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Leal Daccarett Ellos y sus marchantas

revista Fucsia, 24/7/2008

Los diseñadores elegidos para la Pasarela FUCSIA en Colombiamoda le apuestan a la mujer que se viste para ella y que siempre quiere verse inigualable.

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 Francisco Leal y Karen Daccarett o simplemente Leal Daccarett, como ellos eligieron llamarse porque literalmente son uno solo. Primero compañeros, luego amigos, después cómplices, más tarde socios y próximamente esposos. Una llave que les ha funcionado de maravilla. Él es arquitecto y ella diseñadora de modas. Aparentemente sus vidas tenían rumbos distintos, pero Milán los unió. Ambos habían decidido hacer de la moda su forma de vida y coincidieron en el Instituto Marangoni de esa ciudad. Allí pasaron dos años entre clases teóricas y muchas prácticas. Hilos, telas, papeles, dibujos, figurines, máquinas, tijeras, reglas… entre esos elementos transcurrían sus vidas, pero la ciudad era la que les daba muchos de los elementos de lo que son hoy. Lo urbano, lo histórico y lo cosmopolita de Milán que ellos supieron vivir a plenitud, los días con todos sus colores y la noche con todos sus matices, fueron la materia prima de eso que hoy muestran en cada una de sus creaciones.

Tras el estudio vinieron las primeras experiencia laborales. Karen regresó a Colombia decidida a hacer empresa. Mientras tanto, Francisco se quedó y pasó por firmas como Mantero —una de las principales textileras italianas—, Prada y Trussardi, donde se deleitó diseñando la línea textil de la marca. Era feliz, pero sentía que Colombia, con todo y las dificultades que ofrece a un diseñador, era el siguiente destino. Aquí estaba Karen lista para unir su sueño con el de Francisco. Como ambos tienen formación empresarial, educación en diseño, talento y ganas, no tenían mucho que pensar.

En el 2006 nació Leal Daccarett. “Un laboratorio que busca crear desde su esencia latina sin seguir tendencias y así hacer moda colombiana”. Un objetivo que para muchos puede resultar utópico, pero que en los dos años que tiene la marca ya muestra resultados. Han dado en el corazón de decenas de mujeres que estaban cansadas de encontrar siempre lo mismo, y en el de otras que siempre están buscando la manera de completar sus roperos con propuestas innovadoras cargadas de detalles y buena construcción.

¿Y la marchanta?
En cualquier conversación con Francisco y Karen acerca de sus fuentes de inspiración siempre aparece la provincia, aunque su formación profesional tenga tanta carga europea. Él es bogotano y ella barranquillera, pero tienen ancestros de Medellín, la Costa Caribe y el Valle del Cauca. Una mezcla a la que le agradecen la sensibilidad que los caracteriza. Los colores, los sabores, los olores, los sonidos y las texturas que han acompañado sus existencias son la base de su proceso creativo. Tienen una convicción inamovible de que lo que Colombia da de manera natural, no se encuentra ni se aprende en ningún rincón de la Tierra por sofisticado o desarrollado que sea. Por eso, encuentran cosas que enriquecen su trabajo en cada salida bien sea a una ciudad o a uno de los pueblos que adoran recorrer cada fin de semana. De uno de esos periplos nació la idea de que la colección que presentarán en la Pasarela FUCSIA en Colombiamoda saliera de lo que pasa en las plazas de mercado. ¿Qué población por pequeña que sea no tiene una en el corazón? ¿Quién no se ha dejado tentar por la vida que allí reverbera? ¿Quién no ha ido de compras a una de ellas? Después de hacer un análisis de todo lo que allí se ve y sucede nació ‘La marchanta’. Un homenaje a esas mujeres que habitan, que van y que vienen en esos lugares bien sea como vendedoras, negociantes, surtidoras, cargueras o compradoras. En fin, esas que trabajan desde antes de que salga el Sol para que sus familias vivan mejor. Esas que van en busca de la frescura que el campo ofrece día a día. Aquellas que desde su condición particular nunca pierden su esencia de mujer y la vanidad intrínseca de su género.

La colección consta de 50 piezas que, además de las manos de Leal Daccarett, cuentan con bordados hechos uno a uno por mujeres artesanas de apartados lugares de la capital. Un complemento que dio como resultado una colección cargada de eso que Oscar de la Renta llamó algún día el sutil encanto que le imprimen las manos latinas a las prendas que tocan sin importar que sea una camiseta de algodón o un traje de la más alta costura.