Carta a la chica fácil que llevamos dentro

Fucsia.co, 10/11/2014

En una sociedad en la que explorar la sexualidad sin involucrar sentimientos hace parte de los nuevos valores, nos preguntamos ¿qué tanto ganamos con el turismo de cama en cama?

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Muchas somos felices cuando se nos presenta el reto de ‘rehabilitar’ a un hombre perro, para llevar con honor la bandera del triunfo de que las ha abandonado a todas, por quedarse solo con una. Ahora, si un hombre se entera de que una mujer tiene muchas parejas en su haber y no se decide por ninguno, ¿se lanza a la aventura de hacer que los olvide a todos por quedarse con él? Segurísimo apenas se entere de su fama, sale corriendo.

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Por eso, muchas guardan en secreto su deseo –o su realidad- de pasar por varias camas, por explorar su sexualidad y no tener que involucrar sentimientos. Porque si se llega a saber, o lo viven sin el temor de ocultarlo, son tachadas de putas. De fáciles. De morrongas. De solapadas. Y muchas veces, la mayoría de comentarios son emitidos por las mismas mujeres.

Y tampoco hacemos una oda a la promiscuidad.
Quizás hoy más que nunca estamos explorando eso de la libre sexualidad y del amor de una noche para saber lo que ellos han podido tener por años, para hacernos las difíciles de ‘cazar’ y ser tan caradura, como muchos de ellos, de llegar hasta lo más íntimo con alguien y al día siguiente no volver a saber de él. Estamos buscando igualarnos en derechos y en experiencias.

Sin embargo, es posible que tarde o temprano, como individuos y como personas, como hombres y mujeres, seamos conscientes del vacío que ese turismo de camas nos deja. Y que haberle permitido a tantos –o a cualquiera- traspasar nuestro círculo vital, dejarlo llegar donde solo podría estar alguien que realmente se mostrara interesado y valorara ese derecho, solo deja una pregunta, ¿fue necesario?

Pero como la vida se trata de vivir y de explorar, no somos nadie para juzgar que una mujer quiera a muchos, a pocos o a ninguno. Pero si comprendiéramos lo que implica entregarnos a una sola persona y que esa persona haga lo mismo, que tener sexo con amor sabe millones de veces mejor,  y que, aunque seamos dueñas de nuestro cuerpo y nuestros gustos, somos templos, porque la cabeza, el corazón, el alma y el cuerpo que hemos venido nutriendo de experiencias, de intelecto, de sensibilidad a lo largo de los años, no es para desperdiciarlo en alguien que al día siguiente no recuerde ni cómo nos llamamos.

@soymanzanadulce