Es duro ser una MILF (Mamá que me cogería)

Fucsia.co, 3/12/2014

Una pensaría que cuando tienes una cicatriz de cesárea y la foto de dos niños con la cara embarrada de chocolate en tu perfil de WhatsApp, las miradas lujuriosas y el phonesex serían cosas del pasado.

- Foto:

María de la Mora
@MariadelaM1
México


Cualquiera diría que salir en tenis a comprar una barra de pan acompañada por un triciclo, tres globos y una pañalera de Tortuga Ninja sería el turn off más grande (si es que en nuestra mente pasara por un segundo la idea de levantar a un guey en esa circunstancias).


Cuando nosotras teníamos 23, nos imaginábamos que a los casi 40 jugaríamos en otras ligas. Es más, que no habría ligas ni campeonatos que jugar y que las veinteañeras golearían en el Camp Nou, mientas nosotras esperaríamos sentadas en la banca del estadio de los Tigres de Monterrey cambiando pañales y sufriendo por nuestros calcetines con canicas.

Qué equivocadas estábamos. Tanto como las niñas hipsters con flores en la cabeza y Converse que en los festivales de música nos ven a las mamás cuarentonas condescendientemente, jamás imaginando lo que piensan de nosotras sus novios Djs.

Y es que no; inesperadamente, la cicatriz y la Tortuga Ninja son, sin siquiera planearlo, armas de seducción extrañamente más poderosos que los bikinis de triangulito de hace unos 15 años.

¿Por qué? Ustedes dirán: ¿la experiencia y la idea de que les podemos enseñar dos o cuatro cosas?, ¿la certeza de que nos gusta el sexo porque evidentemente de virginal tenemos poco?, ¿la delicia de pensar que no habrá compromiso ni aspiraciones románticas porque saben que no nos interesa hacer un absurdo potpurrí familiar?, ¿el mito-no-tan-mito de que nuestros pezones son hiper sensibles por aquello de la lactancia?, ¿la seguridad de que no la vamos a regar porque entendemos bastante de control de natalidad y saben que no les vamos a montar un cuatro?

¿Dónde radica el poder de una MILF (Mom I'd Like to Fuck), en español MQMC, Mamá Que Me Cogería?, ¿es morbo puro y duro?

Porque no crean, no es un puesto fácil y hay que cubrir muchos frentes. Una debe hacer control de daños con cierta frecuencia, como cuando mi hijo de 9 años entró en la cocina buscando saciar su sed a media noche y me encontró de rodillas, saciándole muchas otras cosas a un fotógrafo de 28 años con piercing en la nariz y tatuajes en los bíceps. Control de daños, ¿o no?

Hay que gestionar también frustraciones de hombres que tienen que salir por la puerta trasera casi a gatas con los zapatos y la camisa en la mano y los pantalones a media pierna, cuando desde la escalera se oye el aullido del bebé que perdió su chupón.

Y también borrar muchos teléfonos de la agenda, cuando a alguien, en tales circunstancias, se atreve a decir: “¿De verdad tienes que ir?, ¿no se dormirá solito?”… El precio de disfrutar la desinhibida experiencia de una MILF, a veces termina en Coitus interruptus, ¿qué te digo?, no se puede todo. Te dejo con esa reflexión mientras sigo con mis ejercicios de Kegel.