Edición Rosa

El lado rosa de...

Por: María Alejandra Castillo, 11/8/2017

Paulina Vega, Santiago Moure y Alejandra Azcárate nos mostraron su lado más rosa en unas declaraciones que van de la dulzura a la irreverencia propia que los caracteriza.

Fotos: Cortesía Falabella y Juan Moore - Foto:

Estos personajes han acaparado titulares por razones diferentes, pero siempre han dado de qué hablar. Algunos más irreverentes y desafiantes que otros, sus opiniones son siempre polémicas. Hoy mostramos su lado más dulce, romántico y suave, solo porque toda moneda tiene dos caras.   

Paulina Vega la reina del carnaval

Desde que Luz Marina Zuluaga fue coronada en 1958 como reina de la belleza universal, Colombia esperó con impaciencia y por más de cinco décadas a Paulina Vega Dieppa, la alegre jovencita de cuerpo escultural y cara de muñeca, que además de tener una belleza deslumbrante cuenta con una inteligencia innata para los negocios que la ha llevado a ser una gran empresaria y emprendedora.

Haga lo que haga, ya pasó a la historia del país cuando, a sus escasos 22 años, trajo a casa la corona de Miss Universo. Y es que mientras los colombianos seguíamos emocionados la transmisión de la gala, justo cuando la venezolana Gabriela Isler coronó a Vega como la nueva soberana el 25 de enero de 2015, ella estaba extremadamente calmada y serena. No obstante, una de las primeras cosas que nos confesó en esta entrevista es que es muy emocional. “Cuando gané, sentí la satisfacción del deber cumplido”; de ahí su compostura.

Han pasado poco más de dos años desde que entregó el título y aunque dice que está madurando, admite que aún no es una mujer adulta. Paulina sigue siendo una fuerza arrolladora de alegría caribeña que baila todos los días y que se deprime con el frío de Bogotá. La emociona viajar, renovarse, retarse a sí misma, aprender cosas nuevas, ver sus proyectos hacerse realidad y sentir que está viviendo al ciento por ciento

Lleva consigo el Carnaval de su natal Barranquilla, ciudad que asocia con los brillantes colores del Caribe colombiano y que recuerda en todas partes, aún en Nueva York, a la que ha adoptado y que asocia con el color gris plomo, uno de sus favoritos, así como el blanco y el negro. En cuanto al fucsia –que se ha tomado las pasarelas y ahora invade las calles–, aconseja usarlo con seguridad y elegancia.

Enamorada de su familia, Paulina adora a sus siete hermanos y tiene una debilidad por los niños que sufren desnutrición, pues, según ella, “es una trágica situación a la que todo el mundo debería prestarle atención”. Por eso no cesa en su causa y trabaja porque su granito de arena crezca cada vez más.

Su necesidad de ayudar a otros no nació durante el año en el que, como Miss Universo, fue abanderada de varias causas sociales alrededor del mundo. Nació del ejemplo que le dio su padre, Rodolfo, desde que era niña. Recuerda con muchísimo cariño que él, cardiólogo de profesión, siempre le ayudó a los niños de escasos recursos que tenían problemas cardíacos. Llevaba a Paulina a eventos en los que se recaudaban fondos para los más pequeños y está segura de que estas experiencias fueron la causa de la necesidad que siente ahora de ayudar. “Si puedo hacerlo, ¿por qué no?”, dice.

Paulina es sencilla y descomplicada; irradia felicidad. Nunca se ha cohibido al expresar una opinión y es un camaleón que pasa de hacer una sesión de fotos en Curazao a apoyar una campaña para recolectar alimentos para los más necesitados de Johannesburgo, en Sudáfrica, con la organización no gubernamental Stop Hunger Now.

Santiago Moure el amor egoísta

Un comediante irreverente, un crítico ácido de la realidad nacional y presentador, con su amigo Martín de Francisco, de La tele letal, Santiago Moure ha amado profunda e intensamente, pero nunca de manera desinteresada. Para él, quien se describe ante todo como una persona egoísta, el amor debe ser generoso, libre, ojalá melancólico y, sobre todo, inconcluso.

Convencido por completo de que el amor resuelto es un amor burgués, que se vuelve gordo, fofo y con problemas de triglicéridos, a Santiago el que realmente le gusta es ese amor perdido, que se extraña y que se añora; que se mantiene ideal porque así se luche por él es imposible, inalcanzable.

En su diccionario este sen-timiento también debe ser nostálgico, como del que habla Love of my life, la canción de Queen que, según Moure, es la más hermosa que existe sobre el amor. Y triste como Amour, el filme francés dirigido por Michael Haneke, en el que un anciano se suicida lentamente al lado del cuerpo de su esposa, que para él sería la película romántica por excelencia. “A mí me impresiona mucho la vejez y el personaje de Jean-Louis Trintignant, que es la síntesis de la entrega, de ese rehusarse a dejar ir al amor de la vida... Así es como se debe amar”.

Sofia Mondini fue su primer amor cuando él tenía diez años, y la niña de pelo rubio, unos años mayor, nunca le prestó atención. “Es lindo recordarlo. El primer amor nunca es. Quiere ser pero nunca es y queda todo en el nivel del anhelo. Por eso se recuerda con cariño”.

Su egoísmo, al que siempre se refiere sin problema, le ha impedido tener perros e hijos, sobre quienes dice con humor que podría abandonar en Unicentro. Pero, sobre todo, le ha impedido tener una de esas relaciones que duran toda la vida. No obstante, Santiago sí ha tenido, a diferencia de muchos, un gran momento de novela cuando se fue detrás de su novia a Barcelona y estando allá le propuso que se fugaran a París, ciudad en la que reanudaron su relación luego de que ella le dijera: “¿En París quién puede decir que no?”.

Nos dice, entonces, que en el amor hay que asumir riesgos, porque si uno no se atreve puede perder el objeto del deseo, y recuerda el capítulo de París como un ardid de reconquista, aunque “realmente fue mi inconsciente tratando de resolver una situación que estaba truncada. Yo fui a concretar la situación con ella porque me tenía loco la incertidumbre. O seguía o se acababa, pero tenía que saber”.

Eventualmente la relación se terminó y en la última década Santiago experimentó tres uniones muy lindas que, posteriormente, fueron tres separaciones muy dolorosas. Se considera romántico, pero solo porque cree que a todos nos han inoculado las ideas del romanticismo. “Y por esa cantidad de boleros que me pusieron. Pero en la medida en la que me acerco al borde de mi existencia, que es ese precipicio que es la muerte, me he ido volviendo cada vez menos”.

Para Santiago el color rosa no significa nada, ha manoseado el acto sublime de regalar flores “para desembarrarla de sus acciones egoístas”, y en definitiva ha tenido una relación exitosa por 49 años con alguien a quien ama profundamente: él mismo.

Alejandra Azcárate la vida es un cuento

Es una mujer hermosa, con una habilidad de hacer reír incalculable. Lo más interesante de ella es que ha llevado a la tarima todos sus pensamientos y ha logrado empoderar a las mujeres con todos sus mensajes. Siempre nos recuerda que la edad no importa, que no necesitamos a los hombres para ser felices y que lo único que debemos tener en esta vida es verraquera.

Aunque los colombianos la hemos conocido en sus roles de presentadora, modelo, actriz, comediante, locutora y columnista, Alejandra nos corrige: nos dice que nunca pensó en ser comediante, “de hecho no lo soy”, y nos aclara que ella se graduó en periodismo y en ciencias políticas. “Nunca he tenido la formación de comediante que, además, respeto inmensamente”. Pero sea como sea, esta mujer tiene el don de hacer reír y nosotros la amamos por eso.

Con varios años de matrimonio encima, Alejandra sigue tan enamorada de su esposo como el día en que le dio el “sí, acepto”, y no duda en afirmar que la historia de amor más bonita que conoce es la suya. Nos cuenta que el gesto más romántico que han tenido con ella provino de su pareja al construir juntos una vida en común, pero –asegura– “respetando siempre mi vida”.

Se considera una persona apasionada y señala que eso forma parte de su esencia y de su manera de transmitir el amor. También nos confiesa que para ella una mujer romántica es la que tiene sensibilidad artística, una percepción un poco fantasiosa del entorno y que disfruta la vida como lo que es: un cuento.

A esta hermosa y descomplicada mujer la conmueven muchas cosas. Cree que aprender a dividir y a compartir es un reto que todas las personas deben enfrentar. Además, ama los recuerdos, la música, las historias ajenas, el paso del tiempo, lo desconocido, las demostraciones de amor y la capacidad de desapegarse.

Como buena enamorada, está convencida de que París es la ciudad rosa por excelencia y no solo porque los atardeceres pálidos de la capital francesa sean rosados. “París es la oda al romance. Sintetiza la cultura, la belleza y los excesos”.

También admite que Elsa y Fred, una película que narra la historia de dos ancianos que se enamoran perdidamente y que ven en cada uno la última oportunidad de ser felices y de tocar el cielo con las manos, es una de las cintas más románticas que se han hecho en la historia, y Dreams, de The Cranberries, la canción más bella.