Estrés
Alejemos a nuestros hijos del estrés
Aunque te estés proponiendo lo contrario, algunas veces el exceso de actividades extra académicas pueden ocasionar en los niños altos niveles de estrés que van en detrimento de la salud de los pequeños. Encuentra aquí cómo evitar este tipo de situaciones.

El estrés puede aparecer en los niños por factores dolorosos o negativos como la muerte de una persona cercana, la separación de los padres, la mudanza o el cambio de colegio. No obstante, las acciones consideradas divertidas también pueden convertirse en el origen del estrés. En nuestro afán por educar de la manera más integral a nuestros hijos tal vez estamos sobrecargándolos de actividades que tal vez no les satisfacen tanto y ello les genera estrés. Una rutina interminable de ‘hobbies’ o de clases de aprendizaje puede ser dañina para los niños.
Los niños que están atravesando por un episodio de estrés suelen presentar los siguientes síntomas:
• Irritabilidad
• Ansiedad
• Intranquilidad
• Vigilancia
• Enojo injustificado o por situaciones sin importancia
• Regresiones en algunas etapas de su desarrollo evolutivo normal, como orinarse en la cama, volver a hablar como bebé o chuparse el dedo
• Dolor de cabeza
• Problemas gastrointestinales
• Broncoespasmos repetidos
• Problemas para dormir, como pesadillas o deseo de dormir solo con los padres
• Problemas para alimentarse
Es fundamental que los padres procuren brindar a sus hijos actividades que les den placer, para lo cual deben hacer una evaluación de las actividades que actualmente realizan, observando cuidadosamente su desenvolvimiento durante las mismas y hablando con ellos al respecto, para decidir cuáles les generan diversión y cuáles no para cada hijo por separado.
De acuerdo con la psicóloga argentina Celeste Campano, experta en terapia cognitivo-conductual y en discapacidad, un buen inicio sería desterrar las frases míticas que acompañan a las actividades extracurriculares, como “lo más saludable para los chicos es el deporte”, porque es posible que ese niño no tenga aptitudes o intereses deportivos por el momento, y esa actividad le puede generar tensión.
“Muchas veces los padres proyectamos lo que no pudimos hacer cuando éramos niños en nuestros hijos, exigiéndoles que les interese tal o cuál actividad. Como si fuesen sucursales de nuestros gustos e inquietudes”, afirmó la experta para medios de comunicación, “lo importante es poder enseñar a los chicos a dar vuelta de página con la mente, ayudándolos a que encuentren lo que verdaderamente les gusta. Esta, sin duda, será la mejor manera de que crezcan y generen emociones saludables”, dijo.
Cómo reducir el estrés emocional de los hijos
Bienvenida la palabra
Conversar con los hijos de lo que les gusta y les disgusta, lejos de ser una muestra de pérdida de autoridad, fortalece los vínculos de confianza padre-hijo. Cuando se da la oportunidad al niño para que exponga su punto de vista y argumente a favor o en contra de lo que quiere hacer, no solo permite conocer más a los hijos, evitando posteriores rebeldías llegada la etapa de la adolescencia, sino que también fortalecerá la capacidad de raciocinio del niño.
No se trata de darles gusto en todo lo que pidan, facilitando así que se presente una situación de ingreso y renuncia a cuanta actividad existe, llenando la casa de pinceles, patines, raquetas de tenis, implementos de cocina, materiales para la construcción de aeromodelos, trajes de natación, uniformes de porrismo, etc., cosas que han sido utilizadas solo un par de veces y para siempre quedan en el baúl de los recuerdos. El diálogo funciona en doble vía, es decir, los padres deben inculcar a los hijos el valor de la perseverancia y la responsabilidad de las decisiones tomadas; una vez el niño haya elegido una actividad, los padres deben apoyarlo para que la lleve a feliz término.
Enseñarles a relajarse
Una vez el niño ha aprendido a reconocer sus emociones mediante un diálogo guiado, es fundamental que el niño sepa qué hacer y qué no hacer con esos sentimientos. Es preciso enseñarle que está bien estar enojado, triste o angustiado; todas esas son emociones y reacciones humanas que no es sano esconder. Pero hay que enseñarles que no hay que gritar, romper las cosas o pegar a los demás.
La doctora Campano recomienda acciones como soplar un globo, porque es una manera simple de enseñarle a inhalar y a exhalar, prepararles un baño de inmersión con espuma y sales, escuchar música clásica, escribir un diario íntimo, trabajar en una mesa con colores, bailar juntos, hacerles suaves masajes, dibujar con témpera. Todo depende de la edad del niño.
El buen ejemplo
De la manera como expresemos nuestras emociones los niños aprenderán a canalizar las suyas, si en medio de la furia arrojamos cosas al piso, gritamos, amenazamos, etc., el niño aprenderá que esa es la manera correcta de expresar la ira.