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¿Existe el juguete ideal?

Fucsia.co, 1/4/2014

Los menores toman la realidad que les rodea y construyen, a partir de ella, su mundo de fantasía: trasladan su cotidianidad a los juegos. Hablamos con una experta para saber, con base en esta concepción, cuál es el juguete perfecto para ellos.

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Ser papá y mamá no es tarea fácil, a veces incluso representa un 'quebradero de cabeza'. Es una realidad que a la hora de tomar cualquier decisión que repercuta en el porvenir de los hijos, por más ínfima que parezca, necesita un tiempo prudencial para encontrar la mejor opción por la que decantarse.

Una de esas cuestiones que ha podido quitar el sueño a algún papá o mamá es cuál podría ser el mejor juguete
para que, por un lado, se divierta como niño que es y, por otro, amplíe sus habilidades cognitivas.

Las figuras de referencia de los menores son parte de esa respuesta, como indica la pediatra Elisa Gaona. Y es que, si bien el objetivo de un juguete es desplegar la imaginación del niño, estos suelen optar por convertir la realidad cotidiana de los mayores en fantasía y jugar a partir de esta concepción. “Los niños aprenden de los adultos a través del ejemplo, reproduciendo en el juego lo que observan y sienten respecto a su entorno. Un juguete es el vehículo de comunicación e identificación para los niños. No es raro ver a los pequeños trasladar a sus muñecos experiencias vividas por ellos mismos; es decir, tratarlos como lo hacen sus padres, profesores, amigos, etc. Reflejan lo que sienten; sobre todo, aquellas emociones difíciles como miedo, enojo o tristeza. Los juguetes a menudo se convierten en un puente entre el mundo fantástico del niño y el mundo real en el que viven”, explica.

Los juguetes que copan las estanterías son una representación de la sociedad que los consume, y en la que los niños viven y se desarrollan, de ahí la divergencia de estos productos según el país de residencia. Así, no es de extrañar por ejemplo, encontrar muñecas ataviadas con prendas que imitan las tendencias de la moda del momento o que, estéticamente, refrendan los cánones de belleza que imperan en la actualidad: cuerpos delgados, melenas sedosas, maquillaje extremo y altísimos tacones

Según Gaona, “es aquí en donde entra el papel formador de los padres. No importa realmente si juegan con una muñeca de cintura imposible o con una muñeca de trapo; da igual si ven películas de princesas de cabellos rojos y piel blanca; lo valioso es el mensaje que les transmitimos a través de ellas”.

Otro de los aspectos que resalta la especialista es la concepción racista que fomentan determinadas marcas a través de sus productos para niños. De hecho, según Gaona, los pequeños tienden a relacionar los muñecos de tez blanca como algo bonito y bueno, mientras que a los de piel negra les atribuyen cualidades ligadas a la maldad y a la fealdad.

Resulta pues imprescindible que los progenitores entiendan la responsabilidad que en ellos recae de hacerles entender la realidad en la que viven durante su proceso educativo y a través de sus juguetes. “Reforzar el autoconocimiento y la aceptación de nuestros hijos, con su forma de cuerpo, color de piel y ojos. Enseñarles a reconocerse como personas hermosas por lo que guarda y manifiesta su corazón, independientemente del cuerpo, que pese a los cambios que pueda sufrir por el paso del tiempo, por un accidente o enfermedad, es hermoso. Esta visión le enseña a los niños a respetar y valorar las diferencias entre seres humanos, permitiéndoles ampliar su espectro siendo más tolerantes y nobles con ellos y con los demás”, indica la pediatra.

A la pregunta pues, de si existe o no un juguete ideal Gaona es clara: “La respuesta es no, pero se vuelven ideales cuando se cuenta con el apoyo de los padres y el asesoramiento de compañías expertas en estos productos, que se preocupan por el desarrollo de los más pequeños”, asegura.