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Belleza salvaje
Como un tributo póstumo a Alexander McQueen, el Costume Institut organizó en el Museo Metropolitano de Nueva York una de las exhibiciones más importantes que se haya hecho hasta ahora acerca de la moda, abierta hasta el 7 de agosto.

Estructurada alrededor de las emociones, esta exhibición expresa los aspectos más profundos y a veces tenebrosos de la imaginación de Alexander McQueen, el diseñador británico fallecido hace unos meses, quien saltó a la fama con la colección que creó para graduarse en la Universidad de Central St. Martins de Londres, en 1992. Conocido por las presentaciones extravagantes y dramáticas de sus colecciones, hizo de la moda un arte en el estricto sentido de la palabra. El curador del Costume Institute, Andrew Bolton, dice al respecto que “su moda era un desfogue para sus emociones, una expresión de los aspectos más profundos de su imaginación. Era un romántico auténtico, al estilo Byron, el poeta inglés. Canalizaba su talento y su saber hacer de una manera sublime”.
Las prendas, todas icónicas, son cerca de cien, además de 70 accesorios que se podrían catalogar como la expresión de un artista que usó las prendas de vestir y los accesorios como el lenguaje de su alma de artista.
Dividida en seis secciones, cada una de éstas cuenta una historia y produce emociones diferentes. Hasta el día de hoy no me puedo olvidar del impacto que me causó. Personalmente, fue una experiencia única que disfruté a cada instante y que recomiendo encarecidamente, pues si alguien quiere entender el verdadero significado de la moda y su esencia como expresión del alma, debe verla.
Romantic Mind
El primer espacio, Romantic Mind, está hecho de concreto y se inspiró en el primer taller donde el diseñador estableció su Casa. Alexander McQueen se entrenó en Saville Road, la calle de los sastres más famosos del mundo, por eso, era un verdadero genio del corte y la construcción de una prenda, y allí se puede admirar esa perfección que se acomoda a las formas del cuerpo como si fueran un guante.
Romantic Gothic
El Romantic Gothic and Cabinet of Curiosities muestra un tratamiento de espejos envejecidos en las paredes y evoca la obra del escritor Edgar Allan Poe, The Fall of the House of Asher. Y es que McQueen decía que él era el Edgar Allan Poe de la moda. Se puede decir que era un historicista, pues la historia es la que define cada una de sus colecciones. Por ejemplo, se inspiraba continuamente en el siglo XIX, en el gótico victoriano, una mezcla de romance y horror, así, lo gótico y el culto a la muerte eran temas recurrentes en su trabajo, que marcaba un mundo de opuestos en el cual la liviandad anda de la mano de la pesadez, y lo tenebroso, de la luz. Este factor era el que creaba una energía, una emoción intensa, en sus desfiles, sensaciones que lograron ser plasmadas en esta exhibición, en la que los accesorios son su caja de abalorios, su divertimento: zapatos con escamas, mariposas que vuelan eternamente por encima de la cabeza, un sombrero en forma de jaula del que salen ramas pintadas de rojo como lanzas manchadas de sangre detrás de los barrotes; hay accesorios con aspecto sadomasoquista, objetos con un enfoque atávico y fetichista.
Romantic Nationalism
Romantic Nationalism también tiene un ingrediente autobiográfico que busca reflejar la identidad de McQueen, su herencia escocesa, pues para él sus raíces eran todo. Estas prendas exploran el pasado turbulento de Escocia, por ejemplo, el tartán, que usó por primera vez en la colección Highland Rape Otoño-invierno 1995-1996, inspirada en las rebeliones de los jacobitas, las guerras entre Inglaterra y Escocia. Muestra unos maniquíes semidesnudos con manchas de sangre –la huella de los horrores de la guerra– en contraste con la visión romántica que se tiene de Escocia. Pero, a pesar de sus declaraciones nacionalistas, el diseñador se sentía intensamente conectado con Inglaterra, con Londres, específicamente, donde creció. Materiales como el tafetán rojo o el terciopelo bordado con hilos dorados, siempre en contraste con el tul, la muselina y la gasa, simbolizan el imperio; el tartán y el encaje son el alma de Escocia.
Romantic Exoticism
En Romantic Exoticism, la sensibilidad de McQueen va más allá del tiempo y el espacio que lo rodea, de su ser británico. Como sucede con muchos de los diseñadores, lugares como India, China, África y Turquía exaltaban su imaginación. Japón le significó mucho en su momento, no sólo desde el punto de vista temático, sino estilístico. El kimono se convirtió en una prenda que él reinterpretó infinidad de veces, y a propósito de ello decía: “Mi trabajo va a ser tomar elementos del bordado tradicional, de la filigrana y de la artesanía de todos los países del mundo. Voy a explorar las artesanías, los diseños y los materiales y los voy a interpretar a mi manera”.
El cine también era su fuente de inspiración, lo mismo que el arte contemporáneo. Todo daba lugar a las contravenciones, por ejemplo, el cuerpo humano en sus manos sufría toda clase de contorsiones para expresar esos sentimientos contradictorios que fueron su leitmotiv, contradicciones que lo llevaron a crear sus propios ideales de belleza.
Romantic Primitivism
Romantic Primitivism es uno de sus temas recurrentes, que exploró en diferentes colecciones a lo largo de su carrera. Para él, éste era el regreso al ideal del buen salvaje que vive en armonía con el mundo que lo rodea. Su trabajo, siempre original, era una reacción a la propuesta de otros diseñadores que romantizaban lo étnico. Y, aunque él se inspiraba, por ejemplo, en los Masai, utilizaba una serie de materiales imposibles de costear para un africano. Muchas de esas piezas las exhibía con modelos untadas de barro, otras, como el abrigo hecho de pelo sintético o el vestido con la falda hecha de pelo de caballo, eran consideradas piezas fetiches. La narrativa de McQueen glorificaba el estado natural y se inclinaba a pensar que este tipo de seres humanos eran más puros, con una moral auténtica que no se había contaminado con los artificios de la civilización.
Romantic Naturalism
En Romantic Naturalism está presente la naturaleza, su mayor fuente de inspiración. Tierra, mar o aire, cada elemento le aportaba miles de ideas que con su infinito talento lograba plasmar en una tela, en un accesorio o en una prenda. Aunque fue también el tema central del movimiento del Romanticismo que mostraba a la naturaleza como arte en sí, para McQueen, que compartía esta opinión, el concepto iba aun más lejos, era la incubadora de ideas que le permitía imaginarse una colección como la Atlántida de Platón, donde la naturaleza era suplantada por la tecnología.
Esta colección es una evocación de lo sublime desde el punto de vista del Romanticismo: la naturaleza es un arte en sí misma. Pero también es su visión del futuro de la moda que, sin duda, adquirió un nuevo significado a través de la poderosa imaginación de este diseñador que entró a formar parte de la historia de la moda en el momento cumbre de su producción artística.