Mística
Sanar a través del silencio: una conversación con Catalina Goerke, life coach para equipos en zonas de conflicto en la ONU
Catalina Goerke es life coach y terapueta del silencio que enseña a reencontrarse desde el silencio.

Catalina Goerke es una terapeuta, life coach y maestra de meditación dedicada a desarrollar la Terapia del Silencio, un conjunto de técnicas que llevan a encontraros con nuestro propio ser desde la más sincera autenticidad.
Desde muy temprana edad, Catalina comenzó a darse cuenta que sentía que había algo más allá que la vida que llevaban sus amigos, su familia y en general, las personas que estaban a su alrededor. “Era como que yo sentía otras cosas, otra profundidad y muy joven empecé a ir a terapia buscándole un poco de sentido a esa sensación de por qué yo siento así por qué para mí la espiritualidad es tan profunda”.
En búsqueda de mi propio yo
Una de sus primeras inquietudes y tal vez la más importante, era la necesidad que tenía esta coach de responder a la pregunta ¿Quién soy? A raíz de esta duda, hacia los 17 años comenzó a asistir a terapias que le ayudarían a decidir qué era verdad y qué no.
“Un terapeuta me introdujo a la magia del silencio y me preguntó ¿Qué te parece si tu antes de venir a sesión te sientas a reconocer qué es eso que quieres? Cuando uno está tan joven, traducir lo que sientes a lo que está pasando es muy complejo”.
Como hija de una familia tradicional, siempre pensó que todo estaba ya planeado para ella. Sentía que todo en su vida tenía que pasar rápidamente y a través de un manual, por eso muy joven se casó, se graduó como arquitecta y quedó embarazada. Si embargo, ella sentía que tenía que seguir en la búsqueda introspectiva de su individualidad.
“Por fuera era una persona normal, estructurada, lo que la gente piensa que uno debe ser y por dentro iba construyendo algo distinto de mí, entonces ahí empecé a estudiar budismo, hinduismo (...) poco a poco me fui distanciando de esa persona que había construido y empezando a enamorarme cada vez más de esa otra que estaba empezando a ser”.
Camino hacia la terapia contemplativa
Catalina tuvo que salir inesperadamente de su natal Venezuela por las amenazas de secuestro que recibió su marido. Y fue así como con su pareja y su pequeño niño de apenas un año decidieron empezar de nuevo en Estados Unidos, en donde comenzó a trabajar como arquitecta, pero dedicándole más tiempo a su ser espiritual, ”Decidí que lo mío tenía algo que ver con la humanidad y mi primer viaje fue para acá, para Colombia, vine a un entrenamiento de coaching y ahí arrancó el camino. A la par que iba siendo arquitecta iba construyendo otro minimundo (...)el budismo, el hinduismo empezaron como a tener sentido”.
Tiempo después, Catalina estudió psicoterapia y es allí en donde se da cuenta que ya no necesitaba de ninguna terapia de acompañamiento, sino que a través de la meditación quería entender por sí sola qué pasaba. Entendió que lo suyo era la psicología contemplativa, motivo por el cual estudió en la Escuela de Psicología Contemplativa, en España.
Dentro de sus sueños más anhelados estaba el poder ir a la India, pero siempre lo había pospuesto. Finalmente, le dicen que las personas que hacen este tipo de estudios tienen la oportunidad de ir a la casa de estudio del Dalai Lama, en India, a servir y a estudiar, con la condición que todo es en silencio. “Me hicieron una entrevista y entonces yo dije sí y ese sí era ya, yo le dije a mi esposo si sale esto me voy”.
Para Catalina esta entrevista fue inolvidable. Recuerda que la entrevistó por Skype una monja alemana, quien le hizo muchas preguntas sobre tecnicismos budistas, pero lo que más le llamó la atención fue cuando le preguntaron por qué quería dejarlo todo. “La persona que construí no se parece a la que llevo adentro. Me acuerdo que al decir eso fue como un dolor tan sincero y es que la persona que se muestra como madre como arquitecta y la que está adentro no es la misma, (...)entonces estamos disociados de nosotros mismos”.
Catalina viajó a la India y permaneció en un retiro de silencio por varios meses. Una experiencia que describe como única y reveladora.
Coach en la ONU
De niña, siempre le llamó la atención las Asambleas Generales de la ONU, con sus micrófonos y audífonos, y de hecho, para Catalina era como un lugar fascinante y digno de la humanidad.
Ya estando en Miami se desata la crisis de emigración de Venezuela hacia Colombia, en donde se comenzaron a ver personas cruzar ríos y fronteras de la manera más marginal y dolorosa posible, con niños a cuestas. Por coincidencia en UNSCR de Canadá se levantó un llamado de recoger fondos para los refugiados en Venezuela, al cual se integró Catalina sin pensarlo dos veces.
En plena pandemia, la ONU contacta a esta coach, le dice que han oído hablar de su trabajo y le ofrecen la opción de ayudarles a conseguir fondos para una misión dirigida a las personas que están pasando de Venezuela a Colombia.
“Entonces para mí esto fue como una alineación, hicimos una práctica de silencio, un vivo. La gente donó con un código especial y con eso pudimos comprar cosas para los refugiados y eso fue tan exitoso que me preguntaron que si quería estar dentro de un pull de talento para el futuro (...) menos de un año después recibo en un mail que están buscando una persona como yo para entrenar equipos de alto desempeño, personas que trabajan con proyectos de lugares en guerra, marginadas”.
A través de la terapia contemplativa esta coach los ayuda a saber qué significa para ellos estar tan en contacto con el dolor y cómo estar enfrentados a la dificultad de estar en ambientes de tanta rudeza. “Yo trabajo con ellos con herramientas de silencio, de contemplación, para poder purgar emocionalmente (...) porque ellos finalmente están en una dualidad, ellos están con todo dispuestos para servir, pero al mismo tiempo están con todo este sufrimiento”.
In The Name of Silence
Ante la pregunta acerca de dónde nació esta idea, Catalina Goerke es muy clara:” In the Name of Silence empieza cuando yo hablo de lo que el silencio ha hecho en mí, yo pude dejar a un lado lo que eran traumas infantiles, soltar a mi terapeuta, soltar mantras y todas estas cosas y simplemente quedarme conmigo, en paz y decir aquí estoy y esto es lo que necesito. De Dios viene del silencio, todo se crea en el silencio, el silencio lo hace todo y no deja nada sin hacer. Si le quitamos todas las etiquetas a Dios queda el silencio”.