Cine

La Dama de Hierro

, 12/12/2011

El Círculo de Críticos Cinematográficos de Nueva York eligió a Meryl Streep como la mejor actriz del 2011 por su interpretación de Margaret Thatcher en la cinta La Dama de Hierro.

Meryl Streep ya había trabajado con la directora Phyllida Lloyd en Mamma Mía. En la Dama de Hierro, juntas, lograron un retrato casi perfecto. - Foto:

La hija de un tendero que llegó a ser Primera Ministra en Inglaterra y aun hoy sigue suscitando desprecio por parte de la Izquierda y adoración por parte de la Derecha. La imagen de una mujer fuerte dirigiendo al Ejército inglés es la primera imagen que uno tiene de ella, que junto con Ronald Reagan dominó la política mundial de los años 80. La película, rodada en Inglaterra, se estrena el 6 de enero y desde ya está creando controversia. En su preparación, Merryl Streep asistió a una sesión en la Casa de los Comunes para entender el papel de un miembro del Parlamento británico. Para ella, una demócrata integral, el reto era mostrar la parte humana de una de las mujeres más formidables de la historia.

Esta es una película provocadora que, aunque no es sensacionalista, el hecho de que haga de la demencia senil de la ex Primera Ministra el hilo conductor, produce reacciones encontradas. El guion se basó en escritos de Carol Thatcher, la hija de la Baronesa, quien tuvo el valor de hablar acerca de la terrible enfermedad que sufre su madre, por lo que fue criticada duramente. Pero más que tratarse de una película sobre esa dolencia, es la historia de la pérdida del poder, de la soledad y de sí misma.

La cinta inicia con una escena en la que aparece una mujer confundida y desorientada que solo quiere ir a la tienda a comprar la leche del desayuno como un ser normal. Comida que quiere hacerle a su marido, muerto hace años, pero que para ella todavía sigue presente. Escenas dolorosas que arrugan el corazón. Una imagen titubeante e insegura de la que fue la mujer más poderosa del mundo.

Las actuaciones de Streep siempre han sido sobresalientes, pero en este caso, no es una actuación, es como si realmente ella se transformara en Thatcher. La magia del cine y el talento de la actriz hacen de esta historia algo muy, muy real. Este personaje, que aparece tan frágil e inofensivo, gobernó a Inglaterra entre 1979 y 1990 con mano de hierro, como se decía en esa época. Considerada como la dirigente más enérgica del partido conservador tuvo que enfrentarse a unas altas cifras de desempleo, a las huelgas, a las protestas y demostraciones callejeras, a la urgente necesidad de reformas económicas y, finalmente, a la Guerra de las Malvinas.

Como Primera Ministra elaboró un riguroso programa para controlar la crisis económica a la que se enfrentaba en ese momento el Reino Unido, bajo unos postulados liberales de monetarismo estricto que la llevaron a reducir la intervención estatal. Metió en cintura al movimiento sindical, al que reprimió con firmeza a pesar de los conflictos sociales. Su intransigencia legendaria –la que produjo su caída del poder– está representada más bien como una fuerza de voluntad de acero, cosa que los críticos estiman que no concuerda con la verdad.

Según la Izquierda, es como si se hubiera reescrito la historia para hacerla ver como la única parlamentaria inglesa de su tiempo. Pero lo que sí está ajustado fielmente a la verdad es el esnobismo y los prejuicios con que sus contemporáneos la trataban. Primero, su lucha infatigable por ganarse el respeto de los miembros del Parlamento, y más tarde de su propio gabinete, que pensaba que el lugar de una mujer era su casa, reflejan una época de una sociedad machista a la que Thatcher se enfrentó, deberían hacer de ella el icono de las feministas, pues sus logros contribuyeron a un cambio radical en la vida de las mujeres de las siguientes generaciones.

Puede que esta no sea una historia exacta desde el punto de vista político, pero lo que sí consigue esta película es darle un carácter más humano a un personaje cuyos logros no son cualquier cosa y a quien hasta ahora nadie ha logrado equiparársele.

Algunos personajes de la política actual se niegan a reconocer a la mujer de la pantalla como la líder que recuerdan y consideran que la película está sobreactuada. Tal vez hay demasiados intereses creados, y como Thatcher sigue viva, no hay la suficiente lejanía para que los ingleses, tanto hombres como mujeres, puedan hacer un juicio objetivo sobre un personaje que desde sus inicios ha causado tanto resquemor. Para el resto del mundo, Merryl Streep habrá hecho de una caricatura una mujer formidable y todo apunta a que en la noche de los Oscar será merecedora de su tercera estatuilla como mejor actriz.