Maestros Ancestrales 2018

La sabrosura del Chocó

Por: Natalia Salgar – @fortunafortunata, 19/9/2018

Descubre de primera mano cómo fue la experiencia de los diseñadores en las comunidades del Chocó en el marco de Maestros Ancestrales 2018.

Foto: Patricia Castellanos - Foto:

A la experiencia en el Chocó llegué un poco más centrada, pues ya sabía cómo funcionaba, porque los días anteriores habíamos estado compartiendo con las comunidades de Putumayo. Sin embargo, esta experiencia fue absolutamente diferente.

El año pasado ya habían trabajado con las comunidades en el Chocó (Casimiro, Wounaan Pubhur, Urada y Villa Nueva) y por esta razón algunas personas del equipo ya sabían sobre ellos. Sin embargo, este año no pudimos trabajar en campo, pero de igual forma nos reunimos en otros lugares para poder llevar a cabo los talleres de co-creación entre los diseñadores y los artesanos.

Iniciamos el recorrido con una experiencia única de recorrer el río Atrato en chalupa y ver los paisajes del pacífico colombiano e iniciar la sensibilización en un entorno diferente para los diseñadores que nos acompañaron en este viaje.

(Foto: Patricia Castellanos)

Uno de nuestros encuentros fue en el convento del Chocó, en donde conocimos a los artesanos que iban a hacer posible las colecciones que serán presentadas en B Capital. En un principio no estuvo del todo fácil entablar una conversación, porque algunos de ellos no hablaban español y algunos otros eran un poco tímidos. Toda mi vida he creído que una sonrisa todo lo combate y por esa razón me dediqué a sonreír MUCHO para que las personas se sintieran seguras conmigo y pudieran abrirse un poco… y ¿adivinen? ¡Funcionó! Cuando nos dejamos de protocolos y solo nos expresamos con sonrisas, el universo se encarga de que todo fluya.

Los diseñadores intentaron entablar con ellos conversaciones sobre sus vidas, los consintieron con dulces y café recuperadores de vida, para que ellos entendieran que el fin del proyecto era un tema de dos, en donde el trabajo en equipo era fundamental. Las relaciones se fortalecieron tanto, que al final de la experiencia algunos de los artesanos se llevaron algunos productos de las diseñadoras y ustedes no se imaginan la emoción que se vivía al verlos felices con sus bolsos, estrenando y modelando sus nuevas adquisiciones.

(Foto: Patricia Castellanos)

En Chocó, los artesanos tenían algunos símbolos en su cuerpo, los cuales son hechos por ellos mismos con una tinta extraída de plantas naturales. Se dice que las duraciones de estos tatuajes naturales expresan la estabilidad de las relaciones en la vida; obviamente, decidimos ser parte de la tradición y en mi caso en particular, la señora Marleny me tatuó algo que ella creía que debía dibujar en mi brazo… Dibujó el anzuelo de un pescador, que si mal no recuerdo significa la fuerza para atraer lo que queremos y gracias a la vida no se me quitó en un mes. (Claramente habría quedado traumatizada si su duración hubiera sido mínima. ¿Cómo no creer en tradiciones de personas que la tienen tan clara en la vida?)

Otro aspecto que me marcó muchísimo del Chocó, fue su sabrosura y sazón. Y cuando hablo de esto no me refiero solamente a la comida… existe música y sonrisas las 24 horas del día, es como si fuera la ciudad de Colombia que no duerme y es aún más impactante ver cómo viven con tantas ganas, cuando el gobierno los tiene tan olvidados. De ellos me queda, esas ganas por vivir siempre alegres, sin importar nada, cuando hay tanta vitalidad y alegría el resto no es un problema sino todo se les convierte en un reto.

La temperatura era alta pero nosotros nos encargamos de conocer profundamente a los artesanos, tanto así, que en uno de los días de trabajo tuvimos la fortuna de llevar a una mujer al hospital porque iba a tener un bebé. Las relaciones se unifican cuando empezamos a pensar con empatía y ella siempre se sintió muy segura con todo el equipo.

(Foto: Patricia Castellanos)

La experiencia fue incomparable, porque las comunidades del Chocó tienen tradiciones, pensamientos y maneras de ser diferente a las comunidades en Putumayo, lo cual es absolutamente normal. A veces creemos que por el hecho de que sean indígenas todos, entonces su esencia es la misma. La vida se encarga de mostrarte que todas las personas, son un nuevo universo por explorar y con ellos aprendimos nuevas tradiciones y personalmente hasta aprendí a decir mi nombre en su lenguaje que se pronunciaría algo como “Mu trubata Nati”, es decir, “Yo me llamo Nati”.

Los turbantes, las parumas, la chirimía, la chalupa, el calor y el sazón de su gente hizo que todos volviéramos con amor eterno hacia el color, hacia la humildad, hacia la sabrosura y hacia el significado tan trascendental que tiene el usar un turbante y lo más importante, contagiados por siempre de la misma alegría como se oye una Chirimía Chocoana a plena luz del día.

¿Quieres saber cómo fue su experiencia en Putumayo? Descúbrela aquí.