24 momentos y 11 fotografías para entender a Ruven Afanador

Revista FUCSIA , 9/11/2015

El prestigioso fotógrafo Ruven Afanador recibe a FUCSIA para recordar los trayectos de su vida.

Marcela Mar. Imagen: Ruven Afanador. - Foto:

En la mitad de una amplísima bodega del centro creativo Textura están Ruven Afanador y su equipo, todos vestidos de negro. Revolotean en ese espacio redondo, aislado, cubierto todo de arena, lleno de luces, cámaras y sillas. El público los observa a través de una polisombra. Un ejercicio voyerista para descubrir al artista en la mayor intimidad de su proceso creativo.

Frente a Ruven empiezan a desfilar diferentes personajes representativos de la moda y la cultura colombiana. Él busca esos cuerpos que lo sacuden, que naturalmente capturan su atención. Empieza a disparar desde las 5 de la tarde.

 A las 11 de la noche aún no ha terminado. Mientras lo vemos ahí parado, develando los secretos de su arte, retratando a esos personajes de su Colombia añorada, el artista que ha aceptado la invitación de  B Capital para inaugurar el evento de moda de Bogotá, recibe a FUCSIA para recordar los trayectos de su vida.

Recuerdos

1. Mi papá tenía una relojería en Bucaramanga donde había un cuadro que parecía llenar la pared del fondo con un bosque de árboles muy gruesos.
Lo recuerdo gigante, es una de esas imágenes emblemáticas de mi infancia. Aún existe, porque una de mis tías lo guardó, y la verdad, es pequeñito.

2. Me fui de Colombia a Nueva York a los 14 años y estuve en un terrible desarraigo. Mi único refugio y consuelo fueron los libros de Gabriel García Márquez.

3. La dueña de una afamada agencia de modelos en Nueva York me concedió una cita. Después de oírme y ver mi trabajo me dijo que debía irme a Milán a perfeccionar mi técnica. Sin un peso y sin saber el idioma fui a perfeccionar en realidad mi habilidad para la soledad. Esos días de silencio me sirvieron para mirar los andenes, esquinas y calles en donde haría mis fotografías.

4. De regreso a Nueva York, aunque tuve la posibilidad, nunca conocí a Richard Avedon, Irvin Penn o Helmut Newton, no por nada más sino por temor a destruir la imagen de mis propios ídolos. Preferí guardarlos con la magia en mi cabeza. Una vez, sin embargo, al New Yorker llegó una carta que Richard Avedon le mandaba al director halagando mi trabajo.

5. Mi historia como fotógrafo cobró rumbo cuando me fue encomendado retratar a los diseñadores Rubén e Isabel Toledo. Cierto sentido de iluminación, escultura, cierta interpretación de la moda y del físico de los personajes emergieron de forma maravillosa. Yo no lo sentí como lo hizo el público en su momento, pero ahora, cuando veo esas imágenes en el tiempo, entiendo por qué fueron un punto de quiebre en mi historia.

6. Cuando los periodistas me preguntaban a qué personaje deseaba retratar, siempre respondía que a García Márquez. Un día, una revista le encomendó a mi agente que arreglara todo porque querían que retratara a Martin Scorsese. Ella estaba notoriamente más emocionada que yo. Siempre he tenido miedo de retratar directores de cine. Después de unos días, sin embargo, la llamaron para decirle que habían pensado que era mejor que yo retratara a un escritor. Me llamó apesadumbrada y dijo que me habían asignado a Gabriel García Márquez. No lo podía creer, el sueño se cumplía.

7. Para hacer la foto de Gabo, me fui casi seis días antes a México para arreglar detalles. Quería saber exactamente cómo llegar a su casa sin perderme y le escribí además una carta en pergamino en donde le confesaba lo especial que habían sido sus libros para mí. Cuando estuve frente a él –quien posaba simplemente con una ruana a cuestas–, tuve que encargarme de arreglarle el pelo y todos los detalles de su vestido, porque para ese entonces nadie me asistía. Como la foto se hizo en exteriores, él se paró sobre un baldosín rojizo que por la llovizna se había humedecido. Yo me resbalaba cada vez que iba intentar tocarlo y arreglar algo para la foto. En un momento me dijo: “Recuerde que uno no patina con los pies sino con la cabeza”.

8. Un fracaso... Me llamaron de una revista para fotografiar a Michael Jackson, y acepté con la condición de que se dejara llevar por lo que yo imaginaba. Él, sin embargo, tenía otras cosas en mente, y a pesar de mucho negociar, ninguno de los dos cedió ante el otro. Perdí la oportunidad de retratarlo.

9. Una de las imágenes que más recuerdo de mi regreso a Colombia, ya grande, fue abrir la nevera de una casa en la que me estaba quedando y ver una guanábana partida por la mitad. Fue un regreso a mi infancia.

Elementos y cuerpos


10. El pelo. Mi fascinación por el pelo viene de esos tiempos en que yo lo hacia todo, era mi propio maquillador y estilista, nadie me asistía. Eso de no tener quién me colaborara fue un regalo inmenso porque tuve que aprender cada uno de los eslabones para un retrato perfecto. Hoy le puedo decir al maquillador y al peluquero exactamente a dónde tiene que llevar a mis personajes. No es cómodo para ellos, pero me tengo que sentir libre para mover y tocar. Así es como aprendí a trabajar.

11. Las manos. En ellas se lee la persona, se ve su estado, su ánimo, es como la cara que te delata en el retrato. Creo que el gesto de las manos en una foto es crítico y me encanta que se sienta que van en armonía con todo.

12. La arena. Cualquier elemento que te dé un contexto diferente para el retratado, que le haga sentir en un ambiento extraño pero acogedor, ayuda mucho al resultado final. Esas fotos que en B Capital sin nada, no habrían producido ese sentimiento de extrañeza en los personajes que estaban posando. La fotografía es inútil sin la fantasía.

13. Las sillas y mesas. Vienen de mi infancia, todo fotógrafo tiene que tener sus armas. Las sillas y las mesas son las mías.

14. La luz. Tiene un sentido natural en mi obra de luz de ventana más amplia. Generalmente no es luz directa. Mi favorita es cuando no hay sol y hay nubes, así que trato de replicar un día nublado en mis fotos.

15. Los cuerpos en movimiento. Retratar cuerpos que bailan permite que se vea más el alma de la persona porque está mostrando cómo se siente. Si piensas en una persona que salta es interesante cómo lo hace, porque nadie lo hace igual, y si les digo que canten o bailen, es porque ahí se olvidan un poco de sí mismos y de ti como fotógrafo.

16. Los gitanos. Los hombres son más narcisistas y vanidosos, las mujeres tenían, por el contrario, mucho más abandono, más sentido de sí mismas sin importar la edad.
Los hombres, incluso los mayores, eran muy conscientes de su cuerpo, de su pose. Ambos, gitanos y gitanas, me entregaban lo mismo, solo que con ellos el proceso era diferente. A las mujeres las podíamos desbaratar totalmente y la sensualidad aún afloraba. Con los hombres el proceso era más lento.

Procesos

17. A pesar de que mis editores nunca están de acuerdo, siempre siento que cuando empiezas un proyecto se debe hacer con algo muy dramático. Hay que iniciar arriba para mantener ese mismo nivel durante toda la sesión. En los libros calculo muchísimo con qué personaje quiero abrir el repertorio, porque eso influirá en el destino del proyecto y en el equipo completo.

18. Cuando hago un proyecto realizo varios viajes; en el primero tengo que encontrar mi rumbo y mis limitaciones.

19. Poner un punto final a un proyecto ambicioso como un libro no es sencillo. Cómo poner un punto final a miles y miles de fotografías que has tomado. Creo que, en realidad, los puntos finales de mis proyectos están marcados por los horarios de publicación. Si fuera por mí, serían trabajos infinitos.

20. En mi fotografía hay dramatismo y fantasía, pero también paradoja y humor. Trabajamos muy duro pero siempre estamos buscando divertirnos.

21. Elegir los personajes para retratar en este ejercicio que hicimos para Capital B en donde miles de espectadores, a través de una polisombra, me iban viendo tomar fotografías, no fue más que una respuesta intuitiva a la reacción que me generaron. Eran personajes de Colombia del mundo de la moda que no conocía. Había visto sus fotos, pero estas no me influyeron mucho. Verlos vestidos me fue dando luces de qué quería hacer. Por ejemplo, a Brigitte la observé desde que entró a la arena, y pensaba… ¿Por dónde será, por dónde será que debo abordar este personaje? Quería encontrarle algo que fuera justo para ella, pero que a la vez la desafiara.

22. Cada vez que voy a emprender un proyecto me gusta tener cada detalle calculado
, solo así se puede estar verdaderamente listo para tener ese momento de suerte que buscas como fotógrafo. Si estoy desordenado es más difícil encontrar ese momento.

23. La transición de lo análogo a lo digital fue traumática y aún lo es. Todavía siento que no domino bien el mundo de lo digital. A pesar de eso, nunca volví a entrar a un cuarto oscuro, tal vez por eso se me ha convertido en un sueño que me acecha muchas noches.

24. Cuando hago retratos no me gusta mirar la pantalla de la cámara, solo sé que hay algo muy instintivo que me hace pensar que ya tengo la imagen que buscaba.