decoración

Mesas y sillas

, 5/5/2010

Reemplazar las sillas de siempre por otras con más personalidad, y algunos elementos convencionales por otros más sofisticados, da como resultado una atmósfera cálida.

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Un gran esmero ha sido puesto en esta decoración con el fin de no dejar nada al azar, para que los novios y sus invitados compartan con gusto. En primer lugar, se trata de un lugar donde el verde está presente aun en los rincones más inesperados, porque dentro del recinto donde los comensales se van a sentar a manteles, las paredes, aunque blancas, reflejan el color de los inmensos árboles del exterior.
Plantas tipo chamizo, de esas en las que es fácil enredar otras, sirvieron de base a Adriana Satizábal para montar unos arreglos en los que priman las orquídeas y las hojas de hiedra. Estos arreglos se adhieren fácilmente a las sillas de mimbre porque la trama del tejido lo facilita, y de verdad hacen la diferencia en cuanto al adorno, más si se piensa en que se trata de grandes mesas rectangulares en las que hay de ocho a diez asientos dispuestos en fila, a cada lado. El aspecto que ofrecen esas sillas alineadas es muy bonito. Las mesas elegidas son de madera oscura, de modo que sobre éstas se arreglaron todos los elementos de la decoración para lograr un escenario muy armónico, libre de estridencias. Se puede decir que la gama de colores fluctúa entre los diferentes tonos de verde, matizados con marrones, y ni siquiera las copas de vino desentonan. Tal vez por eso, el aceite de oliva, que pueden llevarse los invitados a sus casas, también está acorde con los tonos de la decoración general.
Las flores juegan un papel preponderante en esta celebración y, aparte de la orquídea individual que está puesta sobre cada uno de los platos, se extienden en ramazones sobre los espacios centrales de las mesas, permitiendo una cierta atmósfera íntima, reservada, donde, sin duda alguna, la estética es una presencia constante.

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