Personaje

Así es Claudia López

Revista FUCSIA, 13/5/2014

Antes de hablar seriamente de política, de expresar sus propuestas para el Senado y de su reciente filiación a Enrique Peñalosa, Claudia López se sometió a una intensa producción fotográfica con FUCSIA.

Foto: © Il Retallack/14 - Foto:

Claudia López llega al estudio fotográfico de FUCSIA. Es mucho más baja de estatura de lo que sus múltiples fotos y registros en los medios lo dejan intuir. Tal vez como parte del público uno tiende a creer generalmente que los espíritus grandes requieren de cuerpos enormes para contenerlos. Pues a Claudia uno menudo y delgado le basta. Al conocerla, su carácter recio y crítico aflora de inmediato, sus posiciones fuertes y decididas se revisten de una calidez insospechada y sus ojos, muy claros, relucen.

La candidata de la Alianza Verde, que obtuvo en las pasadas elecciones más de 80 mil votos para el senado sobrepasando a Navarro Wolf, aceptó ser la portada de la edición de FUCSIA que se adentra en el universo femenino, esta vez para indagar acerca de su poder.

Aunque su reciente paso por la política ya la ha entrenado en los menesteres de una producción fotográfica, Claudia no se siente tan cómoda con los artificios de maquillaje y cambio de vestuario propios de una editorial, pero basta con que el equipo empiece desprevenidamente a acercársele y a lanzarle preguntas honestas sobre la realidad nacional para que ella olvide lo que está pasando en su cara mientras la maquillan, y se concentre en eso que inevitablemente es: una académica generosa que comparte sus conocimientos y sus reflexiones sobre política.

“Como investigadora y periodista desentrañé y revelé la faceta más oscura de la realidad colombiana reciente: las alianzas entre políticos, narcos y grupos criminales. En tanto, como candidata me tocó ver el reencauche y la reelección a punta de mermelada gubernamental de muchos de esos políticos, una faceta menos violenta pero igual de perversa y costosa para la calidad de vida de los colombianos”, dice la senadora primípara que contesta con igual ahínco las preguntas que le lanzan la maquilladora, el asistente de luces y la editora, una actitud que hace que todos la sientan cercana y que más que percibirla como una honorable senadora, revestida con toda esa imagen distante y negativa que suelen mantener los políticos entre la gente joven, se convierta en una especie de compañera de clase inmensamente seductora.

Y es que frente a la lente del fotógrafo Il Retalack, vestida con un traje de corte masculino, como a ella le gustan, de blanco inmaculado y acosada esta vez no por los políticos corruptos que tanto le temen sino por unos focos de luz incandescentes, está parada justamente una mujer que se niega a dejar de ser estudiante. “Estoy cursando mi doctorado en la Universidad de Northwestern, en Chicago”, advierte.

Fue allá en donde comenzó a comprender que el principal problema de Colombia es que unas élites excluyentes, los armados y los corruptos, a pesar de que se confrontan se retroalimentan en un círculo vicioso que en conjunto obstruye la formación de instituciones democráticas en las regiones. “Por cuenta de ello, unos 15 millones de colombianos están sometidos al abuso y la ley del fusil del jefe guerrillero, de las Bacrim, el parapolítico o el ’ñoño‘ de turno.

 La ciencia política comparada y el rigor metodológico nos recuerdan que no somos la primera sociedad que enfrenta violencia, pobreza y corrupción. Otros también, y lo han podido superar. Podemos comparar esas experiencias para construir nuestro propio camino”, dice la senadora mientras intenta cruzar las manos de una forma menos rígida de lo que los medios le han solido permitir.

La manera tranquila como sobrelleva el paso de las horas, los cambios sistemáticos de camisas y zapatos planos, y las demandas del fotógrafo para que suba el mentón o baje un poco el hombro, hacen que además salga a flote una cierta modestia, como si al final, esa hija de un padre galanista enamorado de la causa y una madre sindicalista comprometida con los más humildes, no creyera del todo lo que le está pasando. “No planeé llegar hasta aquí. Fueron circunstancias que confluyeron hacia este camino. Hoy estoy sorprendida y conmovida. Nunca imaginé que iniciándome en estas lides iba a recibir un respaldo tan generoso. Me parecía superdifícil ser elegida y siempre creí que si acaso entraría raspando, de última”.

Las luces por fin dan una tregua, el fotógrafo le muestra a Claudia López alguna de las formas como la ha capturado y ella asiente tranquila ante el resultado. Regresa entonces a sus jeans y su camisa de rayas, pide una toalla para retirarse la máscara del maquillaje y termina una copa de vino blanco que le ayudó a soltarse un poco más. El equipo celebra el buen rato que ha pasado y ella, como si no hubiera tenido a cuestas una dura y extraña jornada, dice estar lista para lo inevitable: contestar una serísima entrevista sobre política.


¿Por qué después de todo seguir creyendo en la política?
Porque es la única forma de transformar nuestra realidad constructiva y colectivamente. Los que no estamos dispuestos a usar la violencia, el caudillismo o el populismo, tenemos que perseverar en la política colectiva y decente. Y usar nuestras oportunidades privilegiadas de educación, influencia y liderazgo para bien de nuestra generación y de los colombianos más humildes. Renunciar a la política es dejarle las decisiones sobre la paz, la justicia, la educación y la salud a los parapolíticos, a los ñoños, a los Uribe. Nuestro futuro es demasiado importante para dejarlo en semejantes manos.


¿Cuál es ese punto de quiebre que la hizo convencerse de entrar al ruedo político y lanzarse a la candidatura del Senado?
Investigar bandidos toda la vida me parecía frustrante. Me fui a estudiar un doctorado para ver qué podíamos hacer nosotros los ciudadanos para que esos bandidos no fueran los reyes. La clave es derrotar el clientelismo corrupto con política ciudadana limpia y construir instituciones que garanticen derechos y construyan equidad en todas nuestras regiones. Para lograrlo tenemos que ejercer una ciudadanía y política superactivas. Esas reflexiones las compartimos y nutrimos en “Pido la Palabra”, y por eso decidí ser parte de un proyecto ciudadano, decente, plural, de centro, que ayude a concretar esas oportunidades.


¿Qué es para usted el progresismo?
Una manera de ver el mundo y de asumir la vida; de reconocer que la desi-gualdad extrema mata la democracia y la dignidad humana, y que por tanto construir riqueza con equidad, respeto y valor por esa dignidad humana es a lo que debemos llamar “progreso”.

¿Qué cree que encarna para el electorado nacional que le dio más de 80 mil votos?
Encarno el cansancio de la política tradicional. Hay un hastío generalizado acerca de la forma tradicional de hacer política que vio en nosotros una alternativa decente para representar a los ciudadanos en el Senado.

¿Qué le diría a los descreídos de la po-lítica que no salen a votar y alimentan las altísimas cifras de abstención?
La abstención es una reacción natural de los ciudadanos a la frustración de la corrupción y el descrédito de la clase política. Sin embargo, es como pegarse un tiro en el pie antes de salir a correr una maratón, porque al no votar le dan más ventajas y facilidad a los políticos tradicionales y a los corruptos para quedarse con el poder.

¿Cuáles son los puntos principales en los que se quiere concentrar cuando se posesione como senadora?
Hice mi campaña sobre cinco puntos a los que me voy a dedicar: primero, derrotar la corrupción, eliminar la reelección presidencial, la reelección indefinida de congresistas, meter en cintura a la Procuraduría y fortalecer la justicia. Segundo, llevar seguridad y justicia pública a todo el país. Tercero, asegurar que todos nuestros niños tengan un efectivo acceso a salud, nutrición y educación de calidad desde preescolar hasta la universidad. Como cuarto punto, defender el agua, las fuentes de vida y el medio ambiente. Por último, cumplirle a la paz, que no es solo desmovilizar a las Farc sino, sobre todo, cumplirle con bienestar, calidad de vida y justicia a 15 millones de colombianos abandonados en las regiones.

La política está llena de decepciones. ¿Qué la alienta a afiliarse a la campaña presidencial de Peñalosa?
Trabajé con Peñalosa en su Alcaldía, como directora de Acción Comunal y alcaldesa local, luego me distancié por su cercanía con Uribe y en la consulta voté por John Sudarsky. Hoy veo a un Peñalosa reconciliado consigo mismo, con su compromiso de construir una política decente, sin alianzas indeseables y con propuestas concretas para construir una sociedad más igualitaria y en paz. Además ganó limpia y legítimamente la consulta. Lo apoyo por convicción y respeto a las reglas. Quiero que los jóvenes verdes y progresistas sepan que somos parte de un proyecto que se construye sin trampas y cumpliendo la palabra. Doy ejemplo y espero que el día que la consulta presidencial la gane un Petro y la mayor votación de Senado sea la de un no petrista, también se cumplan.

¿Hay algo que reconozca que le ha salido bien al presidente Juan Manuel Santos?
Santos ha sido una gran decepción. Sin liderazgo y convicciones, solo cálculos y ambiciones. Flojo para ejecutar y además se entregó a la corrupción y la politiquería para reelegirse. Sin embargo, el Presidente acertó en su apuesta por la paz, en la agenda, en el equipo negociador, pero el clientelismo y la corrupción son el camino opuesto a la paz. Por ese camino equivocado Santos no solo no es necesario sino que es un obstáculo para la paz.

¿En qué condiciones se sientan las Farc a negociar que pueda hacer pensar que este proceso puede ser exitoso?
Gracias al rechazo masivo y contundente de la sociedad a las Farc y al gran esfuerzo de nuestra Fuerza Pública es que las Farc están sentadas negociando. Respaldo el proceso y como ciudadana, como senadora y como parte de la alianza de Peñalosa en la Presidencia apoyaré que el proceso culmine con efectivas garantías de cumplimiento y no repetición. Lo que las víctimas y los colombianos esperan de la paz es que les cumplan a ellos, no solo a los desmovilizados. Que por fin haya justicia, equidad, desarrollo rural, garantías para competir, ganar y ser gobierno, y que por ello no maten ni tumben a la brava a nadie.

¿Un político o política que admire?
El asesinado presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy. Inspiró a toda una generación. Siento que estamos en un momento en el que tenemos que inspirarnos y comprometernos para ser la generación de la paz.  

¿Alguna prenda de su clóset que la empodere?
La ropa no empodera, ¡el amor empodera!