La magia de Maestros Ancestrales en Putumayo

Por Natalia Salgar/ @fortunafortunata, 10/9/2018

La experiencia de Maestros Ancestrales es una simple prueba de que existen personas que viven con lo esencial y que comparten las leyes de vida que realmente son importantes.

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La experiencia de Maestros Ancestrales es una simple prueba de que existen personas que viven con lo esencial y que comparten las leyes de vida que realmente son importantes.

El proyecto tiene cuatro años y su iniciativa busca reunir las mejores propuestas de diseño del país para realizar una colección con nuestros artesanos. Todo esto con el fin de conocer sus técnicas, hacer un proceso de co-creación, aprender sobre nuestras raíces y brindarles beneficios económicos al pagar su arte. Este año, la experiencia de Maestros, nos llevó al Putumayo.

Llegué un poco predispuesta al pensar que ellos no se iban a abrir a nosotros por nuestra ignorancia y lo ajenos que somos a su cultura, pero una vez más el universo me mostró que cuando hay empatía todo fluye. Jamás me había sentido tan honrada de pisar espacios tan sagrados (ni siquiera cuando conocí la Torre Eiffel por primera vez estaba tan emocionada). Nuestros artesanos se encargaron de darnos la bienvenida a un mundo que era totalmente ajeno a mi y que por medio de sus creencias y prácticas me hicieron recordar los orígenes que todos tenemos y que todos debemos tener siempre presente.

La energía de la Maloca (casa comunal ancestral) era tan fuerte que no podía dejar de agradecer por cada minuto vivido.

Fueron cuatro días de aprendizaje puro, en donde discutían con los diseñadores acerca de la colección que va a ser presentada en B Capital y en donde personalmente pude presenciar cómo una idea puede transformarse y ser mil veces mejor cuando dos corazones se unen por una misma pasión.

Además del intercambio masivo de risas, en donde ellos se reían hasta llorar por palabras “raras” que yo utilizaba como “chiquito” al referirme a pequeño, yo me encargue de absorber todo lo que podía sobre sus creencias, como el poder del lenguaje, las energías que se atraen al matar a un bichito por más chiquito que fuera y el poder del la sencillez al agradecer por cada instante.

Quiero contarles que los indígenas Inga-Kamëntsá no son tan diferentes a nosotros como se cree, ellos también tienen Instagram, Facebook, hacen chistes pesados, aman las novelas y hasta tienen Spotify. La posible diferencia es que escuchan música con sentido y sus intenciones se basan en el dar y vivir con lo esencial.

Para ellos el compartir absolutamente todo hace parte de la tarea, por eso no se debe rechazar nunca una comida y siempre debe ser compartida entre los que estén en la mesa. Nos dieron mazorca y recibí granitos de maíz por parte de cada una de las artesanas con las que estaba trabajando. Obviamente en ese momento morí de amor y respeto por enseñarme cosas tan bonitas en un solo acto.

Por otro lado, yo quise mostrarles un poco más acerca de la tecnología que hoy nos rodea, hicimos 923 boomerangs en donde todos se encargaban de repetir el movimiento, muriendo de la risa y en donde hasta en eso ellos se encargaron de que el movimiento que hicieran tuviera un significado, el Taita (Hombre de la comunidad respetado profundamente por los indígenas) por ejemplo, decidió regalarnos su corazón con su movimiento.

Además de la capacidad de dar de nuestros artesanos, también pude presenciar el talento absoluto que tienen al dedicarse a sus artesanías, (ojo, los artesanos son artesanos porque disfrutan de lo que hacen, pero así como usted o como yo se educan, la diferencia es que su educación es un poco más alineada a sus creencias como por ejemplo el estudio sobre la medicina natural).

Me gusta cuando las personas son transparentes y humanas porque siento la confianza para ser absolutamente yo, sin riesgos. Y para que el viaje marcara aún más mi alma, conocí a las diseñadoras (Makis Medina en compañía de Laura Naranjo de Wonder for People, Manuela Álvarez de MAZ, Carolina Sapulveda de Aldea y Lina Mattos de Atelier Crump)  y al equipo de trabajo más humano y real del mundo. Muchos decían que en la industria de la moda solo se encuentran egos que alimentar, para mi fortuna conocí a personas tan valiosas que solo necesité cuatro días para saber que tenían un propósito en mi vida y que estaban aportando masivamente con sus experiencias y pensamientos.

Como lo dije desde el primer contacto con todo el grupo de trabajo (Producción FucsiaArtesanías de Colombia y Diseñadores) no creo en las coincidencias y probablemente fue el viaje más enriquecedor que he hecho este año, porque además de que me nutrió el alma, se encargó de mostrarme una verdad que no conocía sobre mis orígenes y me permitió que hoy en día pudiera aplicar sus consejos de vida.

Solo me quedan agradecimientos infinitos por todos los que contribuyeron para que hoy yo pueda escribir esta historia y a los Inga-Kamëntsá por redirigir mi rumbo y hacerme entender que la vida se teje y se canta.

* Como apareció originalmente en el blog Fortunata sin Filtro, por Natalia Salgar, @fortunafortunata