Un día de vanguardia

 
Primero la pasarela de Olga Piedrahita. Como siempre mostró una propuesta diferente que le calza perfecto a las mujeres de vanguardia. Es decir, a todas aquellas que les gustan las siluetas descompuestas, los cortes asimétricos, las telas metalizadas; que viven dentro de una subcultura urbana particular, en el que la música y las nuevas tendencias le dan carácter a la forma de ver las cosas.

Un rato después la película La Milagrosa le dio vida a la colección de Carlos Valenzuela. Una pasarela pensada, talvez, no para los hombres del común que se ven día a día en las calles de nuestras ciudades. Sin querer decir esto que la colección haya dejado al publico con un mal sabor. Su confección impecable, el manejo de los materiales y las formas de sus prendas se robaron el show.

Pero como todo lo bueno tiende a mejorar, llego Trista. Un dúo de mexicanos que llenaron el escenario de feminidad y buen gusto. El movimiento de las telas y sus caídas hacían ver a las modelos como hermosas figuras sacadas de libros de cuento. Sin muchas pretensiones Trista mostró que pensar en moda no solo es hacer prendas, es plasmar lo que se ve en el mundo, la lectura, el cine, la música, entremezclado al conocimiento dedicado de la labor del diseñador. 

Al terminar Trista llegó de Argentina una estela de renacimiento. De mujeres que sin mostrar mucha piel dejaban a su alrededor un aire de sensualidad y glamour. Esta fue la pasarela de Vicky Otero que combinó el blanco con el negro para dar como resultado una muestra rica en prendas, llenas de formas y cortes. 
 
Así siguieron Lina Cantillo, con sus hermosas chaquetas para hombre; Julia y Renata, con sus vestidos de terminados extraños y Pablo Ramírez quien mostró porque es considerado el niño genio del diseño con un desfile impresionante muy cercano a las pasarelas de Galliano o McQueen.

Esto fue lo que nos mostró Latin American Fashion (LAF) un mundo de diseño lleno de conceptos, ideas y propuestas claras.