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El corrector, un toque milagroso

Por Manuela Espinal, 13/6/2011

Es un producto que le puede cambiar la vida si lo usa debidamente y encuentra el color indicado. He aquí la diferencia entre una cara cansada y una fresca y lozana.

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Si  eres de las que no puede salir de tu casa sin maquillarse, evita el exceso en cualquier caso. Si al aplicarte el corrector sientes que sólo es necesario usar unos polvos, perfecto, empieza a lucir más natural y fresca, recuerda siempre que “menos es más”.

Para corregir ojeras aplícalo del lacrimal hacia afuera, bordeando el párpado inferior. Luego, utilizando una brocha de las que usas para aplicarte polvos, pon un poco para sellarlo y evitar que éste se corra.

Para iluminar tu cara y hacer desaparecer de ésta los signos del cansancio, escoge siempre un corrector de consistencia cremosa, sumado a una base de color amarillo, un tono más claro que el de tu piel.

Si aprendes a aplicarte bien el corrector, éste es, en muchos casos, el único producto que debes usar para lucir una piel saludable. Recuerda que lo fantástico del corrector es que ayuda a ocultar y a minimizar las imperfecciones, haciendo que tu piel luzca radiante.

El corrector se puede aplicar con esponja, con brocha o con los dedos. En este último caso, usa el dedo anular, pues es el que menos fuerza ejerce. Para difuminarlo golpea suavemente el área hasta que éste se mezcle con el tono de la piel.

Piensa en el corrector como una base opaca. En algunos casos puedes necesitar valerte de dos tipos de éste, por ejemplo, uno de consistencia seca para los granos, en tanto que para las ojeras te resulta más útil uno de base cremosa.

Mientras que la base iguala el tono de la piel, el corrector va directamente a problemas que deben ser cubiertos, como granos, ojeras, enrojecimiento y otros. Recuerda que el truco está en tratar de disminuir las imperfecciones y no en desparecerlas, pues una cara perfecta se ve irreal.