Moda
Gamer, sin género y techwear: así se viste el presente del futuro
La moda de mitad de año se reinventa en un lenguaje visual que combina estética futurista, nostalgia y formas de habitar el cuerpo desde lo urbano.

Funcionalidad, estética digital, fluidez de género y experiencias inmersivas. La moda ha dejado de ser solo una industria para convertirse en una interfaz entre cuerpo, tecnología y cultura. Lo que vemos en las pasarelas de Londres, Estocolmo, París o Tokio ya no se limita a siluetas o paletas cromáticas: son manifestaciones emocionales, sociales y políticas.
Y en 2025, las tendencias que más impacto generan reflejan un presente líquido, hiperconectado y profundamente híbrido. Es así como, por ejemplo, el estilo gamer está conquistando el streetwear. Lo que empezó como una estética de nicho en la comunidad techie, se ha convertido en un lenguaje visual dominante.

Prendas con gráficos glitch, siluetas inspiradas en avatares, textiles que emulan pantallas LED o interfaces pixeladas son protagonistas en colecciones recientes de marcas como Balenciaga, que presentó una pasarela completa ambientada en una distopía digital, y Diesel, que usó códigos QR funcionales en chaquetas y tops durante su desfile en Milán. Incluso en propuestas independientes como Han Kjøbenhavn o Hyein Seo, se evidencia la fascinación por lo virtual llevado al vestuario urbano.
La moda gamer también se mezcla con elementos del metaverso: siluetas que desafían la anatomía tradicional, accesorios inspirados en cascos, escudos o armas digitales, y colores como el magenta, el neón eléctrico o el cromo especular (un efecto de espejo pulido).

Genderless: identidad sin costuras
Más allá del concepto unisex, la moda sin género se ha consolidado como uno de los ejes éticos y estéticos de 2025. Firmas como Tanner Fletcher, Riley Studio, Wales Bonner, Palomo Spain y Collina Strada han demostrado que diseñar sin etiquetas binaristas no solo es posible, sino deseable. El género ya no se impone desde el diseño, sino que se construye desde quien lo usa.

Esto se traduce en prendas oversize, tejidos suaves que se adaptan a cualquier cuerpo, blazers con pinzas flexibles, vestidos usados por hombres en campañas editoriales, y faldas con bolsillos técnicos pensadas para la ciudad. La silueta fluye y la ropa deja de determinar el “para quién” para centrarse en el “cómo te quieres sentir”.
En plataformas como TikTok o Instagram, el contenido de moda sin género genera millones de interacciones, especialmente entre la generación Z y los centennials que no conciben el estilo como algo fijo, sino como una extensión de su identidad mutable.
Techwear emocional y experiencias inmersivas
La funcionalidad dejó de ser austera. Ahora, es narrativa. En 2025, el techwear incorpora tecnologías inteligentes y se vuelve emocional: ropa que cambia de color o temperatura según el estado anímico, tejidos que reaccionan a la luz o la humedad, y prendas con sensores que registran movimiento, frecuencia cardíaca o tono de voz.
Marcas como CuteCircuit, pionera en fashion tech, han lanzado vestidos que se iluminan con el ritmo del cuerpo, mientras que Vollebak trabaja con telas desarrolladas por la NASA y materiales capaces de resistir condiciones extremas. El techwear ya no es exclusivo de aventureros: se ha integrado al armario urbano como una declaración estética y existencial.
Además, las experiencias de compra y presentación de colecciones han cambiado: Louis Vuitton y Burberry han desarrollado tiendas inmersivas, y diseñadores como Iris van Herpen han llevado el fashion film a niveles cinematográficos, fusionando tecnología, ciencia y diseño en catwalks digitales.
Estas tendencias no son exclusivas de las grandes capitales. En Medellín, por ejemplo, se lanzó recientemente una colección que combina estética digital, códigos del streetwear y siluetas sin género. Se trata de The Shift, desarrollada por la marca Pilatos junto a Converse, como una apuesta por el vestir híbrido y funcional. Inspirada en la tecla “Shift” como símbolo de cambio, la propuesta dialoga con las tendencias globales desde un contexto urbano y latinoamericano.
La moda de 2025 no solo nos viste: nos interpreta. En un mundo atravesado por el algoritmo, la fluidez y la ansiedad colectiva, estas tendencias no son solo corrientes estéticas, sino herramientas para construir nuevas formas de identidad, pertenencia y resistencia. El futuro fashion ya llegó, y es gamer, emocional, sin género y profundamente conectado.