Personajes

Sacándole el dulce a la vida

, 7/11/2013

Estas dos hermanas empezaron promoviendo sus ponqués y postres entre sus amigos, por medio de su página de Facebook, y en tres años no solo han construido una empresa sino que sus habilidades llegaron a la televisión internacional.

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Alejandra Galán bromea con que lleva el azúcar en sus venas. Sin embargo, no está hablando de una diabetes hereditaria, sino de que sus padres son los dueños de American Cheese-Cakes, un negocio que vio la luz antes de que ella naciera. Crecer en ese ambiente dulcero la hizo soñar desde siempre con dedicarse a la pastelería, pero además quería ser artista. Cediendo a ambas pasiones decidió independizarse y crear The Cake Factory, asociada con su hermana menor, Catalina. “En 2010 empecé haciendo ponqués para mis amigos, aunque no con la idea de tener un negocio; luego monté la página en Facebook y aumentó el número de pedidos”, comenta. Su éxito llegó hasta los estudios Fox que la invitaron a participar en La pastelería, un programa del canal Utilísima en Argentina.
Antes de viajar a Nueva York a estudiar en el French Culinary Institute, se graduó de diseño industrial. Por eso, ella misma se encarga de elaborar todo tipo de estructuras y tortas esculpidas, por más extrañas que parezcan: “unos novios que se conocieron viajando me pidieron que su ponqué fuera una torre de maletas antiguas. A otros les hice uno en forma de botella de vino inclinada y en la etiqueta estaban pintados ellos”. Además, trabajó con estrellas de la pastelería como Colette Peters, pionera de los pasteles torcidos; Ron Ben Israel, famoso por la perfección de sus flores azucaradas, y Kate Sullivan, fundadora de Cake Power. Con esas credenciales asegura que se está imponiendo en ponqués matrimoniales la tendencia vintage en tonos claros de verde, rosa y crema, “utilizados en espacios campestres y con decoración envejecida. Personalmente me gusta lo barroco y usar el dorado, pero el clásico blanco con flores nunca va a pasar de moda”. En cuanto a sabores, el chocolote es el favorito, seguido del suave red velvet, cuya base es la cocoa, y el pistacho. El interior también es importante: “que al partirlo los invitados se sorprendan con un arco iris o una paleta de degradados”. Su teoría es que cuanto más altas sean las “construcciones”, se verán más elegantes: “el problema es transportarlas, por eso acostumbramos hacer mitad maqueta y mitad real. Es un trabajo artesanal”. Catalina, por su parte, es la encargada de darle el toque mágico al “minimundo dulce”, con mesas de postres en las que el ponqué esté bien acompañado: “se trata de que haya variedad y mezclas, podemos poner tartaletas y shots con capas de crema, crocantes, frutas ácidas y arequipe”, explica esta chef del Culinary Institute of America. La recomendación de ambas es que las parejas se atrevan a soñar con una experiencia única y le apunten a algo más personal que el tradicional ponqué de novia.