La modelo dejó las supersticiones atrás y mostró la cara de su bebé.
Durante todo su embarazo, Elizabeth Loaiza ha mostrado su proceso a plenitud. Desde que supo que un nuevo bebé llegaría a su vida, la modelo ha querido mostrar los momentos íntimos que ella ha atravesado junto a su esposo en esta etapa de ser padres.
Esto incluso le ha costado a Loaiza más de una crítica. Hace unas semanas, Elizabeth publicó una serie de fotos en lencería mientras hacía candentes fotos con su esposo, Juan Pablo Benavides.
Aunque las imágenes causaron elogios, también fueron blanco de comentarios negativos: “Qué necesitad tienen de mostrarlo”, “Son fotos para la intimidad, no para redes sociales”, “Por qué les gusta exhibir tanto”, son algunos de los mensajes que le dejaron a la pareja.
A pesar de las críticas, Elizabeth Loaiza siguió subiendo contenido llamativo y sensual junto a su esposo mientras estaba aún en embarazo.
Luego de la larga espera, la caleña decidió presentar oficialmente a la pequeña Mía, de apenas unos días de nacida, a sus más de dos millones de seguidores en Instagram.
Sin embargo, cabe resaltar que esto no iba a suceder ya que la modelo había asegurado que no iba a tomar fotos de su bebé antes de los dos meses de haber llegado al mundo.
Como explicó la caleña, muchos familiares y amigos le hablaron del supuesto “mal de ojo”, una superstición popular en la que se cree en el poder de la mirada y cómo puede influir en las personas con deseos negativos.
Por supuesto, la modelo no quería esto para su bebé Mía, pero afirmó que creía más en las fuerzas positivas: “Esta noticia del nacimiento de mi bebé arcoíris hay que darla y mostrarla con mucho orgullo porque yo sé que existe el mal, pero estamos blindadas con la sangre de Jesús”, fue parte del mensaje dejado por la modelo para presentar a su bebé en varias fotografías y videos:
Sin embargo, como toda madre debe saber, la alegría de un nuevo hijo llega con nuevas responsabilidades.
En una foto publicada en sus historias de Instagram, la modelo muestra un chat con una amiga cercana y le cuenta que desde el nacimiento de Mía, ella debe levantarse cada dos horas para darle de comer a su bebé, cambiar el pañal, y sacarle los gases. Pero Elizabeth no deja de enfatizar en que es uno de los mejores momentos de su vida.