Moda

El momento de Donatella Versace

Revista FUCSIA, 2/12/2013

Tras la muerte de su hermano, Gianni Versace, le tomó un largo tiempo encontrar la senda. Después de algunas crisis, parece ser que Donatella Versace está de vuelta; prueba de ello es que incluso se ha estrenado una serie sobre su historia.

Foto: © Verónica Morales Angulo/13 - Foto:

“Podría estar en Chicago o en la luna, igualmente, hablaría cien veces al día con Gianni”. Donatella sabía que su hermano amado, el diseñador Gianni Versace, la encontraría donde fuera para hacerle sus sagradas llamadas matutinas. No podía avizorar, para la fecha en que le hizo esta confesión a una periodista de The New York Times, que Gianni se iría intempestivamente a un lugar en el que ninguna llamada lo alcanzaría. El golpe que representó para Donatella la muerte del diseñador italiano, asesinado  en 1997, solo fue posible medirlo a través de los años, que casi se convirtieron en una década, en los que la rubia peliplateada parecía no reponerse de su pérdida.

El confuso asesinato de Gianni, ese arrebato que sacudió al mundo y devastó a Donatella, la caída pública que la llevó al desenfreno de la fiesta y la cocaína, la avalancha de críticas que durante años la invalidaron como una verdadera líder de la casa Versace y, sin duda, su polémica apariencia, fue lo que llevó a los productores del canal Lifetime a interesarse en realizarle una miniserie biográfica.

Lanzada a finales de octubre por HBO, en Estados Unidos, la serie House of Versace,
basada en el libro biográfico del mismo nombre, escrito por Deborah Ball, no solo ha sido deslegitimada por la casa italiana, que dice no avalar ninguno de sus contenidos, sino atacada por la crítica norteamericana que ha dejado ver que este es un drama insulso en el que, sorpendentemente, la ropa nunca se ve bien, hay demasiadas inhalaciones de polvo blanco en cada capítulo por parte de Donatella y el tono siempre sexy y de humor paradójico que atraviesa el carácter de la marca está ausente.

Pero, si la serie no es digna de verse más que para darse cuenta de esa íntima relación que había entre los hermanos, sí sirve para poner de manifiesto algo que los periódicos y los buenos reportes numéricos de la casa venían anticipando ya desde hace un par de años: este es el verdadero momento de Donatella Versace.

Un salto al pasado
Transcurrían los años noventa y por primera vez un diseñador se atrevía a ver en las celebridades un posible público para sus diseños. Gianni Versace le apostaba a vestir a Madonna, Prince y Michael Jackson, mientras que creaba en las pasarelas todo el andamiaje para dar origen a las top models.

“Durante el mandato de Gianni Versace, su casa de modas tuvo un papel determinante en alinear esta industria más cercanamente al mundo de las celebridades y las estrellas del rock. Versace inauguró esa tendencia, ahora tan marcada, de usar el estilo y las fotografías de una celebridad del cine o del espectáculo para desarrollar el reconocimiento de una marca entre el público”, explicó a FUCSIA Satyen Patel, maestro sénior de moda de la Universidad de Kingston, quien trabajó con Gianni y Donatella en los años noventa. La casa italiana había sido además la responsable de quitarle el miedo a las mujeres de lucir sexis: “Gianni Versace fue un diseñador muy controversial porque puso el sexo en la cara de la gente. Las mujeres solían ser consideradas elegantes si usaban ropa segura y recatada, pero él volvió la provocación algo deseable y chic. Después de él las mujeres no tuvimos que temerle nunca más a nuestra sensualidad”, sentenció Donatella Versace en una reciente entrevista.

Ese panorama de grandes transformaciones, sumado a la figura peculiar de Gianni Versace, su conocida homosexualidad y sus elegantes fiestas dejaban muy poco espacio en ese entonces para que la prensa y los expertos en moda notaran en realidad el trabajo de Donatella, más allá de reconocerla dentro del mundo de la farándula italiana. Tras estudiar en Florencia, la hermana menor de los Versace ingresó a la compañía familiar sin haber cumplido los 20 años. En los primeros meses, bajo la protección y guía de Gianni, se desempeñó como relacionista pública no oficial de la marca. Con el tiempo, sin embargo, se convertiría en la más recia crítica y musa de Versace. En 1987 se casó con Paul Beck, un exmodelo y consultor de la casa, con quien tendría dos hijos: Allegra, verdadera adoración de Gianni, a quien le heredaría, tras su muerte, el 50 por ciento de la compañía, y Daniel. Luego, en 1989, Versace creó la línea de accesorios Versus y se la regaló a su hermana, a quien nombró directora creativa. Así, la gestión de Donatella en la compañía no solo había aumentado en influencia, sino que había empezado a traer buenos resultados económicos.

Ese era el panorama cuando el 15 de julio de 1997, el asesino en serie Andrew Cunanan abaleó al creador italiano en frente de su casa en Miami. “Tras la muerte de Gianni, Donatella se mantuvo fiel a su estilo e insistió en la estructura sartorial de la que sería la última colección del creador y que ella tuvo que completar. Fue un tiempo muy difícil, sobre todo cuando su capacidad como diseñadora fue puesta en duda por la prensa”, recuerda Satyen Patel, quien asegura que después de esa última colección de Gianni las cosas se le complicaron más a Donatella: “tras el éxito que tuvo esa última colección que dejó Gianni, Donatella fue nombrada directora creativa de toda la casa Versace y decidió que era hora de encauzar la marca hacia una nueva dirección bajo su nombre, pero tomó tiempo que la gente aceptara esos cambios, fueron verdaderos momentos turbulentos, mientras unos guardaespaldas la cuidaban, ella lidiaba con los ácidos comentarios de la prensa”.

Aunque Donatella tuvo que reemplazar en escasos meses a su hermano en la compañía, le tomó más de una década ganarse su lugar como directora creativa de Versace. Eso al menos es lo que sentencia la prensa por estos días, como lo hizo la periodista especializada en moda Jess Cartner-Morley quien publicó el pasado 23 de septiembre en The Guardian una columna titulada “Versace está de vuelta 14 años después de la muerte de su inspirador fundador”.

Por fin la reina
Las escenas de la fiesta han quedado atrás. Su rostro ya no es la evidencia de esas terribles resacas, y sus enormes lentes oscuros ya no ocultan la vergüenza de los escándalos desatados por el desenfreno de turno con Madonna. Su glamurosa decadencia, esa que tan bien registra la serie House of Versace, tocó fondo en 2010, cuando el cantante Elton John, amigo cercano de la familia, se apareció intempestivamente en el cumpleaños número 18 de su hija Allegra para confrontarla y obligarla a tomar un avión que la llevara a la desintoxicación. Eran ya muchos años de caída constante en los que nadie se atrevía a decirle nada. Solo un amigo de verdad la podía salvar.

Aunque se rehabilitó, Donatella nunca dejó el cigarrillo y en su taller fuma sin parar, según dicen los que han trabajado con ella. A punto de cumplir los 60, sigue luciendo brazos marcados, apretadísimos vestidos, el bronceado de su piel no le ha dado tregua ni un día a ese característico naranja de su juventud y todavía va a trabajar en tacones empinados todos los días, porque dice que es su manera de estar cómoda. Tanto en sus colecciones como en los diseños que elige para aparecer en público pareciera cumplir al pie de la letra su propia convicción de que no hay manera de ser demasiado sensual, “¡nunca, puedes ser demasiado aburrida; pero nunca demasiado sexy!”, dice con gracia, con ese acento que tanto le han imitado y que no se sabe si es resultado de la incapacidad de torcer adecuadamente sus gruesos labios.

Donatella es auténtica y valiente; después de todo, sobrevivió a la tormenta y se mantuvo inmune a sus infinitas parodias. Sus pasarelas más recientes han recibido mejores críticas que nunca. La colección para H&M, lanzada en noviembre de 2011, le devolvió el contacto con la mujer urbana, y haber vestido a Lady Gaga justo cuando el mundo se preguntaba quién sería el nuevo diseñador que engalanara a la dama del pop, hizo que todos recordaran ese poder que trae en la sangre. De regreso parecen estar esas chamarras de motociclista, esas faldas lápiz que parecen apegarse a las caderas como si fueran una segunda piel, el brillo, el dorado y los pasteles, los vestidos minigladiadores o tipo gown que están inscritos en el ADN de la marca. Versace ha vuelto, esta vez con una especie de nombre de heroína: Donatella.