4 consejos de crianza para no volverte loca con la maternidad
Fucsia.co, 10/2/2015
Educar a un hijo no es tarea fácil, menos si tienes que conciliar su con tu profesión. Formar el carácter y controlar su comportamiento es de lo más difícil. La experta Annie de Acevedo te dice qué hacer.

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Las mamás ejecutivas tienen una doble labor: cuidar y educar a sus pequeños, a la vez que responden a las exigencias y responsabilidades de sus trabajos. Conscientes de ello, tomamos del libro ¿Qué hago con mis hijos? de la sicóloga Annie de Acevedo estos consejos para dar respuesta a nuevas dudas que les puedan surgir a las mamás ejecutivas en lo que respecta a la crianza de sus hijos en cuatro situaciones cotidianas.
Lee el artículo '5 consejos de crianza indispensables para mamás ejecutivas'
1. Comparo en exceso a mi hijo con el de mis amigas. Observar a los niños de los demás es un buen hábito, especialmente cuando la madre es primeriza, ya que no cuenta con otros parámetros para saber si todo va bien. En imprescindible que los padres sean realistas con sus hijos y comprendan que son seres humanos, por lo que desarrollarán talentos que deberán ser promovidos, y debilidades que requerirán de trabajo extra para aminorar sus efectos.
2. Mi hijo me rechaza. Los niños perciben el mundo en blanco y negro a edades muy tempranas. Es posible que si sus padres tienen una convivencia repleta de enfrentamientos, acaben aliándose con el que sientan mayor empatía o mayor compatibilidad. De ahí la importancia de revisar con la pareja qué puede estar suscitando en el pequeño esa creencia de que no puede llevarse bien con los dos bandos.
3. Mi hijo juega con un amigo imaginario. La socialización de los pequeños suele comenzar alrededor de los 3 años. Por lo tanto, es usual que antes de esa edad jueguen solos o se inventen amigos imaginarios que deberán desaparecer completamente entre los 6 o 7 años. Normalizar la existencia de estas fantasías resulta beneficioso para el niño ya que le ayuda a construir su fuerza sicológica para enfrentarse a la realidad.
4. Recibo quejas del comportamiento de mi hijo constantemente. Si esto ocurre, lo prioritario es enfrentar el problema de frente, tratar de conocer el por qué de su actitud, hacerle entender que es inaceptable y amenazarle con una sanción si se reitera en su comportamiento. Es importante revisar el entorno en el que se desarrolla el niño para descartar si hay algo en su contexto que le está llenando de rabia, como el colegio. También hay que considerar si el problema reside del ámbito familiar, a raíz de cómo se relacionan sus miembros entre sí. Otra opción es controlar los programas de televisión a los que está teniendo acceso, pues estos se erigen como uno de los modelos de pautas de comportamiento más fuertes para ellos.
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1. Comparo en exceso a mi hijo con el de mis amigas. Observar a los niños de los demás es un buen hábito, especialmente cuando la madre es primeriza, ya que no cuenta con otros parámetros para saber si todo va bien. En imprescindible que los padres sean realistas con sus hijos y comprendan que son seres humanos, por lo que desarrollarán talentos que deberán ser promovidos, y debilidades que requerirán de trabajo extra para aminorar sus efectos.
2. Mi hijo me rechaza. Los niños perciben el mundo en blanco y negro a edades muy tempranas. Es posible que si sus padres tienen una convivencia repleta de enfrentamientos, acaben aliándose con el que sientan mayor empatía o mayor compatibilidad. De ahí la importancia de revisar con la pareja qué puede estar suscitando en el pequeño esa creencia de que no puede llevarse bien con los dos bandos.
3. Mi hijo juega con un amigo imaginario. La socialización de los pequeños suele comenzar alrededor de los 3 años. Por lo tanto, es usual que antes de esa edad jueguen solos o se inventen amigos imaginarios que deberán desaparecer completamente entre los 6 o 7 años. Normalizar la existencia de estas fantasías resulta beneficioso para el niño ya que le ayuda a construir su fuerza sicológica para enfrentarse a la realidad.
4. Recibo quejas del comportamiento de mi hijo constantemente. Si esto ocurre, lo prioritario es enfrentar el problema de frente, tratar de conocer el por qué de su actitud, hacerle entender que es inaceptable y amenazarle con una sanción si se reitera en su comportamiento. Es importante revisar el entorno en el que se desarrolla el niño para descartar si hay algo en su contexto que le está llenando de rabia, como el colegio. También hay que considerar si el problema reside del ámbito familiar, a raíz de cómo se relacionan sus miembros entre sí. Otra opción es controlar los programas de televisión a los que está teniendo acceso, pues estos se erigen como uno de los modelos de pautas de comportamiento más fuertes para ellos.