El ajuar de una galaxia

, 19/6/2014

Con el anuncio del comienzo del rodaje de 'La guerra de las galaxias', Episodio VII, que tendrá en su reparto a Harrison Ford, Carrie Fisher y Lupita Nyong’o, el mundo futurista de la saga de George Lucas vuelve a recrearse a través de singulares prendas y disfraces.

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El diseñador de vestuario Michael Kaplan, quien ha trabajado en películas como Blade Runner, El club de la pelea, Seven, Star Trek y Sr. y Sra. Smith, será el encargado de ambientar el universo creado por George Lucas, que renacerá el 18 de diciembre de 2015 cuando el director de cine J.J. Abrams proyecte ante el mundo la continuación de la saga La guerra de las galaxias. Episodio VII.

Aunque poco se conoce de esta nueva entrega, que se filma actualmente en locaciones del Reino Unido, Islandia y Emiratos Árabes, ya se ha dado un abrebocas sobre la intención de Abrams de recuperar la apariencia de la trilogía original y utilizar disfraces que luzcan más naturales. Como en las seis películas anteriores, la identidad del universo galáctico y su estratificación se aprecia a través de los atuendos, que no en vano ganaron en su respectiva categoría en los Premios Óscar de 1977.

Para la publicista, diseñadora e ilustradora Mariana Rojas, quien también es fanática de la saga, hay una relación simbiótica entre el imaginario de La guerra de las galaxias y el mundo de la moda. “No solo el vestuario de sus películas se ha alimentado constantemente de elementos característicos de los westerns, los samuráis o los vestidos de gala rusos de principios del siglo XX, sino que la moda, tanto la comercial como la couture, incluye en sus colecciones objetos emblemáticos de la saga, desde patrones para camisetas con cascos de storm troopers hasta colecciones enteras que se exhiben en las pasarelas de Nueva York. Como en todo producto visual, el vestuario ejerce un papel importantísimo en el imaginario del personaje. Así, son determinantes los ponchos que usa Anakin Skywalker en Episodio II, haciendo alusión a los westerns, los vestidos muy elaborados de Amidala cuando era reina de Naboo, hasta unos menos rígidos cuando es senadora de la República”. 

Quizá el personaje humano más versátil en términos estéticos ha sido la reina Amidala, interpretado por la actriz Natalie Portman, quien luce 11 vestidos en La guerra de las galaxias. Episodio I. La amenaza fantasma, y los acompaña de un recargado maquillaje y peinados extravagantes, algunas veces ornamentales, para demostrar el poder y la riqueza del reino. El más difícil de llevar a cabo, pues demandó ocho semanas para que estuviera listo, fue uno de seda tornasolada que usó en el Salón del Trono y que necesitó de una serie de luces que iluminaran el contorno del dobladillo.

George Lucas ideó la mayoría de los atuendos que presentaban influencias japonesas, mongoles, chinas, africanas y europeas, pero que se variaron para no generar una identificación con países o etnias existentes. “Intentamos que las doncellas llevaran siempre vestidos de diseño vertical, mientras que la reina lucía todo tipo de grandes ropajes de patrones diagonales, con el fin de que su porte superior se destacase, y sus doncellas pareciesen pequeñas e insignificantes”, le dijo la diseñadora de vestuario de la película, Trisha Biggar, a la revista Cult.

Sin embargo, el mayor reto lo tuvo La guerra de las galaxias. Episodio IV. Una nueva esperanza (1977), la primera de las películas de la trilogía original que definió exactamente la apariencia de los personajes, desde la paleta de colores hasta los tejidos utilizados en sus trajes atemporales. Si bien John Mollo resultó ganador del Óscar por estar al frente de esa estética futurista, cuya tecnología pareciera haber sido desgastada por el tiempo, el diseñador británico Andrew Ainsworth concibió los famosos uniformes y los cascos blancos de los soldados imperiales, y Ralph McQuarrie fue el responsable del aspecto de Darth Vader, R2-D2, C-3PO y Chewbacca.

Gran parte del triunfo de La guerra de las galaxias radicó en esa propuesta creativa que George Lucas trabajó íntimamente con el ilustrador visual Ralph McQuarrie, fallecido en 2012, quien en ese entonces contaba con experiencia en animaciones para la NASA y la CBS. En 1975 Lucas le entregó a McQuarrie el guion finalizado para que él dibujara cada una de las escenas de ese universo ficticio. En sus representaciones definió, entre muchas otras cosas, que Darth Vader usara máscara de respiración y que los sables de luz fueran de un solo tono, pero Lucas estableció que variaran de colores.

“Creo que la relevancia de La guerra de las galaxias reside en su historia. La saga intergaláctica cumple con las estructuras clásicas del drama y de este modo sus valores narrativos son siempre actuales; además del verdadero interés cinematográfico por construir un universo totalmente auténtico y técnicamente novedoso. Después de la Segunda Guerra Mundial, con el ‘dominio’ del átomo y la carrera espacial en la vida cotidiana, ocurrió una estetización enfocada en el futuro. Esta idea de ‘la era espacial’ tocó todos los aspectos mercantiles, y la moda, por supuesto, no se quedó atrás; en el caso de La guerra de las galaxias (y de muchas otras películas futuristas, como 2001: Odisea del espacio) los recursos narrativos referidos a esta idea de la vida que vendría, cobraron un protagonismo enorme. Al final no es tan difícil imaginarse el futuro si se parece al presente y al pasado”, opina Juan Sebastián Corcione, docente universitario especializado en estudios sobre la imagen y autor del blog sobre cultura popular Es una trampa.

Tras casi 40 años de su estreno mundial, La guerra de las galaxias sigue siendo una de las películas más rentables de la historia por ser ícono de la cultura popular que se filtra en objetos de la cotidianidad, videojuegos, libros, colecciones de moda o disfraces. Referencias presentes en otras producciones exitosas como Los Simpsons, The Big Bang Theory, Breaking Bad o Friends, cuando Ross le confiesa a Rachel su fantasía sexual con la princesa Leia en el bikini dorado, son muestras de que sus alcances son infinitos.