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Los hijos y el juego

¿Cuál es la importancia de seguirles el juego a los niños y las niñas?

RevistaFucsia.com, 15/1/2012

La Corporación Día de la Niñez, es una ONG que lleva doce años trabajando por el bienestar de los niños a través del juego: "El juego es un elemento clave que influye de manera positiva en el desarrollo integral de los niños y niñas".

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Es primordial favorecer espacios de juego en los que la participación, la convivencia y el reconocimiento del otro estén presentes. Se puede aprender con gusto, creando un vínculo de sabiduría y afecto solamente con el acto puro de jugar.

La importancia de seguirle el juego a los niños y a las niñas radica en una mayor y mejor posibilidad de construir lazos afectivos. Si esta definición resulta incomprensible, decir que es una manera natural desde la cual el niño o la niña se introduce al mundo, puede ser una razón determinante. ¿No es acaso la gran preocupación de un padre o una madre?

Existe otra razón igual de importante y es que gracias a que el niño o la niña juegan, también ellos regalan su mundo, o la interpretación del universo que los rodea.

Investigadores, filósofos, psicólogos y pedagogos se han encargado de analizar y entender el juego en niños y las niñas, pero quizá las mayores reflexiones las podemos obtener si nos detenemos por un instante a pensar qué pasaba en nosotros cuando jugábamos, qué pensábamos, qué sentíamos, qué construíamos, dónde lo hacíamos y con quién lo hacíamos.

Al responder estos cuestionamientos seguramente el juego volvería a tener sentido para cada uno de nosotros y podríamos determinar la importancia de “seguirles el juego” a nuestros niños y niñas.

Para quienes aún la respuesta no es suficiente, decir que el juego es el primer espacio y acto creativo del ser humano tal vez ayude a entender que si no jugamos, seguramente la imaginación, creatividad y la capacidad para construir, analizar posibilidades, comunicarse y reflexionar sería muy limitada. El acto de jugar está estrechamente relacionado con el desarrollo integral de los niños y en esto radica su importancia.

Sin embargo, hay que ser cuidadosos, muchos papás confunden jugar con enseñar. Tal vez el afán  incesante por enseñar o conseguir lo que nosotros nunca obtuvimos nos impulsa a hacerlo y el niño que quería jugar de igual a igual, sin exigencias, sin aprender nada, se frustra y peor aún se frustra con el adulto que lo acompaña, pues buscaba un amigo y encuentra una cátedra.

Se puede aprender con gusto, creando un vínculo de sabiduría y afecto solamente con el acto puro de jugar. Qué sentido tiene dirigir el juego si al dejarnos guiar encontramos mejores posibilidades para comunicarnos con los niños, crear reglas con ellos, hacer acuerdos, negociar, resolver y aprender.

De acuerdo con Francesco Tonucci, investigador del Instituto di Psicología del Consiglio Nazionale delle Ricerche y director científico del Laboratorio Fano, la Ciudad de los Niños, “Los chicos que juegan reciben muchos beneficios por hacerlo. Se concentran mejor, se vuelven más creativos, tienen más imaginación, aprenden otros idiomas más rápidamente, atraen más amigos, son más populares, se relajan más y son más seguros. El juego tiene que ver con un aprendizaje acerca del mundo real en el cual van a estar inmersos en el futuro”.

El juego es un vehículo de comunicación fundamental con otros niños y niñas, con los adultos y con el entorno inmediato. El juego genera en los niños referentes de mayor peso en su proceso de construcción de identidad, al tiempo que les permite interiorizar los valores sociales de su medio,  desarrollar actitudes como el respeto y la tolerancia, y entender el valor del conflicto para crear formas de resolverlo pacíficamente.

Los niños y las niñas que juegan tienen una interacción con sus pares, familia, comunidad, cultura, entorno físico y social, y al hacerlo crean y recrean normas, valores, comportamientos y actitudes que los preparan para asumir la vida. Pero además de todo esto, no se puede dejar de mencionar lo más importante para ellos, seguramente la única razón que tienen para hacerlo, y es que el juego es que es divertido, muy divertido. El placer, el goce y el disfrute es la razón que los moviliza y les permite reinventar el mundo e interactuar con él.

El reconocimiento del valor del juego, por parte de los adultos, padres, madres, cuidadores, gobernantes, profesionales, empresarios, líderes comunitarios y la sociedad civil en general, se convierte en una prioridad, pues es probable que no siempre tengan claro que al favorecer el juego entre los niños y las niñas o  jugar con sus hijos e hijas, están aportando significativamente a un desarrollo integral y armonioso.

El desarrollo no sólo implica asegurar la alimentación o la salud, sino también favorecer espacios de juego en los que la participación, la convivencia y el reconocimiento del otro estén presentes.

Seguirle el juego a los niños y niñas implica darse una oportunidad para asombrarse con los detalles pequeños, propiciar encuentros, aprender diferentes cosas todos los días y vivir experiencias novedosas. Pero, sobre todo, convertirse en la mano que empuja el crecimiento de hijos e hijas para conquistar el mundo y no en una mano que detiene las ganas de soñar y crecer.