos abalanzamos, así que estamos tratando de equilibrar el azúcar en la sangre".

"Mi comida debe ser considerada como un antojo ya que contiene altos niveles de azúcares naturales, pero no perjudica al cuerpo como sí se hace con los azúcares refinados".


Corrett no descarta ni el chocolate. "Como chocolate crudo. Muchos cambios pequeños hacen que uno forje un nuevo estilo de vida, no que esté haciendo dieta. Así, no se tienen antojos pues uno nunca se priva de nada".

Buscar alternativas
Para el chef Jordan Bourke, quien escribió  "Gourmet sin culpa" con su hermana Jessica, dice que "aplica ese viejo refrán de que todo en moderación es bueno ".

En conversación con la BBC, señala que con la tendencia a cocinar en casa usando productos frescos en vez de comprar comidas preparadas, las cosas pueden no sólo quedar ricas sino más sanas.

"Una de mis recetas es para una tarta de chocolate hecha con aguacate en vez de crema... ¡Fue toda una sorpresa!", comenta. La tarta quedó igual de cremosa y deliciosa, que era lo que él buscaba. Asimismo, cuando hace caramelo sustituye el azúcar refinada por morena.

Tanto Corrett como Bourke usan azúcar de palma de coco para sustituir azúcar la refinada, la harina de espelta en vez de trigo y sustitutos de lácteos.

La doctora Hardman, quien no cree que la abstención funciona, hace eco de esta tendencia: "Todo en moderación y tratar de reducir la parte dañina".