Adele

La diva blanca del soul

Camándula, 14/3/2012

Ganadora de seis Premios Grammy y dos en los Brit Awards, el fenómeno musical Adele sigue batiendo récords en el mundo entero.

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Elegante y robusta, vestida siempre de negro, con ropa anticuada al estilo vintage, como si fuera una ‘lady’, la cantautora británica Adele siempre sorprende cuando abre la boca. A la hora de cantar música pop, blues y jazz, sin necesidad de megashows ni escándalos mediáticos, su portentosa voz melancólica y sensual hace historia en el mundo de la música como una fiel exponente del neosoul, mientras crece la controversia sobre la categoría de su voz: ¿es contralto o mezzosoprano dramático? Lo que sea, todos quedan boquiabiertos.

A la hora de hablar, su lenguaje desabrochado y hasta grosero, y ese acento golpeado como de los bajos fondos que está de moda entre los jóvenes, deja perplejos a los amantes del idioma.

Nerviosa, auténtica y visceral, antes de presentarse en un club de la zona roja de Hamburgo ante 1.200 personas, Adele contó mientras fumaba y tomaba café con ‘Louis Armstrong’, su perro salchicha, arrunchado en su regazo: “Siempre vomito antes de cantar en vivo. El público me da miedo, se me revuelve el estómago y mientras más vomito, mejor canto. No me gustan las giras, me dan ataques de pánico”.

Sin embargo, quienes la vieron el 22 de septiembre del 2011 en el Royal Albert Hall ponderaron sus intervenciones entre canción y canción, salpicadas de carcajadas y sentido del humor, sus reflexiones en voz alta, sus historias con amigas que estaban entre el público, sus gestos y hasta sus palabrotas. Cuando ella cantaba, unos lloraban, otros se besaban y otros levantaban sus celulares con emoción. Dos meses más tarde, sus fanáticos hicieron interminables filas frente a las tiendas de música de todo el mundo para tener su Dvd o su Cd Live at the Royal Albert Hall, con el registro del día del concierto.

A la hora de actuar, Adele tampoco es una mansa paloma, como lo demostró cuando estaba agradeciendo los dos premios que obtuvo en los Brit Awards, al Mejor Álbum y a Mejor Artista Femenina, y el presentador James Corden la interrumpió porque su discurso era demasiado largo. Entonces, Adele sacó la mano, le hizo ‘pistola’ y salió entre aplausos y abucheos.

Sea que unos u otros tengan la razón, todos se rinden ante el fenómeno Adele, porque no hay duda de que es una mujer ordinaria con una voz extraordinaria. De personalidad contundente, aunque para muchos sus videos son lentos, aburridos y sin más escenografía que ella sentada como una matrona o mal parada frente al micrófono con expresión corporal de gorda, su voz ha batido todos los récords y su figura se ha impuesto tanto, que por primera vez la revista Vogue (marzo/12), la saca en su portada contradiciendo los cánones culturales según los cuales ser gordo y blanco es tabú, mientras que ser negro y gordo no lo es.

Resonancias
Adele Laurie Blue Adkins nació el 5 de mayo de 1988 en el distrito de Tottenham, al norte de Londres, hija de Penny Adkins, una adolescente soltera que trabajaba como masajista, y de Mark Evans, un fontanero del oeste de Inglaterra que las abandonó cuando ella tenía 3 años.

Adele pasó su infancia en medio de trasteos a edificios subsidiados por el Gobierno y cuenta: “Creo que por eso me encantan las mudanzas y actualmente no puedo quedarme en un solo sitio”. Desde niña le encantaba ser el centro de atención cuando su madre y sus amigos se sentaban en la cama a oírla cantar, interpretar la guitarra y el clarinete, enfocada bajo las luces de las lámparas de su alcoba. A los 14 años cogió por primera vez un micrófono para cantar Rise, en una presentación del colegio, y le gustó.

Su escuela secundaria era bastante dura y, según ella, su principal meta era que las alumnas no quedaran embarazadas. Por eso audicionó con éxito en Brit School of Performing Arts & Technology, en Croydon, una preparatoria pública enfocada en las artes. “Era similar al programa Fama –cuenta– algunos chicos se la pasaban haciendo piruetas, mímica y vocalizando en el pasillo”. Su excompañero y actualmente guitarrista, Ben Thomas, recuerda: “Cuando Adele cantaba o tocaba, todo mundo enmudecía y quedaba maravillado”.

Un amigo suyo subió a MySpace tres canciones que Adele había grabado para su clase. Algunas disqueras enviaron correos pidiendo conocerla, pero ella los ignoró: “Pensé que se trataba del típico pervertido de Internet y no les hice caso”. Finalmente, su madre la convenció de que se entrevistara con un representante de XL Recordings, compañía que lanzó su sencillo Chasing Pavements.

En el 2008 Adele firmó un contrato que incluía una empresa conjunta entre Columbia Records y XL para incursionar en Estados Unidos, y se fue de gira por Norteamérica, donde la invitaron a participar en el célebre programa de humor de la televisión estadounidense Saturday Night Live: “Yo estaba en mi camerino y pensé, ‘si lo hago bien, esto podría convertirse en un hito para mi carrera’”. Cuando regresó a Londres estaba en el primer lugar en Itunes.

En el 2009 lanzó su primer álbum, 19, refiriéndose a su edad. La crítica aseguró que no perdurarían sus baladas melancólicas de un corazón roto en manos de un novio bisexual, pero ganó los Premios Grammy en las categorías de Mejor Artista Nuevo y Mejor Desempeño Vocal Femenino en un Disco de Pop.

A mediados del año, el álbum había superado las dos millones de copias vendidas en todo el mundo. Como todos sus temas están basados en sucesos y personas de la vida real, su segundo álbum, 21, está inspirado en su exnovio, el actor y músico británico Slinky Winfield o Sunbeam, diez años mayor que ella. “Él me convirtió en adulta, me animó a viajar, a escribir poemas y a leer novelas. Mi carrera era mi vida, pero yo tenía otro pequeño proyecto: nosotros dos, y eso me hizo sentir como una persona normal, que era justamente lo que necesitaba, porque me estaba volviendo loca”.

Después de vivir juntos durante un año en la casa de Adele, ella comenzó a quejarse: que él no era romántico, que no tenía iniciativa… Empezaron a discutir por todo, hasta que la relación terminó. “Todos mis amigos se pusieron felices porque él les parecía una mierda”, concluyó Adele, pero ella quedó desolada y empezó a grabar Rolling in the Deep. Estando en esas, se enteró de que Slinky se había comprometido y quedó tan devastada, que no volvió a salir con nadie. Pero el éxito de su álbum fue inmediato, con millones de copias vendidas. Según Rick Rubin, productor de cuatro canciones incluidas en 21, “cuando escuchas a una persona con el alma desnuda, las resonancias son inevitables”.

En noviembre de 2011, Adele canceló su gira para el 2012 y se sometió a una operación de los pliegues vocales. Después de un tratamiento exitoso, lejos del cigarrillo y del alcohol, logró recuperarse gracias al cariño y a los cuidados de su actual novio de 36 años, Simon Konecki, director de la institución benéfica Drop4Drop, que implanta programas para llevar agua potable a los más pobres. Él ha sido una fuente de inspiración que la ha hecho decir: “21 está inspirado en una relación basura. No volveré a escribir sobre el desamor, porque ya no soy una bruja amargada. Estoy enamorada”.

A los 23 años, Adele ya es una leyenda de ojos verdes, a quien persiguen los paparazzi, los escándalos y los chismes, como las supuestas fotos suyas en pleno acto sexual publicadas por la revista francesa Public, que Adele piensa demandar por falsas y difamatorias; o la polvareda que se levantó cuando dijo sin pensar que se iba a retirar durante cinco años para dedicarse a su novio Simon Konecki, y eran cinco días… o los rumores de que ella será una de las escogidas para cantar en los Juegos Olímpicos 2012, que se celebrarán el próximo verano en Londres.

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