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Mala mamá

, 1/6/2009

Existen mujeres que, a cambio de conservar su relación de pareja, callan o ignoran el maltrato de sus hijos por parte de su compañero ¿maternidad vs feminidad?

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En los últimos meses se ha disparado el registro de noticias en los medios que narran episodios de violencia contra menores de edad. La cosa podría parecer parte del flagelo que enfrentan muchos niños víctimas de este drama, sin embargo, lo que deja interrogantes en el aires es que, en un gran porcentaje de los casos, las agresiones son cometidas por el novio, compañero o esposo de la madre.

¿ Qué hace que una mamá pueda actuar con indiferencia ante el maltrato de sus hijos, y, peor aún, cuando el maltrato provine del hombre que supuestamente debe ofrecerle afecto a ella y su familia ?
Parece increíble pero para algunas mujeres que se enfrentan a las dificultades de ser madres solteras, el maltrato parece una situación frecuente que están dispuestas a soportar por razones diversas.

Por un lado, están quienes temen a la soledad, piensan que este sujeto que llegó a sus vidas es la única oportunidad de rehacer su vida sentimental, bajo la premisa de que son pocos los hombres que se animan a organizarse con una mujer y sus hijos de relaciones anteriores.

Por la misma orilla están las que tiene en su compañero un respaldo financiero, es decir, el tipo asumió las riendas de la casa con niños y todo, por lo tanto, la mujer considera que puede endosarle la “ actitud de padre” como si eso le otorgara la libertad de aplicar castigos físicos a los pequeños.

No faltan las que renuncian a sus hijos que el nuevo amor les dice que sólo podrán ser felices si comienzan de cero su propia familia, así que lo despachan para donde alguna abuela, tía o madrina caritativa que se encargue de terminar la crianza.

Ni que decir de las que simplemente no están dispuestas a dar crédito a las denuncias de sus propios hijos. Se oyen historias diarias en las que niñas y jóvenes acusan a sus padrastros de abuso sexual, sin embargo, sus madres se niegan a aceptar la realidad, argumentando que son mentiras para dañar la relación, e incluso no falta la que condena la coquetería de la víctima.

Es cierto que la maternidad cambia la vida de cualquier persona y a veces la mujer queda relegada a su rol de proveedora incondicional de sus hijos, y la sociedad se olvida que alguna vez existió un ser lleno de vida y de sentimientos que necesitan ser explorados para sentirse realizada. Una madre no sólo necesita dar amor, sino también recibirlo, además de sus hijos, de una pareja estable que la complemente desde el punto de vista sexual y afectivo, pero sobra decir que cuando la pareja vulnera un punto tan débil como la integridad de los hijos, es un signo evidente de que no hay respeto por el entorno de la mujer, que está compuesto además de su rol de madre.
 
Lo más grave, como siempre, el silencio, la indiferencia y la negación de muchas mujeres que viven esa pesadilla, mientras destruyen por pedazos la vida de sus propios hijos en nombre de la felicidad personalizada.