Muchas futuras madres suelen abstenerse de hacer el amor por temor a hacerle daño a su bebé. Dos expertos aclaran qué tan cierto es este mito.
Por mucho tiempo, los papás y las mamás vivieron convencidos de que era perjudicial tener relaciones sexuales en la etapa de gestación de sus hijos. Tanto la religión como muchos médicos respaldaban esta restricción que resultó no tener fundamento, como lo ha demostrado la ciencia moderna. Pero en este, como en tantos aspectos de la sexualidad, el mito persiste y no es raro que muchos futuros padres se inhiban por un legítimo miedo de lastimar a su bebé con los movimientos propios de los placeres amatorios.
“Muchas parejas sienten temor de que con la penetración puedan hacerle daño al fruto de la gestación, pero no lo tocan”, afirma la doctora María de la Paz Serpa Fonnegra, médica diplomada en sexología. Ella explica cómo la sabia naturaleza envuelve al embrión en una membrana, el amnios, que protege al bebé de lo que pasa fuera del útero. “Por muy bien dotado que un señor esté, no perfora un amnios. Entonces, ese temor de que ‘si te penetro va a haber alguna alteración en el embarazo’, es más una fantasía que una cosa verificable”, comenta la especialista.
El mismo concepto expresa el ginecólogo obstetra Ricardo Sánchez, quien recuerda que el embarazo es una condición y no una enfermedad, por lo cual la actividad rutinaria de la mujer no debe cambiar, incluido el sexo. Este especialista, quien además es sexólogo y profesor de la Universidad Javeriana de Bogotá, distingue los temores que asaltan a los hombres y a las mujeres sobre el tema. Mientras que a ellos los alarma perjudicar a su hijo con la penetración, ellas desarrollan una prevención ante el orgasmo, pues creen que éste puede precipitar el parto. “No, el muchachito no se les va a venir”, declara el doctor Sánchez, “pero eso es parte del mito que hay alrededor del tema”.
Este mito, empero, no es del todo una ingenuidad, sino que, según la doctora Serpa, obedece también a los dictados de la biología, que pareciera decirles a los futuros padres: “Si tenemos que reproducirnos y proteger a la especie, no podemos hacer algo que pueda afectar el producto de la gestación”.
Los dos expertos coinciden en afirmar que esas preocupaciones no esclarecidas a tiempo suelen ser el comienzo de conflictos y disfunciones sexuales en la pareja. Presa de sus aprehensiones o sintiéndose desplazado, el hombre se aleja de la mujer, quien a su vez resiente esta distancia, justo cuando más anhela las relaciones con su compañero o esposo.
Lo positivo es que ahora las parejas hablan más del asunto, señala el doctor Sánchez, porque cada vez el tabú alrededor del sexo es menor. Esta comunicación al respecto es la que puede ilustrar a los maridos acerca de los cambios factibles en la sexualidad femenina en esta etapa. El doctor Sánchez asevera que el aumento de las ganas de hacer el amor es frecuente en muchas mujeres y se debe al influjo hormonal propio de esta condición. “Muchas mujeres se pueden sentir mucho más excitadas porque se sienten más lubricadas”, afirma. Ello se debe a que en el embarazo se incrementan las secreciones, “orinan más, lloran más, sudan más y la mucosa de la vagina no es la excepción, entonces, están más húmedas”, concluye el sexólogo.
Pero también es posible que una mujer encinta experimente una reducción en sus apetitos sexuales, en especial en los últimos tres meses del embarazo, cuando disminuyen las hormonas que estimulan estos deseos, cuenta Serpa, quien de todos modos reitera que hay aspectos de seguridad que pueden bloquear el deseo femenino: “Más que las hormonas, a la mujer le queda muy incómodo moverse”.
Tanto Sánchez como Serpa están de acuerdo en el papel que juega la apariencia en la autoestima y por ende en la actitud frente al sexo de la mujer en estado de gravidez, debido a que sube de peso, su vientre crece, los senos se agrandan y sus curvas se llenan de estrías. Todo ello puede llevarlas a sentirse poco atractivas para sus maridos. Sánchez recuerda que ahí también los prejuicios han hecho de las suyas: “Hay un mito alrededor de que una mujer embarazada desnuda es como grotesca, y no lo es, o no lo debe ser. Es una etapa de la vida que viene, pasa y se va”, comenta. En efecto, no son pocos los señores confundidos con la transformación de sus esposas o compañeras embarazadas. A ellos, la doctora Serpa les recuerda en su consultorio que en ese vientre se está gestando su hijo y que esa mujer que tenía medidas de reina, 90-60-90, antes de quedar embarazada, renunció a eso para dar nueva vida. Y para que lo interioricen mejor, los invita a escuchar esa canción de Los Chalchaleros que dice: “¿no sabes acaso que la Luna es fría/ porque dio su sangre para las estrellas?”.
Pero, en una cultura machista como la colombiana, ¿los hombres están dispuestos a oír y entender estas razones? El doctor Ricardo Sánchez refiere que los futuros padres cada vez más se involucran en el proceso de maternidad y que con absoluta tranquilidad expresan sus inquietudes acerca del sexo durante el embarazo. El especialista cree, además, que a la mujer le queda más fácil tomar la iniciativa de hablar en pareja de estos temas, porque es ella la que está embarazada, no él. Recomienda a sus pacientes que le expliquen a sus compañeros que las variaciones en su vida sexual son normales y que hay que adaptarse a ellas. Así mismo, aconseja que ellos asistan a los controles del embarazo, para que puedan resolver sus dudas. Con frecuencia el hombre cree que la mujer se está inventando excusas o razones de salud para tener más o menos sexo, pero si es el propio médico el que se lo explica, queda más seguro, comenta el médico.
No obstante la apertura de la que habla este especialista, él mismo reconoce que tocar el asunto del sexo en el embarazo no es aún una cuestión generalizada. El doctor Sánchez cuenta que no todas las relaciones entre paciente y ginecólogo les dan a ellas la tranquilidad para expresar sus inquietudes al respecto. Además, no todos los médicos, por más que sean ginecólogos, saben de esto o no preguntan con mucha frecuencia porque muchas veces las pacientes se sienten incómodas o asaltadas en su intimidad. Sin embargo, “las pacientes deben tocar los temas de sexualidad en forma cada vez más abierta con sus ginecólogos, abrirse tranquilamente a eso y no sorprenderse de que ellos les pregunten”, del mismo modo en que lo hacen sobre sus nervios, su vida en familia, etc. Hay que recordar que el sexo es parte de ese todo que es el ser humano, cuyo bienestar puede verse afectado por el desbarajuste de uno de sus componentes. En síntesis, el doctor Sánchez es muy preciso en sus recomendaciones: “Si (el ginecólogo) no se lo pregunta, ella puede no decirlo. Si se lo pregunta lo debe tomar como normal y expresar si tiene o no una dificultad. Y si no se lo pregunta y ella tiene un problema, debe expresárselo y él buscará una alternativa de solución”.
Con la claridad de que el sexo en el embarazo no tiene nada de malo a menos que haya una indicación del médico en el sentido contrario, ¿qué está permitido y qué no en la cama de los futuros padres? “No se limiten. Denle rienda suelta al deseo”, sugiere la doctora Serpa, que además alerta a no olvidar que la mujer embarazada no deja de ser esposa y amante. A los maridos los anima a consentirlas y a no olvidarse de los detalles coquetos.
En cuanto a posiciones recomendables para hacer el amor en estas condiciones, la experta señala aquellas que le hagan menos daño a ellas. “Yo creo que las parejas tienen la suficiente sabiduría para saber cómo les va mejor. No es una cosa de ‘ahora la posición 39’, no, eso no es así. Cada uno tiene que encontrar su forma de pasarla mejor en la relación sexual”, manifiesta.
Al respecto, el doctor Sánchez anota que hay que tener en cuenta la etapa en que se encuentre el embarazo. “Al principio, no hay problema, porque la barriga es pequeña y la pareja puede hacer lo que normalmente acostumbra en cuanto a posiciones. Después del quinto e sexto mes se genera una dificultad en posiciones como ‘el misionero’. Entonces, se buscan alternativas que no molestan a ninguno de los dos, como por ejemplo, la posición de medio lado con él por detrás, la conocida como ‘de perrito’, y ella encima de él”. Ambos expertos recuerdan que el buen sexo no se reduce a la penetración y que también son muy gratificantes las caricias y todas aquellas prácticas que satisfagan tanto al hombre como a la mujer.
¿Beneficia el sexo al embarazo de manera particular? Según Sánchez, esta expresión de afecto y placer siempre es positiva, pero que no se conoce que le haga un favor en especial a la gestación, salvo por un detalle: en la recta final de la gestación, la prostaglandina, una sustancia presente en el semen, puede ayudar a madurar o preparar el cuello del útero para el parto. De hecho, recuerda la doctora Serpa, hace tres décadas, en países como Suecia, los ginecólogos comenzaron a recomendarles a sus pacientes en preparto: “tengan relaciones”, cuando aquí eso causaba horror y los médicos les prohibían a sus maridos que las tocaran.