Sicología

Amor sin cadenas

Revista FUCSIA, 21/4/2013

Los matrimonios abiertos, que les permiten a los esposos tener relaciones por fuera del hogar y que abundan entre los famosos, ¿son una alternativa fresca a las viejas convenciones o una receta para el divorcio?

El matrimonio abierto de Ashton Kutcher y Demi Moore, hoy separados, fue por años la comidilla en Hollywood. Foto: AFP - Foto:

¿Casarme significa que voy a tener que acostarme con la misma persona toda la vida? Tal es el dilema que atormenta a tantos solteros empedernidos. La mayoría se resigna a seguir el canon social y religioso que impone la monogamia, pensando para sus adentros que en el camino se equilibrarán las cargas. Otros, en cambio, se atreven a retar a la tradición y al tiempo que dan el “sí, acepto” ante el cura o el notario, acuerdan llevar un matrimonio abierto, en el cual ambos pueden tener sexo con otras personas.

El tema se ha puesto en boga debido a que este tipo de relaciones son frecuentes entre los famosos, que alabados o vilipendiados, terminan siendo hoy por hoy los que alertan a la sociedad sobre sus transformaciones. En el 2011, cuando los actores Ashton Kutcher y Demi Moore se separaron, se dijo que el drama se desencadenó por una infidelidad de él. Pero en los mentideros de Hollywood corrió la voz de que en realidad él traicionó el convenio de notificarle con anterioridad a su esposa cuando quisiera estar con otra, pues tenían un matrimonio alternativo, en el cual ella también podía tener “novios”.

Otra pareja de alto perfil que ha desechado la monogamia es la formada por la actriz Tilda Swinton y su compañero sentimental de hace más de diez años, el dramaturgo John Byrne. Como ella misma lo reveló en una entrevista, comparten en Escocia un hogar formado además por sus hijos gemelos y Sandro Kopp, el amante de ella. Por supuesto, en esa ocasión el periodista le pidió más detalles, a lo cual ella solo contestó: “Todos somos una familia y confórmese con saber que vivimos muy felices”. Angelina Jolie y Brad Pitt también parece que se conceden a veces estas licencias, lo mismo que Will Smith y su esposa Jada Pinkett.

Esta clase de relaciones suelen ser igualmente frecuentes en los ambientes intelectuales liberados y el caso más conocido es el del filósofo francés Jean-Paul Sartre y su inseparable colega Simone de Beauvoir. No obstante, varios biógrafos afirman que ella accedió para darle gusto a él, que se prodigó a sus reiteradas conquistas, mientras que ella se atrevió pocas veces.

Pero los amores de esta índole no son exclusivos de las celebridades, vienen de muchos años atrás y hoy constituyen uno de los últimos tabúes de una sociedad cada vez más liberada sexualmente
, dice Jenny Block, autora del libro Open: Love, Sex and Life in and Open Marriage. Con esta obra y a través de sus constantes entrevistas en la prensa, ella se ha convertido en la primera defensora de la poligamia en un país como Estados Unidos, cuyo puritanismo persiste como el juez implacable de la vida de alcoba de los ciudadanos.

Block habla a partir de su experiencia, pues tiene un matrimonio abierto con Christopher, su esposo desde 1997 y padre de su único hijo. “No somos criaturas monógamas”, dice, “ese es un estilo de vida que se escoge”, y agrega para darle fuerza a su creencia que en su país el cincuenta por ciento de los matrimonios fracasa. Además, critica la hipocresía de la moral de Occidente: “Vivimos en una sociedad en la que la infidelidad es aceptada, si no bienvenida, mientras que los matrimonios abiertos son cuestionados. ¿No es mejor ser honestos sobre nuestros deseos? No proclamo que esto sea posible en todas partes o que todos estemos listos para eso, sino que es algo que funciona para nosotros y otras personas”.

Establecer qué tan exitosos son los casamientos no monógamos es difícil. En un mundo en el que lo que no es medible no existe, “las estadísticas oficiales de los países no abarcan las relaciones abiertas y muchas personas que están involucradas en ellas no lo admiten en público”, le dijo a The Guardian, de Londres, el terapeuta clínico Darren Langdridge, autor junto a Meg Baker de otra obra sobre el tema, Understanding Non-Monogamies. Una luz para que la poligamia empezara a ser vista de otro modo, explica el especialista, se vio venir en los años 60 y 70, cuando irrumpieron las comunas hippies, el swinging (intercambio de parejas) y los grupos de matrimonios. Eso se disipó en los años 80 con la aparición del sida.

“De repente, dejó de ser aceptable hablar de las relaciones abiertas, a pesar de que el miedo era un mito, pues se puede tener sexo con cuantas personas se desee, siempre y cuando sea de una manera segura, con condón invariablemente”. Otra dificultad para sondear el tema es que estas parejas manejan sus acuerdos de manera diferente. Un matrimonio puede ser polígamo desde el comienzo o migrar a ello con el tiempo. Hay esposos que suelen tener relaciones meramente sexuales por fuera de sus casas, mientras que otros establecen lazos afectivos con terceros. Se dan los que exploran su bisexualidad, como es el caso de la mencionada Jenny Block, quien comparte su corazón entre su marido y una novia, Jemma, considerada como parte de su familia.

 Tales modalidades han sido detectadas por la psicóloga Lisa Diamond, de la Universidad de Utah, quien ha realizado investigaciones en este campo. Por su consultorio han pasado cónyuges para los cuales la zona franca de su unión llega hasta ir a fiestas de “puro ligue” o salir con otros de vez en cuando. La experta también explica que a sus consultantes les cautiva el hecho de que una relación abierta los libera del conflicto de estar cuidando o controlando al otro y les permite sacar tiempo para estar consigo mismos o hacer planes solitarios. No es raro que se organicen planes con los respectivos amantes e incluso se puede dar que los cuatro tengan sexo en una misma cama.

El caso, concluye Diamond, es que estos enlaces pueden durar décadas y lo deseable es llegar al convenio que mejor responda a las necesidades de cada uno. Pero por muy díscolo que parezca, este peculiar modo de amar tiene sus reglas y la doctora las resume así: primero, un matrimonio abierto funciona mejor cuando ambas partes están comprometidas con la teoría de la poligamia, es decir, creen que la monogamia es antinatural. Segundo, debe haber total confianza y apertura sobre cada conquista, de la cual se debe hablar con el cónyuge antes de proceder. Tercero, los potenciales amantes han de ser enterados de la existencia de la pareja principal. Cuarto, es recomendable un periodo de prueba antes de abrir del todo las compuertas, “por ejemplo, ir a un bar juntos haciendo de cuenta que son solteros y coquetear, pero sin irse a la cama con nadie, para ver cómo se sienten. Quinto, usar preservativo en todas las relaciones externas.

A propósito de la primera regla, los practicantes o partidarios de la poligamia se basan en los hallazgos de la evolución de la raza humana, que para ellos dejan sin piso la monogamia. En su libro Sex at Dawn: The Prehistoric Origins of Modern Sexuality, el psicólogo Christopher Ryan y su esposa, la médica Cacilda Jethá, se remontan a las sociedades nómadas, cazadoras y recolectoras de nuestros más primitivos ancestros, en las que compartir no era solo estimulado sino obligatorio. “Distribuían la carne equitativamente, amamantaban a sus bebés mutuamente, tenían poca o ninguna privacidad y dependían unos de otros para sobrevivir (…). Para ellos la propiedad personal era mínima y un hombre no estaba ligado a una mujer o un harén ni a sus hijos”.

 Todo cambió con el surgimiento de la agricultura, origen de las comunidades sedentarias en las que se hizo crucial saber los límites de la propiedad de cada individuo. Entonces, la mujer pasó de desempeñar un rol respetado y central a ser solo otra propiedad que el hombre debía atesorar y defender junto con sus demás bienes. Por primera vez en la historia la paternidad biológica fue una preocupación, pues de ella dependía que los haberes permanecieran en familia. En conclusión, “una sexualidad no posesiva y gregaria fue la norma hasta el surgimiento de la propiedad privada, hace diez mil años, solo el cinco por ciento de la existencia de la actual anatomía humana en la tierra”.