Home /

Familia

/

Artículo

Sicología

Entre más ricos, menos hijos

Luisa Ramírez G., 7/10/2012

La historia moderna ha presenciado un fenómeno interesante: a medida que las personas se vuelven más ricas, el tamaño de las familias se reduce.

Pantherstock. - Foto:

La razón de esta conducta no es clara y pareciera ilógica ya que otras especies se reproducen más cuando su ambiente y sus circunstancias mejoran.

Un trabajo publicado el pasado mes de agosto por el equipo de Anna Goodman de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres en la revista científica “Proceedings of the Royal Society”, sugiere que este comportamiento es “una locura” como lo reporta el diario “The Economist”.

La explicación es que las personas fluctúan entre dos estrategias. Una es la que los ecólogos llaman selección “r” (tasa de reproducción, del inglés “rate”) y consiste en producir descendientes pero invertir poco en ellos. Esto funciona en ambientes con alta mortalidad infantil. La otra denominada selección “K” (constante que refleja la riqueza del ambiente) consiste en tener pocos descendientes pero invertir en ellos lo suficiente como para que se conviertan en adultos muy adaptados y tengan éxito al competir por recursos y parejas, y que estos, a su vez, produzcan más nietos que sus contemporáneos menos nutridos.

Para comprobar esta teoría, la Dra. Goodman recurrió a un grupo sueco llamado “La cohorte de nacimientos de Uppsala”, el cual está compuesto por 14.000 personas que nacieron entre 1915 y 1929 en el hospital universitario de Uppsala. Cada uno de ellos y sus descendientes han sido rastreados por los sistemas de censo de ese país. Los datos recogidos incluyen los ingresos de cada persona, su estatus socioeconómico, cuántos hijos tienen y cuándo nacieron

Si la interpretación de los investigadores era correcta, debía existir una ventaja para los privilegiados a medida que las generaciones avanzaban. Y así lo confirmó el análisis de la Dra. Goodman. Sin embargo, dicha ventaja no se traduce evolutivamente.

Reducir el tamaño familiar pareciera, por lo menos a primera vista, crear descendientes más competitivos. A los hijos, nietos y bisnietos les iba mejor en el colegio, tenían mayores probabilidades de ir a la universidad y mejores ingresos de adultos. Lo que estas personas no tenían, por otro lado, era la capacidad de competir en el aspecto darwiniano más importante: la reproducción. De hecho, la tendencia a tener familias más pequeñas y socialmente exitosas hace que la contribución genética de sus descendientes al medio se reduzca.

Todo esto ha sido confuso para los biólogos. Si el comportamiento asociado a la selección “K” no genera los resultados esperados, entonces no debió desarrollarse. Sin embargo, hay otra explicación: el progreso que alimenta este tipo de selección funcionó en el pasado pero ya no encaja en el mundo actual.

En algunas partes del mundo condiciones como una mejor salubridad, un mayor acceso a la educación y una mejor nutrición casi han abolido la mortalidad infantil. Esto se traduce en una prevalencia de aquellos grupos que se reproducen más, es decir aquellos con selección “r”, sobre los que se reproducen menos buscando descendientes más aptos. La formación de harems, que hubiera sido una opción en el pasado para machos favorecidos económicamente, ya no es aceptada hoy en día. En otras palabras, las desventajas de la selección “r” han desaparecido.

El resultado es que esta transición demográfica puede ser el resultado de una incongruencia entre la psicología ancestral y el mundo moderno. En ese contexto, sería como si la epidemia de la obesidad, resultado de un apetito de la edad de piedra, se encontrara con la abundancia capitalista. A diferencia de la obesidad, sin embargo, las familias pequeñas no les hacen daño a sus individuos. De hecho, esta incongruencia puede ser lo que se interpone entre la humanidad y el desastre ecológico.