entrevista

La mujer detrás del whisky

, 2/6/2010

Su olfato la llevó a convertirse en la creadora de uno de los licores más apetecidos del mundo. Lee la historia de quien tiene el privilegio de firmar las botellas de Buchanan’s Red Seal.

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Una mujer de contextura media, baja estatura, pelo rojo corto, rasgos escoceses poco marcados y vestimenta casual desciende por las escaleras del Hotel Radisson de Bogotá. Su voz es suave, sus palabras no tienen prisa y su personalidad no refleja la marcada seriedad que uno imagina podría tener una mujer inmersa en un mundo en el que reinan los hombres desde hace décadas.

Ella es Maureen Robinson, una auténtica representante del género femenino que tiene el trabajo poco convencional de deleitar los paladares de miles de personas alrededor del mundo con uno de los licores mejor logrados: el whisky. Maureen es la maestra mezcladora de una famosa casa escocesa y la creadora del Buchanan’s Red Seal, trabajo que le dio el privilegio de grabar su firma junto a la de James Buchanan’s en la etiqueta de su “hijo”, como ella misma llama a su magistral mezcla.

RevistaFucsia.com la entrevistó para saber cómo es la vida de una mujer de 53 años que dedica ocho horas de cada día de la semana –como en cualquier labor tradicional– a experimentar con aromas, sabores, texturas y tonos de whiskies.


RevistaFucsia.com: ¿Cómo llegaste al mundo del whisky?
Maureen Robinson: Por accidente. Hace 33 años estaba estudiando química farmacéutica cuando se me presentó la oportunidad de entrar a Diageo. En ese entonces yo era una joven universitaria tradicional, en un pueblo escocés tradicional, con una familia tradicional y con una necesidad tradicional: trabajar para vivir.

Allí fueron descubiertas mis habilidades olfativas para distinguir y aislar cientos de whiskies y poco a poco me fui encaminando para aprender a mantener la calidad de las mezclas y posteriormente para desarrollarlas.

RF: ¿Pero soñabas desde niña con ser química?
MR:
Nooooo, yo quería ser azafata o controladora de tráfico aéreo.

RF: ¿Entonces qué pasó?
MR: Que crecí, que maduré... (Risas). Debía escoger una carrera que fuera económicamente rentable y en ese entonces la química farmacéutica lo era.

RF: ¿Tu padres o tú misma se habían dado cuenta de tu desarrollado sentido del olfato?
MR: No, nunca. Hasta que entré a Diageo y me hicieron una serie de pruebas fue que descubrí que servía para identificar, por ejemplo, pequeñísimas muestras de azufre en el café o en el whisky.

RF: ¿Cómo es un día de tu trabajo?
MR: Es más normal de lo que todo el mundo cree. Llego a las 9 de la mañana y me voy a las 5 de la tarde. Durante el día huelo entre 60 y 100 muestras diferentes y pongo cada aroma en mi mente en una especie de memoria olfativa que tengo. No uso bata ni gafas de protección. Sólo voy a un laboratorio que tiene un ambiente especial y me dedico a olfatear. Procuro estar de buen humor para hacer mi trabajo y descansar cada cierto tiempo.

Lo único que no puedo hacer, paradójicamente, es usar perfumes. Me fascinan pero alteran mi olfato. Cuando estoy resfriada y debo trabajar evito sonarme y si me toca catar, paso de última por obvias razones... (risas).

En un mundo de hombres, pero femenina un lujo
MR: Las carteras. No estoy muy familiarizada con la moda pero me encanta comprar bolsos de diferentes estilos.

RF: Un licor
MR: La ginebra y por supuesto, Buchanan’s Red Seal.

RF: Una comida
MR: La carne, me gustan las que están bañadas en salsas cremosas. Me gusta lo que engorda... (risas), a mí la comida también me entra por los ojos.

RF: Un pasatiempo
MR: Jugar golf

RF: Un libro
MR: Los de ciencia ficción. Una vez encuentro un autor que me gusta, leo toda su obra.

RF: Un lugar
MR: El invernadero de mi casa. Allí me siento en las noches a leer. Como vivo sola tengo la posibilidad de pasar largos ratos en el jardín y decidir qué beber y a qué hora comer.

RF: El mayor orgullo
MR: Que mi firma esté a lado de la de Jim Buchanan’s en la etiqueta de Red Seal.