El mar como obsesión
Revista FUCSIA, 12/3/2015
Hasta mediados de marzo se expone en la Galería Sextante la serie de fotografías Mar adentro de Adriana Echavarría. En esta oportunidad, la bogotana, residente en New York, usó de excusa la noche para retratar el mar y demoró tres lunas para lograrlo.

Foto: Paloma Villamol/15 - Foto:
En Mar adentro todas las fotografías se tomaron de noche. ¿Cómo fue ese proceso?
Es un manejo del iris totalmente distinto porque lo único que estoy usando es la luz de la luna, pero al mismo tiempo no la muestro porque lo que quiero hacer, más que una fotografía, es una obra de arte, casi una pintura. Alguien me preguntaba el otro día por qué me metí en fotografía y creo que tal vez fue porque tengo un sentido visual innato y siempre estoy componiendo con él.
No sé pintar y creo que la cámara fue lo que me permitió desarrollar mi lado artístico. Este proceso, que se hizo de noche, me dio un poco de miedo porque salía tarde y el mar se volvía más salvaje y misterioso, mientras yo me envolvía en la oscuridad. Pero lo hice en la noche porque quería un cambio, y siempre busco lo que para mí representa la imagen perfecta del mar, algo sublime. Me gustan las composiciones muy limpias, nítidas y con un orden.
¿En dónde las tomó y qué tanta intervención tienen?
A mí no me gusta contar porque yo creo que cuando uno dice de dónde es la playa piensa en el lugar y no en la imagen, pero normalmente las tomo en el noreste de Estados Unidos y estas son del sur de la Florida. En cuanto a la intervención, las fotografías tienen un poquito de contraste porque son muy oscuras –no son a blanco y negro, son a color todas–, hay unas que tienen saturación en dorado, azul o verdoso, pero de resto no tienen casi nada.
El mar ha sido un elemento repetitivo a lo largo de su carrera. ¿Qué representa para usted?
Cada vez es un descubrimiento. Los mares anteriores tenían colores más vivos, más pasteles, y esta es una obra totalmente distinta, en la que cada vez que estoy fotografiando estoy descubriendo un poco más del mar. Él representa una fascinación: es misterioso, tormentoso, es vida, es muerte, es todo. ¿Por qué nos vamos a la playa y nos sentamos ahí horas a mirarlo? Lo llevo muy adentro.
¿Cuándo se origina esa fascinación?
Llevo fotografiando el mar 20 años y creo que se volvió obsesión en la medida en que lo tenía más cerca. Yo camino mucho, me encanta la naturaleza, y en esas caminatas en las que llevo mi cámara salían unas imágenes que me fascinaban. Tal vez, de alguna manera, el horizonte también me cautiva y siento que va a ser un tema de toda la vida. Cada fotografía la veo de una manera distinta aun cuando sea el mismo mar.
Es un manejo del iris totalmente distinto porque lo único que estoy usando es la luz de la luna, pero al mismo tiempo no la muestro porque lo que quiero hacer, más que una fotografía, es una obra de arte, casi una pintura. Alguien me preguntaba el otro día por qué me metí en fotografía y creo que tal vez fue porque tengo un sentido visual innato y siempre estoy componiendo con él.
No sé pintar y creo que la cámara fue lo que me permitió desarrollar mi lado artístico. Este proceso, que se hizo de noche, me dio un poco de miedo porque salía tarde y el mar se volvía más salvaje y misterioso, mientras yo me envolvía en la oscuridad. Pero lo hice en la noche porque quería un cambio, y siempre busco lo que para mí representa la imagen perfecta del mar, algo sublime. Me gustan las composiciones muy limpias, nítidas y con un orden.
¿En dónde las tomó y qué tanta intervención tienen?
A mí no me gusta contar porque yo creo que cuando uno dice de dónde es la playa piensa en el lugar y no en la imagen, pero normalmente las tomo en el noreste de Estados Unidos y estas son del sur de la Florida. En cuanto a la intervención, las fotografías tienen un poquito de contraste porque son muy oscuras –no son a blanco y negro, son a color todas–, hay unas que tienen saturación en dorado, azul o verdoso, pero de resto no tienen casi nada.
El mar ha sido un elemento repetitivo a lo largo de su carrera. ¿Qué representa para usted?
Cada vez es un descubrimiento. Los mares anteriores tenían colores más vivos, más pasteles, y esta es una obra totalmente distinta, en la que cada vez que estoy fotografiando estoy descubriendo un poco más del mar. Él representa una fascinación: es misterioso, tormentoso, es vida, es muerte, es todo. ¿Por qué nos vamos a la playa y nos sentamos ahí horas a mirarlo? Lo llevo muy adentro.
¿Cuándo se origina esa fascinación?
Llevo fotografiando el mar 20 años y creo que se volvió obsesión en la medida en que lo tenía más cerca. Yo camino mucho, me encanta la naturaleza, y en esas caminatas en las que llevo mi cámara salían unas imágenes que me fascinaban. Tal vez, de alguna manera, el horizonte también me cautiva y siento que va a ser un tema de toda la vida. Cada fotografía la veo de una manera distinta aun cuando sea el mismo mar.