columna

La crisis de los 30

Odette Chahin, 8/10/2009

Los 30 llegan con la nostalgia de volver a tener 20 y la angustia de que se acercan los 40, pero no siempre tiene que ser así.

La vida después de los cumplir 30 años. - Foto:

¿Existe algo peor que cumplir 30 y estar soltera, infeliz con el trabajo y decepcionada de lo que pensó que iba a ser su vida? Pues sí. Lo peor es cumplir 31, estar aun más sola que una playa en invierno, además de desempleada, y darse cuenta de que el único que la quiere y necesita es su perrito, y sólo porque usted le da la comida. Ese sentimiento de fracaso llega a un clímax cuando sus amigas la llaman a desearle un feliz cumpleaños y, de paso, le cuentan que les propusieron matrimonio y las ascendieron en el trabajo, que se ganaron una beca o que conocieron a un inglés y ahora se van a tener inglesitos en Londres. Y usted está sola, tragándose los restos de la torta de cumpleaños.

El gran problema de llegar a los 30 no es que ahora toca empezar a tapar todo, desde las canas hasta la cédula, sino que nuestra cultura nos ha vendido la falsa idea (y nosotros hemos caído en la trampa) de que a los 30 ya debemos ser y tener todo lo que siempre quisimos; es decir: la súper carrera que nos saque del hueco o el súper hombre que nos saque de la soledad, la casa de nuestros sueños y los 2,5 niños o, en su defecto, las 2,5 mascotas. Y en vísperas de soplar las 30 velitas nos sentimos frustradas porque no hemos chuleado ni medio sueño en nuestra lista.

A veces uno se siente decepcionado y se pregunta: “¿qué diablos he hecho con mi vida?”, cuando ve en los medios cómo personas mucho más jóvenes que uno, como los ‘culicagados’ creadores de Facebook, el niño prodigio de la moda, Esteban Cortázar, o la chinchosa de la Miley Cyrus, han llegado al éxito y ganan en un día lo que uno quizá no llegará a lograr en toda su vida. La mayoría de personas tienen el afán de lograr todo a los 30, pero, ¿para qué tanta prisa? Las últimas estadísticas de expectativa de vida en Colombia muestran que el promedio de vida para las mujeres es de 77 años y de 70 para los señores, así que si logramos todo a los 30, ¿qué vamos a hacer los 47 años restantes?, ¿jugar bridge y bingo? Tenemos tiempo suficiente para lograr todo lo que queremos. Anteriormente, la gente casi salía de la primera comunión a casarse porque su longevidad era menor y si no lograban emparejarse a los 30, solamente les quedaba cruzar los dedos para que la reencarnación existiera.

Sin embargo, hay quienes piensan que llegar a los 30 es una carrera contra reloj y corren como en esos concursos donde le dan 30 segundos a la gente para echar en el carrito de mercado todo, y agarran del estante el primer idiota que les propone matrimonio, el primer trabajo que les ofrecen, y así pasa con todo lo demás. Tal vez por eso, hay hoy tanto divorcio prematuro, tantas depresiones, y la gente toma prozac y xanax como si fueran tic-tacs.

A veces suspiramos y pensamos que nuestros mejores años fueron los que ya pasaron, pero los extrañamos sólo porque tenemos mala memoria. ¿O alguien extraña el acné, los cambios hormonales, las incómodas primeras veces de todo o el vivir bajo el lente minucioso de los padres? Los 30 traen más ventajas que desventajas, a uno lo respetan más, tiene más libertad, dinero propio para gastar en zapatos innecesarios, más criterio, más experiencia y, lo más importante, tiene claro definitivamente qué no le gusta y una mejor idea de lo que le gusta.

Precisamente, ese saber qué quiere hacer uno en la vida no llega a veces sino hasta los 30, después de haber estudiado algo totalmente distinto… Algunos amigos que acaban de llegar al tercer piso han dejado de lado exitosas carreras para ejercer lo que verdaderamente les apasiona: el yuppy corredor de bolsa que dejó los chicharrones de Excel para preparar puntas de anca como chef, o la ejecutiva con maestría en Harvard que abandonó su prestigioso trabajo en el gobierno para ser bajista en una banda de rock. No son locuras, sino epifanías. Yo abandoné mi carrera como creativa de publicidad por seguir escribiendo, y no me arrepiento. Puede que el salario no sea tan glamuroso, pero al menos estoy haciendo lo que me gusta, y aunque suene a cliché, eso no tiene precio. Hay una sola vida (hasta donde sabemos) y qué tristeza malgastarla haciendo algo que no nos haga felices.

Cuando yo tenía 15 años, me parecía que las de 30 ya eran ‘viejas’ y ahora yo soy esa vieja, pero me sigo sintiendo (y espero que también me vea) igual de joven, sólo que con más experiencia. Madonna, Einstein, Bill Gates y hasta Shakespeare lograron sus obras más importantes después de los 30, así que todavía tenemos esperanza. Hace poco vi la película París, y me gustó lo que le dice un joven enfermo del corazón a su hermana, divorciada y aburrida de la vida: “Tu vida no ha terminado, tal vez ni siquiera ha empezado.” Así que los que se sientan deprimidos por haber llegado a los 30, miren hacia delante, que esto apenas está empezando a ponerse bueno.