El manifiesto de la nueva maternidad

Revista FUCSIA, 12/4/2015

Estas son mujeres que tomaron la decisión de ser madres en absoluta libertad. A qué edad ser mamá, cómo quedar embarazada, dónde tener el parto... sin ceder a las demandas sociales, porque hay muchas rutas para llegar a un solo fin, el amor por los hijos.

foto: Marcela Riomalo/15 - Foto:

CLARA MUÑOZ
"Yo tuve a mis dos hijos en parto en casa"

¿Qué te llevó a tomar esta decisión? Quería que mi parto fuera lo más natural posible, con la menor intervención.

¿Qué habías oído del parto en casa? Entre mi círculo era algo conocido, pero aún hoy es raro y hay muchos tabúes alrededor, así que empezamos a preguntar y a buscar quiénes lo estaban haciendo. Averiguamos con nuestros amigos y contactamos a una partera que había trabajado con un ginecoobstetra que recibía partos en casa, uno de los pocos que lo hacía. Ella fue su asistente durante años y después de experimentar ella misma teniendo a su hijo en casa decidió desarrollar este método.

¿Por qué no en una clínica? Cuando vas a parir en una clínica, llegas y te empiezan a hacer un montón de preguntas, te ponen un catéter, cuando es en realidad un momento de respirar, de ir hacia dentro. Además no es tu espacio, es un lugar frío, todo es metálico, la luz es fría porque eso es lo que necesitan los médicos, no tienes el cobijo de tu hogar, tu espacio, no te dejan poner tu música, no tienes la libertad de bañarte o sentarte si lo quieres. Cuando necesité cantar, canté, cuando necesité gritar, grité, y nadie me mandó acostarme.

¿Tuviste dudas? Sí, tuve dudas y miedos, era difícil contarle a mi papá esa decisión. Él me dijo que para qué me iba a arriesgar si tenía todas las herramientas y posibilidades a la mano, si podía evitarme el dolor, pero le contesté que justamente de eso se trataba el parto, de experimentar un proceso natural; le dijimos que confiara en nosotros y en la vida. También soy muy consciente de que el parto en casa no es para cualquier mujer, porque es un proceso largo y difícil en el que debes estar apoyada cien por ciento por tu pareja y tu familia, así que lo único que pienso es que cada mujer debe poder decidir y saber que hay otras alternativas.

¿Tuviste una preparación previa? Tienes que conocer todo el proceso físico, emocional y psicológico por el que pasa la madre en el alumbramiento, trabajar muy de cerca con el grupo de parteros, quienes deben reducir ese miedo que tiene la mayoría de la gente a lo que implica parir. Ellos registran los signos y vigilan que todo vaya normal, y si algo no anda bien, no tienen problema en llevarte a la clínica. Es un proceso muy bello en el que tu esposo puede estar muy cerca y en el que oyes los más profundos llamados de tu cuerpo.


Foto: Marcela Riomalo/15




NATALIA CHAPARRO
"Yo tuve a mi hija a pesar de que los doctores dijeron que era estéril"

¿Por qué los médicos te diagnosticaron como estéril? De bebé me extirparon, por error, un ovario y una trompa. Crecí sin que a esto se le diera mayor importancia y al llegar a la pubertad tuve ciclos irregulares, y después ausentes. Durante años visité todo tipo de médicos, terapias de sanación, cursos, etcétera. Pero por más cosas que hacía, mi ovario no mostraba signos de vida. Tras varios tratamientos, los médicos frustrados solo podían decirme que yo era estéril y que lo mejor era hacer las paces con esa realidad. Me dolía el cuerpo y se me rompía el corazón cuando escuchaba esas palabras.

¿Qué decisión tomaste entonces? Lo primero fue empezar a conectarme con mi feminidad. Tras un viaje a California empecé a estudiar psicología a través de los chacras y conocí a una mujer que me enseñó a conectarme con mi cuerpo. Vivimos en un mundo en el que no se celebraba la menstruación como algo sagrado o valioso. Todo lo contrario, es un motivo de vergüenza, algo un poco sucio, un tema que preferiría no tratar con mucha profundidad. Así que el hecho de tener menstruaciones ausentes, en lugar de afanarme, me parecía más cómodo. Quise cambiar esto radicalmente, así que durante los días de mi menstruación comencé a cuidar mi cuerpo, a darle descanso y evitar al máximo todo tipo de esfuerzo físico. Cultivé desde entonces una práctica especial para esos días: mucha escritura, reflexión, silencio y meditación. Sé que esto puede sonar extremo o incluso raro porque vivimos en una sociedad regida por ideas bastante masculinas que ignoran las necesidades del cuerpo y la psiquis femenina. Nosotras somos cíclicas, requerimos momentos de pausa. Después de estas terapias, un día inesperado me sentí extraña y me hice los exámenes y estaba embarazada.

¿Qué le dirías a las madres que les dicen que no pueden tener hijo? Yo veo la gran desconexión que hay de las mujeres con su cuerpo y su poder, le hemos entregado todo nuestro poder al médico, al santero, al profesor, al dinero, y las mujeres tenemos que volver a oír nuestro cuerpo y conectarnos con esa fuerza creadora que todas tenemos. Mi idea es empezar a hacer esos talleres para que nos reconciliemos con los diferentes aspectos de nosotras mismas y alentar a esas mujeres que no han podido ser mamás a volver a su centro y celebrar su cuerpo.


Foto: Marcela Riomalo/15



NATALIA PIZA
"Yo tuve a mi hijo durante la universidad"

¿Existen muchas presiones sociales cuando se es madre joven? Además de sociales, las mujeres afrontamos presiones culturales, económicas y religiosas dependiendo del contexto. Siento que una de las presiones más comunes es la que relaciona la maternidad con el fracaso. Si se es mayor de 30, la crítica es sobre por qué no se es madre aún. Y si se es más joven, se tiende a juzgar la maternidad como un obstáculo para la realización de la vida de la mujer. Cuando decidí ser madre me pregunté, ¿de qué se trata dicha realización? ¿Si está relacionada con lo profesional, el dinero, las experiencias o el estatus social? Y si hay un límite, ¿cuál es? Las mujeres tenemos aspiraciones muy diferentes que deben ser respetadas aunque se alejen del ideal de “triunfo” que entiende nuestra sociedad.

¿Afectó tu desempeño laboral o personal ser madre joven? Por supuesto que sí. Todas las decisiones traen sus efectos. En lo personal, conocí el amor sin egoísmo, soy más compasiva y dejé de sentir que el mundo gira alrededor de mí. En lo laboral, paradójicamente, siento que el tiempo me alcanza para todo. Adquirí disciplina para poder estudiar mi maestría en Escritura, trabajar y dedicar tiempo de calidad con mi hijo. Eso sí, tuve que abandonar sin frustración mi trabajo en medios donde estuve hasta mi última semana de embarazo porque los tiempos son muy exigentes y los horarios de cierre no son muy amigables.

¿Cuál sería tu mayor argumento para defender tu decisión? Creo que ninguna mujer debe defender la decisión de ser madre, o no serlo, frente a nadie. Es nuestro cuerpo, es nuestra vida y es nuestro derecho decir cuándo queremos ser mamás.

¿Crees que se está gestando una nueva manera de ser mamá? Pienso que no hay un modelo de ser mamá, y esta es una ventaja para algunas pocas. He notado en mi círculo cercano una nueva forma de concebir la etapa del embarazo, el parto, la lactancia y hasta la crianza. Somos varias las que nos preparamos para tener un parto en casa, consciente y seguro. Vivimos el embarazo y la lactancia como parte fundamental de nuestra vida sexual. Y creamos espacios de educación en casa junto a otras familias. Sin desconocer a los padres que, como mi pareja, asumen las labores de la crianza con amor y autonomía.


Foto: Marcela Riomalo/15


PAULA FEGED
"Yo tuve a mi bebé y viajé con ella por el mundo"

Se cree que un hijo trae consigo inmovilidad y quietud, ¿qué dirías al respecto? En mi caso ha sido todo lo contrario. Siempre me ha gustado viajar, pero la llegada de mis hijos me dio la convicción para aventurarme con ellos por el mundo a conocer otras formas de vida. Cuando estaba embarazada de mi hija Paz, empecé a planear un viaje por lugares que soñaba recorrer en familia. Cuando cumplió nueve meses emprendimos camino, con ella y mi esposo, por España, Turquía, Grecia, Francia, India y Nepal. Vivimos experiencias extraordinarias y únicas, que alimentaron nuestro crecimiento individual y familiar. Viajamos durante ocho meses en avión, barco, moto, carro, bus, elefante, globo y recorrimos lugares fantásticos con aprendizajes muy valiosos para nuestras vidas.

¿Qué fue lo más difícil de viajar con tu hija bebé? Los niños se adaptan con facilidad, mucho más que nosotros como adultos. El reto más grande fue entender y respetar el ritmo de cada uno como individuo… y lo sigue siendo. El mayor aprendizaje fue lograr confiar en nuestra intuición de padres, seguir nuestros sueños y hacer a nuestros hijos parte activa de ellos. Viajar me ayuda a volver a lo simple, y lo simple me ayuda a ser feliz.

¿Ser madre ha significado algún tipo de obstáculo para desempeñarte profesionalmente? No creo en los obstáculos de ningún tipo. Creo en las decisiones que tomamos y en los efectos que generan en nuestras vidas. A mí me gusta mucho trabajar, y trabajo intensamente organizando el Festival de la Creatividad Colombiana El Dorado, que en épocas se vuelve muy exigente. No obstante, siempre doy prioridad a mis hijos y, si he de viajar cuando aún son pequeñitos, los llevo siempre conmigo. Siempre hay una manera, eso es lo que he aprendido. En los viajes de negocios, donde uno se imaginaría que es difícil estar con hijos, siempre he encontrado la forma de combinar familia, trabajo y viajes.

¿Qué les dirías a las mujeres que creen que deben tomar una decisión entre ser madres o ser ejecutivas? Es algo muy personal. Para mí la experiencia de ser madre es sublime y siempre ha sido una prioridad por encima de lo profesional. Igual que mi práctica espiritual. Si una mujer tiene la claridad de que quiere ser madre, le diría que lo sea. Tengo la fe y la confianza de que todo lo demás, como el trabajo, el arte, el deporte, etc., se desarrolla como una expresión del ser y siempre estarán presentes en el desarrollo personal.


Foto: Marcela Riomalo/15



ROCÍO ARIAS HOFMAN
"Yo tuve mis hijos casi a los 40"

¿Hay una edad ideal para ser mamá? Creo, más bien, que es una buena idea tomar la decisión de ser mamá. Es una manera muy extraña y honda de transformarte en vida, de desarrollarte en más direcciones, de hallar razones enormes para pertenecerles a otros, no solamente a ti misma. La edad es un asunto relativo. Asumir la noción de concebir y proponer una convivencia a otros seres humanos trasciende más allá de si tienes 20, 30 o 40 años. Tiene que ver con la capacidad que tengas para ser consciente de tamaña aventura y responsabilidad.

¿Qué les dirías a los que se escandalizan porque las mujeres no quieren tener hijos o quieren tenerlos a edades más maduras? El respeto a la intimidad se enuncia, pero no se ejerce. Abunda la retórica sobre el respeto a las diferencias. Cada mujer debe poder resolver esa enorme pregunta: ¿quiero o no quiero tener hijos?, ¿quiero hacerlo más adelante o ya mismo? Nadie más.

¿Estamos asistiendo a una nueva manera de concebir la maternidad? Las circunstancias que atañen al mundo femenino: la familia, las relaciones emocionales y amorosas, los retos profesionales y vitales y la reivindicación de nuestra individualidad han cambiado drásticamente en menos de sesenta años. Tenemos la fortuna de estar a este lado de la Historia. Una buena parte de las mujeres podemos ejercer en libertad nuestra condición a pesar de que no sea una realidad para todas las mujeres.

¿Qué ventajas señalarías de tener a tus hijos más madura? Resulta que yo tuve a Iván a los 37 años y a Nicolás a los 40. La razón es sencilla y tremenda: solamente cuando encontré a Andrés -mi pareja en tantos sentidos-, el amor, amor, entendí que con él quería verme siempre y con él tener nuestros hijos. Antes de Andrés no había abordado nunca el tema a fondo. Ni siquiera cuando recibí propuestas de parejas previas. Andrés sigue siendo el motivador fundamental de todo lo que importa.


Foto: Marcela Riomalo/15