mamá primeriza

¿Mamá primeriza = mamá histérica?

, 28/7/2009

No permitas que una etapa tan maravillosa te transforme en una mamá neurótica y obsesiva.

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No lo cargues así, no lo molestes, no hagas ruido, no le ajustes tanto el pañal, eso no es normal…NO, NO, NO es la palabra que se convierte en el día a día de una mamá primeriza.

Las dudas, la inexperiencia y el miedo a, involuntariamente, hacerle daño a tu bebé son sentimientos muy comunes cuando te enfrentas a la maternidad por primera vez. Pero si bien es cierto que es entendible que manifiestes esos temores, también lo es que debes tener mucho cuidado con los extremos porque puedes convertirte en una mamá neurótica.

Los cambios en tu rutina de vida como tener que levantarte cada tres horas para amamantar a tu hijo, dormir poco, aguantar ese dolor constante en los senos o simplemente verte obligada a adoptar un plan de alimentación diferente, son condiciones que poco a poco van alterando tu calidad de vida. En consecuencia,  tu estado de ánimo varía y te conviertes en una mujer irritable y muy dura con las críticas que haces especialmente sobre tu cuerpo.

Es inevitable que esto ocurra pero si tienes conciencia de los cambios que vas a experimentar; o de las situaciones que seguramente no podrás controlar en cuanto al cuidado de tu bebé, puedes aprender a manejar el estrés y vivir la maternidad como una bonita experiencia.

¡Relájate!                                                                                                             
 Ser mamá no es tarea fácil por lo que no tienes que presumir ser la súper mamá que todo lo puede y todo lo sabe. Deja la pena o el orgullo y pide ayuda cuando la necesites.  Por ejemplo, habla con tu pareja para que cuide el bebé durante una tarde y así tú puedes dedicar ese tiempo a recuperar sueño, a salir con tus amigas o simplemente a descansar.
Sácale tiempo a tu pareja. Ser mamá primeriza no implica dejar de ser esposa y mujer.  Organiza planes juntos como ir a cine, salir a comer o a hacer alguna otra actividad que NO te genere estrés. Para esto es importante que confíes en alguien que pueda cuidar de tu bebé mientras estás con tu pareja.

Contrólate
 Así como tú tienes dudas por ser la primera vez que te enfrentas a la maternidad, tu pareja también las tiene. No desapruebes todo lo que hace porque lo único que lograrás es alejarlo o llenarlo aún más de temores. ¿Qué tal si mejor aprenden juntos leyendo un libro de masajes para bebés?,  o ¿por qué no ir a una clase de yoga en familia?

Ten a la mano los teléfonos de tu pediatra y de tu ginecólogo. Seguramente tu hijo tendrá pequeños punticos rojos en la cara o la piel muy clara y arrugada. Tal vez comerá mucho o muy poco. También puede que llore incesantemente o que su ombligo parezca hinchado.

Estas y muchas otras dudas que para el médico son comunes para ti parecerán aterradoras si no obtienes una respuesta o un por qué. No te desesperes, generalmente estas condiciones desaparecen rápidamente en los niños, pero si quieres estar segura simplemente haz una llamada al pediatra.

Recuerda que ni tu esposo, ni tu suegra, ni tu mejor amiga o tu empleada son médicos, así que si te dedicas a consultarles cada cosa que encuentras en el niño, sólo conseguirás angustiarlos y no recibirás la respuesta que quieres escuchar.

Por último, gózate la maternidad.  Jugar con tu bebé, reírte con él o crear alguna manualidad para decorar su cuarto, puede cambiar la rutina y hacerte ver ese tiempo que compartes con tu hijo no como una obligación, sino como un espacio de diversión.