Sexo

Los espejismos de la pornografía

Luisa Torres Tobar - Sexóloga, 24/11/2013

Hombres y mujeres con órganos sexuales enormes y un aguante de triatlón han distorsionado el sentido de la sexualidad, hasta el punto de causar disfunciones.

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Al hablar de pornografía e investigar sobre su  consumo, las cifras son impactantes. Uno de cada cuatro clics en internet está relacionado con búsquedas de material de alto contenido sexual. Cada segundo cerca de 30.000 personas ve pornografía en el ciberespacio y se calcula  que la página triple X más grande de la web, recibe más de 4.400 millones de visitas mensuales.
Lamentablemente este consumo de pornografía se ve reflejado en las disfunciones que día a día aquejan a las personas que visitan el consultorio sexológico.  

La gran mayoría de consultantes que llegan a terapia, busca ayuda para solucionar sus disfunciones sexuales relacionadas con la falta de erección y eyaculación precoz en el caso de los hombres, y anorgasmia o dispareunias (dolor en las relaciones) en el caso de las mujeres. El alto nivel de ansiedad y los miedos con respecto a la sexualidad, son otros de los motivos frecuentes de consulta.
Cuando se indaga sobre la problemática sexual, la pornografía sale a relucir, pues está claro que el consumo de pornografía crea actitudes irreales y falsas creencias sobre el sexo, lo que genera altos niveles de ansiedad y bloqueo en ciertas personas.

La pornografía genera una visión distorsionada de las expectativas del acto sexual. Los hombres buscan identificarse con actores porno en cuanto a duración del acto sexual; creen que cuanto más tiempo duren, cuanto más movimientos pélvicos rápidos hagan por minuto y cuanto más grande tengan el pene, van a ser mejores amantes. Pues esto es falso. El tiempo en una relación sexual es relativo. Lo importante es la calidad. En cuanto al afán por los movimientos pélvicos rápidos y constantes, lo único que ésto trae es una sensación de afán y de terminar rápido, mezclado con dolor y ardor en los genitales, debido a que a las mujeres y a los hombres se les irrita la piel del interior de la vagina y del pene. Es normal que esto suceda, pues si te pones en el ejercicio de rozar con tus dedos en un mismo lugar de tu cuerpo  durante un tiempo, la piel se va a lastimar. 

Me pregunto, porque las personas tratan de identificarse con este papel de macho porno que es irreal.
Está claro que los seres humanos no “aguantamos” el ritmo que llevan estos personajes, porque por algo son películas. ¿Que pasaría si pudiéramos ver un detrás de cámaras de un corto pornográfico? ¿Si mostraran todos los trucos, objetos, estimuladores, entre otras cosas que utilizan en esas escenas para poder vender?
Esta imagen distorsiona la vida sexual. Tanto así, que los hombres llegan al consultorio con problemas de erección y eyaculación precoz porque tratan de identificarse con estas personas que son maquinas sexuales.  Desafortunadamente al conocer  la realidad,  se frustran y surgen los bloqueos.

El caso de las mujeres es muy similar. Ellas tratan de identificarse con un personaje irreal. En primera instancia quieren tener  pechos mas grandes, cuerpo esbelto y una cola ejemplar. Así mismo quieren tener su vagina diferente, pues la mayoría de actrices porno pasan por cirugías estéticas  dolorosas en los genitales para cambiar el tamaño, el color y la forma. En cuanto al rendimiento, muchas mujeres piensan que tienen alguna disfunción por el hecho de no llegar rápido al orgasmo por medio de la penetración (o no llegar del todo) y  tener múltiples orgasmos o hasta eyacular.

Por otro lado, la pornografía cambia las expectativas de los hombres y de las mujeres de cómo debe “reaccionar” su pareja en la cama. Si la mujer no gime durante el acto sexual, el hombre se siente vulnerable en cuanto a su masculinidad porque no “le da” un orgasmo a la mujer. Si el hombre no esta en su máxima potencia y no le “saca” un orgasmo por medio de la penetración a la mujer, ella  siente que tiene alguna disfunción.  Esto también es falso. Cada persona es responsable de su propio orgasmo. Y solo un 15 por ciento de las mujeres llegan al orgasmo por medio de la penetración. El 85 por ciento restante, llega por medio de la estimulación del clítoris. La pornografía está hecha para vender; es por esto que las mujeres deben verse maravillosas, gimen como si tuvieran un orgasmo durante todo el encuentro y hacen gestos faciales de dolor-placer. Los hombres son acuerpados, rudos, con penes de tamaños grandes  y con una capacidad cardiovascular importante.  

Si bien es cierto que estas películas pueden ayudar a encender el deseo y es legítimo usarlas como terapia sexual (aunque es preferible ver películas eróticas), los problemas empiezan cuando las parejas se rigen por los estereotipos del porno para vivir su sexualidad. En este tipo de práctica no hay lugar para el afecto. Es puramente genital. Así que los invito a vivir y a practicar una sexualidad más humana y realista, donde el amor, la magia y la mística sean los protagonistas de los encuentros amorosos. Tómense su tiempo, gocen a su pareja y disfruten cada minuto de su encuentro, dedicando toda la atención a las sensaciones y al éxtasis del momento, desconectándose del "deber ser", para poder simplemente “ser”.