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"Quiero romper los esquemas"

Revista Fucsia, 14/12/2008

La nueva señorita Colombia, Michelle Rouillard Estrada, nos habla de su vida y cuenta cuáles son sus expectativas sobre el año de reinado que tiene por delante.

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Es la realidad y ella lo sabe. Darle la talla a sus antecesoras Valerie Domínguez y Taliana Vargas no va a ser una tarea fácil. Sin embargo, a ella nada más el reto de pertenecer a esa estirpe de reinas que puso a vibrar nuevamente a los colombianos con la soberana, la anima, y eso, definitivamente, la hace más interesante. No se incomoda cuando le preguntan sobre el carisma y buen desempeño de Taliana, o de las excelentes cualidades histriónicas de Valerie. Por el contrario, una de las cosas que más la motivan es cumplir con las expectativas que crearon las dos costeñas. Dice que el excelente papel que hicieron y aún hacen sus compañeras, es un ejemplo que desde ya planea seguir.
Quien conoce a Michelle, a los pocos minutos se da cuenta de que tiene con qué dar la talla. Eso, por supuesto, ella también lo sabe y, sin ser presumida –porque no lo es–, afirma que desde niña la seguridad siempre ha sido su gran aliada. Por eso, por la confianza que se tiene, es que ella sabe agradar. Porque tiene claro que no se trata de ser ni la más habladora ni la más entradora. Basta con su suave elegancia y su sutil sentido del humor para captar la atención de quien la escucha.

Habla de una forma elocuente, pausada. Se le encienden de amor sus ojos verdes cuando habla de su papá, un francés aficionado a la fotografía que llegó hace 30 años a Colombia y sentó raíces en Popayán; le brillan de picardía al contar que de niña obligaba a su hermanito a jugar a las Barbies; y de alegría, cuando habla de su mamá, a quien define como “una mujer que se goza la vida”.

Aunque se define como una persona familiar, también acepta que no le da miedo estar sola. Así lo demostró desde pequeña, cuando a los 6 años decidió irse a vivir a la casita de muñecas que sus padres le habían construido en el jardín: “Ahí dormía y jugaba a que secadores de pelo eran la calefacción”, dice entre risas. Años después, recién graduada del colegio, se fue sola durante cuatro años a Canadá para a hacer su carrera. De allá regresó hace aproximadamente un año. “Siempre he sido muy independiente”, afirma, mientras la maquillan para esta sesión de fotos.

Seguramente, esta cualidad le va a servir mucho durante su año de reinado, ya que por sus constantes obligaciones tendrá que estar alejada de su familia y amigos. “Me voy a vivir esta experiencia al máximo. Ser Señorita Colombia no es sólo participar en Miss Universo. Ese es el final y el resultado de un año de esfuerzo y trabajo que me pienso tomar muy en serio”.

Michelle también afirma que, aunque es consciente de lo que ser Reina de los Colombianos significa, quiere acabar con esa idea de los que piensan que las reinas no son más que caras bonitas. Acepta que si el Concurso Nacional de Belleza fuera, como muchos piensan, un espacio castrador de la personalidad de las candidatas, no se hubiera metido en esto. Asevera que el concurso y sus directivas nunca obligan ni incitan a las candidatas ha hacerse dietas u operaciones que ellas no quieran. Y que, todo lo contrario, en el mes que lleva como Reina, sólo ha recibido de ellos apoyo incondicional.

Ella, quien dice representar a las rubias colombianas, quiere romper con los parámetros que dictan que una reina colombiana debe representar el tipo latino y exótico, “en Colombia también hay monas”, dice tajante, y luego afirma que su mezcla de europeo con colombiana la hace poseer cualidades y legados de diferentes culturas del mundo, lo cual la hace muy particular.

No hace falta hablar mucho tiempo con Michelle Rouillard para saber que su belleza, seguridad y porte van a dar mucho de qué hablar. Ella, con la seguridad y confianza que la acompañan, se encargará, de una forma fina y elegante –como siempre– de ganarse el corazón de todos los colombianos, igual que en su momento hicieron sus dos antecesoras.
 

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