Estilo de Vida

“El arte de vestir la mesa es, sobre todo, el arte de convocar”: Beatriz Gallo, creadora de Casa Tiz

Redacción Fucsia, 8/5/2025

Entre vajillas heredadas, copas con historia y flores frescas, ‘Tiz’ invita a transformar cada comida en un acto de entrega, sin miedo a lo simple ni apego a lo perfecto. Su propuesta va más allá de las tendencias: se trata de volver a sentarnos, de compartir sin prisa y de encontrar belleza en el día a día.

Beatriz Gallo durante su participación en Heimtextil Colombia 2025, donde compartió su visión sobre la mesa como espacio de conexión y amor cotidiano. | Foto: Cortesía Inexmoda

Hace algunos días se llevó a cabo en Medellín una nueva edición de Heimtextil Colombia, la feria líder en textiles para el hogar y el diseño interior con un fuerte enfoque en la sostenibilidad. El evento contó con un gran número de expertos en decoración, diseño consciente y tendencias para el hogar. Entre ellos estuvo Beatriz Gallo, amante de la mesa y cocina, quien compartió una visión entrañable y accesible sobre cómo estos espacios pueden convertirse en actos de amor y conexión.

Mejor conocida como ‘Tiz’ en redes sociales, gracias a su entrañable emprendimiento, Casa Tiz, esta periodista, mamá y esposa ha logrado posicionar su propuesta como una fuente de inspiración para quienes quieren volver a hacer de la mesa un lugar de encuentro. Durante Heimtextil, nos sentamos a hablar acerca del arte de vestir la mesa, pero más allá del mantel y la vajilla, sobre la importancia de compartir, de usar lo que tenemos y de no temerle a lo simple.

Para ‘Tiz’, poner la mesa no tiene que ser complicado ni seguir tendencias: lo importante es crear momentos que convoquen. | Foto: Cortesía Inexmoda

Tu propuesta, y la de Casa Tiz, gira en torno a usar lo que ya tenemos a mano, sin enredarnos con modas o tendencias pasajeras, y poner en la mesa aquello que realmente nos haga sentir especiales a nosotros y a nuestros invitados. ¿Por qué crees que es tan importante volver a lo esencial?

Para mí es muy especial ritualizar cada momento, pero ritualizarlo no quiere decir complicarnos la vida, porque eso nos daría mucha pereza. Entonces, ¿qué inculco yo? Poner la mesa todos los días, ponerla bonita, usar absolutamente todo lo que tenemos. No se trata de comprar mil cosas nuevas ni seguir las tendencias. Si te gusta, perfecto, hazlo. Pero eso no es lo esencial. Lo principal es convocar, crear instantes únicos, unir familias, amigos, recordar a quienes ya no están o despedir a quienes se van. Y todo eso se puede lograr con una mesa que refleje nuestra personalidad.

Muchas veces se asocia lo sencillo con lo básico o lo aburrido, pero tú resignificas esa idea…

¡Totalmente! A veces me dicen: “Tus mesas son tan sencillas, qué lindas”. Y yo digo, ¿sencillas? Tienen todo lo que necesitan. No son mesas de eventos, aunque cada invitación es un evento en sí porque es importante. Pero mis mesas no intimidan. Y eso me encanta. Que sean simples y tengan lo necesario, nada más.

“La vida real no necesita decoraciones innecesarias. Con lo justo, se puede lograr una mesa cálida, bonita y funcional”, afirma ‘Tiz’. | Foto: Cortesía Inexmoda

Justamente, tocas un punto importante: el miedo que puede generar una mesa recargada. ¡Cuántas veces nos hemos sentido intimidados con tantos cubiertos y elementos decorativos innecesarios!

Cierto. Por ejemplo, a veces la gente pone sobre la mesa dos servilletas porque “se ve muy bonito”, y eso es como cuando tú vas a los almacenes de decoración y las camas están tendidas con cinco cobijas y 24 cojines: ¡no es práctico! La vida real no es así. Díganme, quién va estar tendiendo y destendiendo todo eso. Así que mi recomendación es que pongamos solo lo que vamos a usar. Si decides usar servilleta de tela, perfecto. Si es de papel, también. Pero no pongas ambas porque el invitado no sabrá qué hacer. Y eso incomoda. Y un consejo extra: los detalles simples, como flores frescas o velas que no huelan, embellecen y hacen sentir bienvenido a todo el mundo.

Sin duda, el objetivo principal de vestir la mesa va más allá de lo estético: se trata de convocar. En tiempos dominados por pantallas y distracciones, hemos perdido el buen hábito de sentarnos no solo para comer, sino también para compartir…

Por supuesto, compartir siempre será lo más importante. Valorar el momento, sin importar si el mantel es de lino o está arrugado. Lo realmente relevante es sentarnos y quedarnos, no apresurarnos a levantar la mesa porque “estorba”. A veces, ese es el mejor momento de una invitación, cuando la conversación más fluye. Y eso se da con cualquier menú, desde chocolate con arepa hasta langosta. ¿Qué luzca bien? Sí, pero es más esencial, convocar.

“Usarlo todo” es uno de los lemas de Casa Tiz: vajillas con historia, copas con memorias, objetos que hablan de quienes somos. | Foto: Cortesía Inexmoda

Y también es fundamental perderle el miedo a usar lo que tenemos guardado o a mezclar objetos que nos representan…

Uno de mis lemas en Casa Tiz es: “Usarlo todo”. Que las copas se quiebren brindando y los platos se desportillen usándolos. Y sigamos usándolos así. ¡Eso cuenta historias! Tengo vajillas con piezas despicadas que me recuerdan momentos como nuestra mudanza de Brasil a Colombia. Eso tiene un gran significado. Curiosamente, cuando comemos en Europa con vajilla vieja decimos, “¡qué belleza!”, pero si la vajilla viene de Bucaramanga o Medellín no le damos ese mismo valor. Hay que apreciar lo nuestro. En Colombia tenemos todo para poner una mesa divina.

A través de Casa Tiz has logrado compartir tus conocimientos con una comunidad hermosa. ¿Cómo ha sido para ti crear contenido online y conectar con tantas personas?

Casa Tiz fue una tabla de salvación, en ese momento de mi vida en que mis hijos ya estaban grandes y viviendo fuera, mi esposo se había jubilado, y volvimos a Medellín después de 35 años. Yo quería sentirme útil y compartir esa pasión. Nunca pensé en ser influenciadora. No vivo de esto, así que tengo la fortuna de poder hacerlo literalmente por amor al arte, por amor a los momentos en la cocina, a la mesa y a los rituales que nos marcaron como familia. Entonces, comencé a hablar de esto y la comunidad fue creciendo. Me llena el corazón ver cómo la gente se anima a redescubrir este arte.

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