La miocardiopatía hipertrófica es una de las principales causas de muerte súbita en atletas jóvenes. Aunque suele ser asintomática, su detección temprana puede marcar la diferencia.
El deporte es una de las herramientas más eficaces para mantener una buena salud física y mental. Diversos estudios han demostrado que la actividad física regular reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, mejora el estado de ánimo y promueve una vida más larga y activa. Sin embargo, llevar un estilo de vida saludable no significa estar completamente a salvo. Algunas condiciones médicas, silenciosas y genéticas, pueden afectar incluso a los cuerpos más entrenados.
Una de ellas es la miocardiopatía hipertrófica (MCH), una enfermedad del músculo cardíaco que puede manifestarse en personas jóvenes y aparentemente sanas, incluidos deportistas de alto rendimiento. El engrosamiento anormal del corazón que caracteriza esta patología puede pasar desapercibido durante años, hasta desencadenar complicaciones graves, como arritmias o incluso la muerte súbita.
En atletas jóvenes, la MCH representa una de las causas más comunes de muerte súbita. Según datos de la Fundación Española del Corazón, entre el 30 % y 50 % de estos casos están relacionados con esta patología. El esfuerzo físico intenso puede desencadenar arritmias peligrosas en personas con corazones estructuralmente alterados, incluso si nunca han presentado síntomas. Esta es una enfermedad genética del músculo cardíaco, que afecta entre el 0.2 % y el 0.5 % de la población. En Colombia, podría impactar hasta el 1,3 % de quienes sufren insuficiencia cardíaca
Una dificultad adicional es que los cambios fisiológicos del llamado “corazón de atleta”, como el aumento del tamaño del músculo cardíaco por el entrenamiento constante, pueden confundirse con la MCH en los exámenes clínicos. Por eso, la evaluación cardiovascular especializada es fundamental para distinguir entre una adaptación saludable y una condición patológica.
El diagnóstico temprano puede salvar vidas. El ecocardiograma es la prueba principal para detectar el engrosamiento del músculo cardíaco, mientras que el electrocardiograma (ECG) puede identificar señales eléctricas anormales antes de que haya cambios estructurales. En casos específicos, una resonancia magnética cardíaca puede aportar información adicional sobre la presencia de fibrosis, un factor que aumenta el riesgo de arritmias.
En Colombia, el acceso a paneles genéticos incluidos en el plan obligatorio de salud permite identificar mutaciones asociadas con la MCH, lo que facilita una evaluación familiar más amplia. Este análisis es especialmente útil para los hijos de personas diagnosticadas, ya que tienen un 50 % de probabilidad de heredar la condición.
La miocardiopatía hipertrófica puede ser silenciosa, pero sus consecuencias no lo son. Identificarla a tiempo permite tomar decisiones médicas y deportivas responsables, que no solo prolongan la vida del paciente, sino que también garantizan una mejor calidad de vida. La prevención y el conocimiento son herramientas poderosas, incluso para quienes hacen del deporte una prioridad. Esta es la información clave que todos los deportistas, y sus familias, deberían conocer.