Los viajes de la moda entre París & Medellín

Revista FUCSIA, 24/8/2015

Una imponente exhibición fotográfica en Medellín analiza cómo las modas imperantes entre 1890 y 1950 llegaron a tierras colombianas para ser replicadas y bellamente mezcladas.

Margarita Botero fue una actriz teatral de la ciudad, pudo ser una mujer abierta al cambio, proclive a adoptar la moda de París. Aquí posó como en un pasaje de Las mil y una noches. - Foto:

Al mirar esos viejos álbumes de familia, cada una de esas fotos, entre mohos, sepias y colores ya desvanecidos, delatan silenciosamente todo un universo capturado en un instante.

Qué pasaba en términos políticos en ese momento, qué música se oía, qué influencias habían aterrizado en estas tierras para que las prendas se usaran así o el pelo se dejara de una manera particular, son inquietudes que suelen desprenderse de esas imágenes.

Ese ejercicio, aparentemente ingenuo, de adivinar cuál era el contexto que había dado lugar a esos valiosos documentos del pasado que sobrevivían en forma de retratos, fue justamente el punto de partida de una importante exposición que la Universidad Pontifica Bolivariana realizará del 20 de agosto al 20 de septiembre, en la capital antioqueña.


Foto: Gabriel Carvajal


Las fotografías del pasado son claves a la hora de reconstruir la historia de la moda, y Medellín cuenta con uno de los fondos fotográficos más grandes de Latinoamérica. Se trata de una memoria visual que sirve de hilo conductor para la primera exposición fotográfica que se hace en el país, dedicada a estudiar las modas en Medellín entre 1890 y 1950.

¿Qué pasaba en París, y cómo esa información de moda llegaba a las tierras colombianas que, con grandes esfuerzos, hacían su tránsito hacia la modernidad? ¿Cómo en años en que las comunicaciones aún eran remotas, los estilos lejanos y difíciles de adaptar, se colaban en los ajuares de las mujeres paisas de diferentes clases sociales? ¿Hemos sido siempre tan conservadores y rezagados como solemos pensar?



Foto: Fotografía Rodríguez

Estas cuestiones fueron emergiendo en los análisis de William Cruz Bermeo, investigador y curador de la exposición, quien se entregó a la tarea de estudiar cerca de 13.000 retratos pertenecientes al archivo fotográfico de la Biblioteca Pública Piloto, de Medellín, y a los archivos del Museo del Fashion Institute of Technology, que documentan las modas de mayor difusión en Occidente, para finalmente hacer una clasificación que alentara un diálogo entre las imágenes de ambos archivos. 

"No costó evidenciar cómo, por ejemplo, los accesorios, al ser más económicos y más discretos, permitían un ingreso progresivo de modas muy reveladoras para su tiempo. Así, fue muy común encontrar en diferentes retratos de mujeres paisas de la época, que a pesar de usar ropas de viejas influencias, ostentaban con orgullo accesorios que hacían una evocación directa de lo que sucedía en París", explica el curador.

La exposición se titula Grandeza: rastros de la moda internacional en Medellín, haciendo eco a la novela homónima del antioqueño Tomás Carrasquilla, publicada en 1910. En ella, el escritor usó el término fashionable para definir la pretendida sofisticación de sus protagonistas, dando a entender que no solo se vestían con las nuevas tendencias, sino que actuaban acorde a ellas, dejando así una valiosa perspectiva sobre la moda como un instrumento en la carrera por el ascenso social, que marcaba diferencias entre tradición y modernidad.


Foto: Fotografía Rodríguez


Ese término anglo inspira la primera parte de la exposición, Las fashionables, la cual reúne un conjunto de retratos donde las fotografiadas lucieron modas altamente sintonizadas con los cambios más avanzados de su tiempo.

Mientras se recorre la sala, con secciones bautizadas con osadía como: Entre enruanados y filipichines, o eclécticas y extemporáneas, se podrá experimentar la manera en que el sombrero cloché, ese que protagonizó la efervescencia de los años 20 y el charlestón, se adaptaba a la estampa femenina paisa pero con algo de recelo, porque como lo sentencia la revista Letras y encajes, el uso del pequeño accesorio podría revelar fallas de la fisonomía, acentuar las caras redondas y hacer visible el molesto tamaño de unas orejas.

También se podrá presenciar de primera mano cómo en Medellín se aconsejaba usar pieles, ]"por cuestiones de salud, mas no por vanidad".

Se podrá notar a lo largo de estos diálogos entre fotografías, que París no era el único referente para la moda local; estaba también el cine de Hollywood, influencia que se condensa en otra parte importante de la exposición.

Según Lucila Rubio de Laverde, la primera colombiana en dar un discurso en el Congreso de la República, "las chicas de Hollywood ayudaron a las colombianas a ser más resueltas, aun cuando tuvieran que estar pendientes de su peso y depilarse las piernas", recuerda el curador.

En tanto, en la parte dedicada a Estilos de guerra en una ciudad sin guerra, se logra una mirada al comportamiento de la moda local durante la Segunda Guerra Mundial. Si bien Colombia no tuvo una participación directa en este conflicto, los austeros estilos de la época de países como Estados Unidos e Inglaterra, influenciaron el atuendo cotidiano de las medellinenses, aunque localmente no hubiese restricciones en la producción y el consumo de prendas y textiles, como sucedía en aquellas naciones debido al conflicto.


Foto: Fotografía Rodríguez


Sin embargo, en Medellín, junto a las frugales siluetas de una guerra extranjera, se acogieron otras que precisaban de un gasto copioso de telas, pues existían las condiciones para hacerlo ya que se contaba una sólida industria textil.

Finalmente, la exhibición reúne fotografías que documentan la era dorada de las textileras locales. A principios del siglo XX, Medellín empezó a transitar de una economía agraria a una industrializada. El café fue la principal fuente de ingresos, y la textil estuvo entre las industrias pioneras.

Ésta última, en los años cincuenta, estaba produciendo la mayor parte de telas necesarias para abastecer el consumo local, y los desfiles de modas eran una de sus herramientas de promoción. Sin embargo, en cuanto a diseño, modistas e industrias del vestido seguían mirando a París como fuente de inspiración; de allí que no hubiese un diseño distintivo local, pues la moda se regía por esa información. 

Después del arduo trabajo, el investigador y curador William Cruz Bermeo espera que entre los visitantes emerjan inquietudes que detonen otras lecturas sobre la moda nacional, tan urgente de ser analizada y comprendida de maneras más amplias.


Foto: Fotografía Rodríguez


"Una de las conclusiones, que por lo menos a mí me sorprendió, es que a pesar del tradicionalismo, considerado una característica de la cultura paisa, la moda tuvo peso y con ella hubo renuencia a los cánones de la tradición, ya que se difundió con profunda libertad, pues fue una herramienta privilegiada para mostrar que las gentes de esos territorios dejaban atrás un país rural y le daban la bienvenida a tiempos modernos".