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Las dietas y la piel

Revista Fucsia, 19/4/2010

Algunos de los regímenes alimenticios más conocidos favorecen la piel. Otros, en cambio, le prestan a ésta un ‘flaco’ servicio.

Cualquiera que sea la dieta que usted haya escogido porque se amolda de una manera fantástica a su determinación de perder peso - Foto:

¿Feliz con su dieta de proteínas porque ha adelgazado unos cuantos kilos?, ¿prefiere comer a base de alimentos crudos o no procesados porque los encuentra más saludables? Pues bien, cualquiera que sea la dieta que usted haya escogido porque se amolda de una manera fantástica a su determinación de perder peso –o de no ganarlo–, ésta tiene sus implicaciones en la forma como la recibe su piel, es decir, que la afecta de una u otra manera, y no siempre positiva. Veamos lo que dicen los expertos acerca de la relación entre comer sanamente y mantener la lozanía de la piel.

Baja en carbohidratos, alta en proteínas
La llamada dieta de las proteínas se basa en suprimir los carbohidratos porque aportan calorías innecesarias y, más bien, reemplazarlos por proteínas. Con ésta usted pierde peso más fácilmente, pero eso no implica que su piel se vea beneficiada, debido a que una alimentación baja en carbohidratos minimiza la producción de insulina, que a su vez propicia la presencia de la hormona del estrés, el cortisol, lo que puede producir brotes –porque la piel se vuelve más grasosa– o manchas. También es una dieta caracterizada por la ausencia de glucosa, que no le aporta ‘combustible’ a los músculos y tejidos de la piel, lo que puede traducirse en una piel descolgada, sin tonicidad.


La de la zona
Incorpora los componentes de una alimentación sana con el fin de controlar hormonas como la insulina, cuyo exceso contribuye a ganar peso; el glucagón, que le dice al organismo que libere los carbohidratos almacenados; y las eicosanoides, que contribuyen a la inflamación, con el objeto de mantener el apetito ‘a raya’ y mantener los niveles de energía. Aunque baja en calorías, la dieta de la zona provee una buena nutrición, traducida en una proteína baja en grasa, un carbohidrato bajo en glucosa (fruta o vegetal) en cada comida, a lo cual se puede agregar una grasa benéfica como el aceite de olivas, el aguacate o las almendras.

La dieta de lo crudo
Es más un estilo de vida que una dieta. Enseña que hay que comer los productos tal y como los da la naturaleza, no procesados ni cocinados, como frutas y vegetales frescos, tallos, retoños, semillas, nueces, granos y pan. Aunque esta dieta no elimina la carne ni el pescado, exige que sean cocinados a cierta temperatura y en ciertas preparaciones, de manera tal, que no se deshidraten ni pierdan sus nutrientes y propiedades. Básicamente, es una dieta que la gente practica con el fin de liberar su organismo de toxinas.
Como quiera que esta dieta es completa, porque incluye vitaminas, minerales y otros nutrientes, redunda en una buena circulación, proceso esencial para lograr una piel aterciopelada, brillante y lozana. Además, al favorecer la renovación celular, hace que el organismo trabaje con una mayor energía en la tarea de fortalecer la piel.

La dieta vegetariana
Los vegetarianos no consumen carne, pescado, pollo ni cualquier producto de origen animal, como los huevos, los lácteos y aun la miel. Su dieta se compone en su gran mayoría de frutas, vegetales, granos enteros, raíces, nueces, legumbres como los fríjoles, garbanzos, lentejas y soya, y otros alimentos que le aportan al cuerpo beneficios antioxidantes. Su mayor virtud es que hace que el organismo procese mejor los alimentos, pues contiene ingredientes que se digieren más fácilmente. Pero es baja en calcio, Omega 3, ácidos grasos y vitaminas B12 y D, suplementos indispensables para una buena salud.

Por lo tanto, la piel tiende a ponerse cetrina, floja y opaca. Aunque la mayoría de los vegetarianos comen legumbres por ser fuentes de proteína, éstas no se metabolizan tan eficazmente como otras fuentes proteicas.