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Doulas, las acompañantes de las mamás del siglo XXI

Fucsia.co, 12/12/2013

Existe mucho desconocimiento alrededor de las doulas, figuras que cada vez van cobrando más peso en los países occidentales. En muchos casos, su labor se confunde con el que les corresponde a las matronas. Nada más lejos de la realidad.

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No son médicas; tampoco parteras. No cuentan con titulación oficial en la materia que las concierne, aunque sí con nociones que las permitan proporcionar apoyo emocional a las mujeres durante todos los ciclos que comprende el embarazo. Porque las doulas o dulas son, en todo caso, eso, acompañantes que dan aliento y proporcionan herramientas a las madres (así como a sus familias) para afrontar el proceso de gestación, alumbramiento, la posterior etapa de postparto y la crianza del recién nacido.

Etimológicamente, la palabra doula procede del griego antiguo. Se empleaba de forma negativa para denominar a la mujer esclava que servía a otra de mayor rango. También a los hombres de un estrato superior. Tuvieron que pasar unos cuantos siglos para que la antropóloga Dana Raphael hablara de doula en su libro The Tender Gift: Breastfeeding (1955) como aquella mujer experimentada que ayudaba a las embarazadas durante la lactancia y el cuidado del recién nacido en Filipinas.

“La relación que se establece entre la madre y la doula es casi de 24 horas. Esta se convierte en una integrante más de la familia”, explica Lina Patiño, doula y cofundadora de Doula Colombia, primera entidad sobre esta figura en el país. “Nuestra principal labor es hacer de la experiencia del embarazo la mejor posible para la mamá, que esté feliz. Somos una enciclopedia: informamos de las diferentes etapas y cambios fisiológicos que deberán afrontar; generamos confianza ante la nueva situación que se adviene, desconocida para muchas de ellas; preparamos ante el alumbramiento, creando conciencia y tranquilidad. También ayudamos en el proceso de lactancia y en la crianza del bebé, esto último ajustándonos a la forma de concebir la vida de la madre y a sus costumbre”, indica Patiño.

El alumbramiento es uno de los momentos más delicados para las madres, especialmente para las primerizas. Para muchas mujeres, la función de la doula es en ese punto determinante, como explica la especialista. En este caso, “acompañamos con el fin de disminuir los índices de cesárea, intentando que el parto sea vaginal, natural y lo menos traumático posible para la madre y el hijo. También tratamos de atenuar la violencia obstétrica que se da en muchas clínicas colombianas, es decir, intentar que se respeten los principios básicos de la atención a un parto, como el de no dejar a la madre sola o permitir que el padre presencie el parto”, concluye.

Existe mucha confusión a la hora de establecer diferencias entre doula y la figura de matrona. Pero, en ningún caso son términos equivalentes. De hecho, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la partera es una persona con conocimientos avalados oficialmente en obstetricia, rama de las ciencias de la salud que se ocupa de controlar a la embaraza durante la gestación, parto y puerperio (postparto). Está acreditada para atender los nacimientos de bajo riesgo y de forma no medicalizada, es decir, intentando que sea lo más natural posible. Asimismo, proporciona cuidados al neonato y al lactante, e, incluso, ejecuta medidas de emergencia en caso de complicaciones, así como intervenciones menores.

Al igual que las doulas, también asesoran y preparan a las mujeres ante la maternidad, pero sus competencias van más allá. “La matrona tiene todo el conocimiento profesional para atender un parto, mientras que las doulas, en ningún caso intervienen médicamente, ni dan asistencia sanitaria durante las diversas fases a las que hacen frente las futuras parturientas. Su labor es de asistente; acompaña”, indica Patiño

La matrona puede ejercer tanto en un hogar, como en un centro hospitalario, aunque su labor se identifica más con los nacimientos que tienen lugar en el primer entorno. A este respecto, según cifras del DANE, desde inicios del año 2013, hubo un total de 406.775 nacimientos en Colombia, de los cuales 2.889 tuvieron lugar en el domicilio, y si bien no se especifica si estos estuvieron asistidos o no por una partera,  las defunciones fetales en ese contexto ascienden a 1.348.