columna

Modos y modales del siglo XXI

, 5/5/2010

En estos tiempos modernos, cada vez son más los matrimonios que imprimen originalidad desde la tarjeta hasta la ceremonia.

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"Los declaro pareja, para lo malo y lo bueno en amor por siempre”. Así concluye la Notaria 69 de Bogotá, la ceremonia de unión matrimonial de hecho entre compañeros permanentes del mismo sexo. Seguramente, ellos ya habrán cursado sus invitaciones personalizadas un mes antes, habrán escogido el poema de Borges para leer durante la ceremonia, vestirán de riguroso blanco o gris claro y portarán argollas, para así obedecer fielmente a la etiqueta fijada para los matrimonios entre heterosexuales.

Esta muestra de innovadora etiqueta y protocolo de unión en una notaría indica cómo han evolucionado las costumbres en materia de matrimonios, desde la muy famosa boda judaica de Caná, hasta las nupcias rockeras de hoy en día.

En la actualidad, una matrimonio puede costar desde el ‘módico’ precio de $20’000.000 hasta la suma de $1.000’000.000. En estos últimos, los invitados llegan en aviones privados y los ‘animadores‘ son de la talla de Manzanero o Luis Miguel.

Todos quieren tener una boda inolvidable en la que la idea, ante todo, es innovar, deslumbrar y fantasear. Sin embargo, se debe tener claro que todo esto irá siempre dentro de un marco de orden y cortesía.

La etiqueta, entendiéndola como el arte de consideración y diligencia con los demás, y el protocolo como la cortesía que se desprende de respetar el rango que ostente algún personaje en especial, no son más que conceptos que están basados en el sentido común y la lógica.

En siglos pasados, quizá por la falta de tecnología y total aburrimiento, este protocolo fue tan exagerado en las cortes europeas y orientales, que las ceremonias eran acartonadas, rígidas y estáticas. Tal era el grado de etiqueta y protocolo en España, que en el siglo XIV existió un monarca al que literalmente dejaron quemar vivo, pues el conde con el rango estipulado para apartarlo de la chimenea no se encontraba presente. Los nobles que estaban a su lado no pudieron ejecutar esa ínfima tarea, ya que ostentaban rangos superiores para tan bajo menester. Fue tan rígido el protocolo que el rey murió frente a los inalterados ojos de sus condes.

¿Cómo es la etiqueta de hoy? Sin duda, es más flexible y se adapta al ritmo de la modernidad. Con el curso del tiempo, se han modificado las inamovibles costumbres y maneras, para presenciar los matrimonios de las ”familias felices”, donde concurren los tuyos, los míos y los nuestros en feliz o ”infeliz” camaradería.
Están los ‘matrimonios Express’, que son los que invierten sumas fastuosas para la celebración y luego rápidamente otra exorbitante suma para el ‘divorcio Express’. También tenemos los ‘vanguardistas’, en los que la pareja la conforma el hombre con un look metrosexual, la novia en su octavo mes de embarazo, y los pajecitos que, generalmente, son hijos de sus anteriores uniones. No faltará tampoco, la del ‘adulto mayor’ en el que la pareja setentona quema sus últimos cartuchos tocados por ”la varita de la felicidad” y derrochan alegría junto a los hijos y nietos de ambos.

Los ‘informales’ quieren celebrarlo en restaurantes con todo tipo de mimos, pitonisas, saltimbanquis y meseros que bailan mientras atienden. Se destacan también los ‘populacheros’, que se sienten más cómodos disfrutando de una buena bandeja paisa, en lugares típicos. También están los ‘excéntricos’ que prefieren casarse en un globo disfrutando de una maravillosa vista o, como fue el caso de un político colombiano, sobre un elefante en un circo. Y por último, encontramos los ‘segundazos’, que son parejas repitentes, que celebran con sus seres íntimos en pequeñas reuniones llenas de detalles simbólicos.

Para todos estos hechos sociales se ha estirado la etiqueta clásica, buscando estar a la altura de los nuevos vientos e imprimir a las bodas tintes de originalidad dentro de un marco de organización y armonía.