Se llama Laurie. Laurie Castelli. Se ha dedicado al cine, la televisión, la publicidad y las revistas. Vive entre Londres y Bogotá. Y aunque fue el caso de Natalia Ponce, quemada con ácido, el que lo inspiró para convocar voces femeninas y realizar un video, es realmente
la discriminación que tienen las mujeres en todo el mundo, -en Colombia o Inglaterra-, lo que lo movilizó.
Lee también: '4 periodistas, 4 manifiestos contra los ataques de ácido'
A este fenómeno él lo califica como
bullying. Matoneo, de hombres a mujeres y de las mujeres entre ellas. Asegura que a donde viaja, ve cómo las féminas que buscan levantar una voz, sentirse más fuertes y dictar sus puntos de vista, son asediadas o criticadas.
“No veo que sea un problema cultural, sino que pasa en todas partes, porque las mujeres que quieren ser independientes encuentran una resistencia. Esto es un caso extremo de bullying. Las mujeres son la mitad de la población del mundo y están aisladas”, dijo en una conversación telefónica desde Londres a
Fucsia.co
Lee también: 'Los rostros desfigurados de la barbarie'
La convocatoria se abrió en Facebook y entre quienes asisten a las clases de yoga de su esposa Ana Muriel. Esperaban una cifra cercana a las 25. Llegaron 85 y el video incluye 75 testimonios. Y aunque las frases estaban previamente escritas, la riqueza del video final la dan las interpretaciones, la esencia que cada una le añadió a ese papel. Lejos quedaron de recitar y se unieron con sinceridad a esta pequeña c
ruzada que emprendieron dos esposos, agobiados por las aterradoras noticias de maltrato, que empieza por la misma conciencia de las mujeres sobre su posición.
“Mi sensación es que de distintos modos se ve la rabia de la masculinidad, del machismo contra las mujeres, pero surge en distintas formas dependiendo de la cultura, del país o del continente. En Inglaterra ahora mismo siento que el tema de feminismo ha tomado otra onda, porque hay la percepción de que a pesar de todas las luchas de los años 60 y 70, realmente no han ganado, porque al mismo tiempo, vemos hoy la objetivización de las mujeres.
Todavía hay una naturalización de la discriminación”, dice Laurie.