3 claves para educar a tus hijos

Fucsia.co, 5/12/2013

Una de las tareas de los padres, es asegurar que los niños sean conscientes y responsables de sus actos. Pero ¿cuál es la mejor manera de educarlos? La experta Ale Velasco expone tres puntos básicos para lograrlo.

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“Si enseñamos a nuestros hijos a distinguir, a utilizar su criterio, el cual debe formarse a partir del buen uso de la razón, estaremos dándoles las herramientas para desenvolverse en un mundo que necesita seres responsables, que se hagan cargo de sus elecciones y de sus actos”, asegura Ale Velasco, maestra en educación, especializada en lenguaje entre padres e hijos y desarrollo humano, autora del libro Mamá, papá: mejor escúchemne.

Velasco expone tres claves para que la educación de los hijos sea un proceso satisfactorio y enriquecedor, tanto para los padres como para los hijos, teniendo como base el afecto y la prevención, diversión y confrontación como pilares fundamentales.

1. Los problemas infantiles se pueden prevenir. La experta sugiere evitar situaciones que puedan generar estrés, cansancio y hambre en los niños. Por ejemplo, llevarlos a hacer el mercado después de una extensa jornada escolar o servir la cena después de las 7 p.m. son grandes errores que los padres cometen, que pueden ser causantes de berrinches.

2. El aburrimiento. Los niños necesitan mantener la mente ocupada para no hacer travesuras. Es por ello quedeben enseñarles métodos para ocupar su tiempo libre con actividades creativas, como pintar, hacer figuras en plastilina, dibujar, entre otras, que, además de desarrollar sus habilidades artísticas, les ayudarán a no tomar como excusa el aburrimiento para hacer 'maldades'. La experta sugiere inscribirlos en actividades socializadoras con otros niños, para que compartan y, de este modo, también adquieran habilidades sociales.

3.La importancia de la confrontación. “Frenando el impulso, los hijos aprenden a  reflexionar y negociar”, asegura Velasco. Según ella, un hijo que tiene claros sus límites es un niño que se siente seguro. Sin embargo, esto debe llevarse a cabo con un amor firme y orientado a enseñarles a tomar decisiones certeras y adecuadas.

Por otro lado, es necasrio que los padres, sobre todo si son primerizos, aprendan a dar libertad a sus hijos, sin caer en el libertinaje, pues es contraproducente entregarles lo que quieren y no lo que necesitan, a manos llenas, por evitar herir sus sentimientos.


El tiempo de calidad

Emplear mínimo 20 minutos diarios para compartir con cada uno de los hijos es esencial para establecer un vínculo y fortalecerlo cada vez más.

Durante este lapso es posible realizar actividades en familia, como juegos de mesa o usar recursos creativos, reforzando, al mismo tiempo, su confianza y autoestima. “Para el amor tiene que haber tiempo compartido, momentos en los cuales el niño se sienta inmensamente querido e importante para sus padres. Ojalá sea un tiempo individual sin interrupciones, en el cual todos interactúen con sus hijos, explorando su vida, sus intereses, sus fantasías y sus creencias”, asegura la psicóloga Annie de Acevedo en su libro La buena crianza.

Asimismo, la experta aconseja que este “tiempo en familia” debe ser un espacio para que los hijos conozcan detalles de la vida de los padres; es decir, que sea un momento para abrirse plenamente entre todos los miembros del núcleo familiar.

Otro aspecto vital en este tiempo de calidad es establecer una forma acertiva de comunicación, la que debe iniciar por el respeto mútuo, según afirma Velasco. “No es lo mismo escuchar a los hijos que oírlos”, dice,  pues al escucharlos los padres tienen una actitud de empatía, que los ayuda a comprender lo que el niño en realidad desea expresar, sin que se sienta juzgado o cuestionado.

La clave para lograr una educación exitosa de los hijos, sin duda, es el amor, pero un amor sano y con límites, que, además de satisfacer las necesidades propias de cada hijo, establece reglas. “De nosotros como padres depende la manera como nuestros hijos vean la realidad e imaginen su futuro”, concluye Annie de Acevedo.