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Carne: Mitos y verdades

Revista Fucsia.com, 1/2/2009

Sobre la carne, roja o blanca, existen innumerable mitos. Hoy te daremos una guía de lo que es cierto y de lo que no.

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Por: Revista Fucsia.com

Es verdad que...

- La carne está dentro de los componentes de una dieta balanceada. La carne que provenga de cualquier animal, ya sea pollo, pescado, cerdo, vaca o conejo, tiene nutrientes que le ayudan al organismo a mantener un buen estado.

- El cuero de la carne de pollo es dañino. Es mejor retirarlo y comer el pollo sin su piel debido a que esta almacena gran cantidad de grasa. Incluso, si se puede quitar la piel antes de cocinarlo la carne magra no absorberá la grasa saturada.

- Comer carne de noche es perjudicial. Las carnes y/o frituras hacen que los proceso metabólicos sean más lentos. Esto perturbará el descanso nocturno y puede producir cansancio en las mañanas.

- Para las personas con anemia es bueno comer carne. En caso de padecer esta enfermedad son mejores las carnes rojas que las blancas por su mayor cantidad de hierro. Los cereales, frutas y verduras también tienen fuentes ricas en hierro pero ninguno con tan cantidad como las carnes rojas.


Es falso que...

- Es mejor la carne cruda. El hecho que la carne esté cruda hace que contenga microorganismos perjudiciales para el organismo. Sin embargo, si se cocina en exceso la carne se queman parte de sus nutrientes a excepción del hierro y las proteínas que no se ven afectadas por mucho que la carne se cocine.

- Las personas vegetarianas pierden proteínas al no consumir carne. Ya que con una alimentación balanceada donde se incluyan alimentos como los derivados de la leche o algunos granos como la lenteja, el fríjol y los garbanzos se logra nivelar la entrada de proteínas al organismo.

- La carne contagia más enfermedades que otros alimentos. Aunque no siempre eso depende del tipo de cocción que se le de.

- La carne de cerdo es dañina para el cuerpo: Aunque su consumo debe ser moderado, este tipo de carne es una gran fuente de proteínas y minerales; entre ellos se encuentran el zinc, el fósforo y el potasio y las vitaminas B1 o B12.