Un nombre hecho novela

Su interés pos la artista Carolina Cárdenas es resultado de una entrevista con Carlos González, el director del Museo Art Deco. ¿Qué le dijo que lo cautivó tanto para ahondar en ella?

Que la artista fue la más bella, la más elegante y la más vanguardista de su época. Además me contó que tras una semana de matrimonio había abandonado al marido y que murió muy joven; y cuando vi una foto de Carolina, supe que tenía que escribir sobre ella.

¿Cuánto tiempo le tomó la investigación del libro?

Dos años, más o menos.

¿Qué le apasiona de Carolina Cárdenas y por qué decide rescatarla?

En la escena artística colombiana fue la primera en hacer arte abstracto y en asumir la cerámica y la fotografía como artes. Y su nombre es necesario si se quiere hablar del art déco nacional. Fue atrevida, arriesgada, en su estilo y forma de vida.

¿Cuál cree era el encanto que ella despertaba entre hombres y mujeres?

Su belleza era misteriosa, no era fácil entenderla tras una sola mirada. Además, era dulcísima y muy sencilla. Y tenía el encanto de las mujeres especiales de su época: una androginia que fascinaba y aún fascina, como la de Louise Brooks. 

 ¿Es Juan Fernando, el narrador del libro, una especie de Andrés Arias?

Supongo: un periodista más bien solitario, enamorado de lo inalcanzable.

¿Qué queda hoy de la Bogotá de los años 30?

A primera vista, muy poco. Si se afina la mirada, se camina por la ciudad y se investiga, se descubre que hay más de lo esperado. Bogotá está llena de vestigios de aquellos días.

 ¿Cuál es su relación con el arte?

Antes de la novela, ninguna. Ahora, el tema es mi gran pasión.

¿Se reconoce más como periodista o como literato?

Como periodista. Porque la literatura la hago también partiendo de técnicas periodísticas: investigación, reportería y apego a los hechos. Solamente cuando ya me siento seguro, dejo entrar a la ficción.

El último libro que leyó.

Cinco días en la isla, de Plinio Apuleyo Mendoza.

Un descubrimiento literario reciente.