historia

De la esclavitud a la comodidad

, 14/7/2011

Esos arneses que parecían máquinas de tortura, le dieron paso a incómodos sistemas para achicar la cintura y realzar el busto, que son cosa del pasado. Hoy, moda y tecnología se unen en busca de la perfección.

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Hasta principios del siglo XX, y desde centurias antes, las mujeres iban por el mundo comprimidas por corsés y debían adaptarse a una silueta mentirosa que realzaba el busto y las caderas, y estrechaba al máximo la cintura. El modisto Paul Poiret cambió esa historia. En 1906 revolucionó al mundo con el vestido sin corsé y cintura alta, cuando la silueta en forma de ‘S’ todavía aún era muy popular. Así empezaba a insinuarse el cambio de las voluptuosas formas artificiales del siglo XIX a un estilo de avanzada que exhibía la belleza natural del cuerpo. Aunque el corsé no desapareció de un día para otro. 

Algunas renegaron de esa nueva forma de vestir “poco femenina” y “demasiado oriental”, pero cuando la disfrutaron, cayeron en sus redes. Los años 20 y 30 vivieron el esplendor de la libertad y la fluidez, se encargaron de ocultar cualquier defecto de las féminas y las dejaron vivir tranquilas sin nada que las atara. Sólo las pantimedias seguían su dictadura, pero además de ser imperativo su uso, imprimían un aire de sensualidad y misterio. En 1947, con el nuevo estilo de cintura de avispa introducido por el new look de Chritian Dior, reapareció una prenda interior similar al corsé, de elásticos y tela, mucho más cómodo. Los años 50 convivieron con ese invento, pero llegó la rebeldía de los 60 y 70 que no soportaban ataduras. La libertad era religión.

Jean-Paul Gaultier se hizo famoso en el esplendor de los 80 con las prendas que lanzó a la fama Madonna. Amaba la parodia y cogió prendas de lencería y las sacó al exterior.
Hoy, para moldear el cuerpo o exhibirlo, el corsé ha vuelto. Con la diferencia de que los avances textiles y la unión de moda y tecnología los ponen en la esquina contraria de los que hace siglos marcaron la cintura, pero también sacaron sangre.
 
Control y soporte
Acercarse a la figura perfecta es posible sin grandes sacrificios gracias a adelantos que controlan y soportan esas imperfecciones que hacen que la ropa no horme bien y luzca sin gracia. Esto se logra con prendas que se pegan al cuerpo como una segunda piel sin dejar marcas de ningún tipo.


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