Curiosos, emocionales y sin miedo a romper moldes: las nuevas generaciones valoran la libertad, la conexión y la autenticidad por encima de las etiquetas tradicionales.
En Colombia, los vínculos afectivos entre los más jóvenes están atravesando una transformación silenciosa, pero contundente. Atrás quedaron los modelos rígidos que dictaban cómo, cuándo y con quién debía amarse. Hoy, los menores de 25 años están eligiendo caminos más libres, más diversos y, sobre todo, más honestos. Un reciente estudio liderado por Gleeden —la app de citas no monógamas más grande de Latinoamérica— revela cifras reveladoras: el 83% de los jóvenes valora la exploración y la curiosidad en sus relaciones, el 77% prioriza la libertad sexual y el 75% considera la conexión emocional como un pilar esencial en sus vínculos.
Este cambio de paradigma no significa que el amor se haya vuelto superficial. Por el contrario, lo que está surgiendo es una necesidad de relaciones más auténticas, donde el compromiso no desaparece, pero sí se redefine. Para muchos, comprometerse ya no es sinónimo de exclusividad, sino de transparencia, negociación y respeto mutuo.
Sin embargo, el camino no es fácil. El 64% de los jóvenes admite que adaptarse a los cambios emocionales que traen estos nuevos modelos puede ser difícil, y un 58% reconoce sentirse juzgado por sus elecciones afectivas. La presión social, los tabúes culturales y la falta de referentes siguen siendo obstáculos importantes.
Aun así, la revolución está en marcha. Según el mismo estudio, el 48% de los colombianos ha tenido al menos una experiencia en una relación no monógama. Modelos como las relaciones abiertas (19%), las tríadas (15%), la polifidelidad (14%), el poliamor (12%) y la anarquía relacional (14%) ya son parte del imaginario colectivo. Pero también hay contradicciones: aunque la infidelidad sigue siendo la forma más común de romper la monogamia (31%), esto evidencia más bien una falta de diálogo que una falta de deseo por otras formas de amar. Como explica la sexóloga Flavia Dos Santos, “la gente no quiere afrontar esa conversación incómoda” y prefiere muchas veces mantener apariencias antes que hablar con franqueza.
A pesar del avance, aún reina la confusión: el 59% de los encuestados sigue confundiendo no monogamia con engaño. Es aquí donde aparece una necesidad urgente de educación emocional. De aprender a nombrar, a negociar, a escuchar. Porque el problema no es querer distinto, sino no saber cómo expresarlo. En Colombia, los mayores desafíos para que estas nuevas relaciones prosperen son la falta de comunicación (44%), la gestión emocional (27%) y el establecimiento de expectativas claras (28%). A diferencia de países como México o Argentina, donde los principales conflictos están ligados al respeto de acuerdos, aquí el reto está en hablar desde el corazón sin miedo ni prejuicios.
El futuro del amor en Colombia será, sin duda, mucho más plural. El 42% de los jóvenes cree que predominarán los modelos relacionales diversos, el 28% apuesta por la soltería o los vínculos afectivos mediados por la tecnología, y solo un 5% sigue creyendo que la monogamia tradicional tendrá el mismo peso que antes. Lo cierto es que estamos ante una generación que no teme explorar ni cuestionar. Que no quiere amar igual que sus padres, pero sí hacerlo con la misma intensidad. Que entiende que el amor no es un molde, sino un espacio en construcción. Porque hoy, más que nunca, amar es un acto de libertad.