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El sexo casual decepciona a las mujeres

Revista Fucsia, 19/8/2008

Los encuentros pasionales de una noche están de moda pero recientes estudios demuestran que la sicología femenina no los resiste.

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Revista Fucsia
 
“Sacrifiqué los mejores años de mi vida en las garras del sexo casual”, apunta en sus memorias Dawn Eden, una ex groupie inglesa y actual periodista de 40 años, considerada la Biblia del rock, y con razón. Desde la adolescencia ella se convirtió en una fan afiebrada y profunda conocedora de este género musical, y ya como periodista se dedicó al cubrimiento de este tema que le ofrecía un bonus extra, pues se sentía muy atraída sexualmente por los rockeros. Así, durante varios años se embarcó en el proyecto de escribir un libro que describiera cómo eran sus vidas y, para ello, necesariamente, tuvo que acompañarlos en sus largas giras por el mundo. Fue el pretexto perfecto para, tras una entrevista o sesión de fotos, liarse con músicos de todas las edades, estilos y colores, en encuentros sexuales de una o dos noches.

“Como millones de jovencitas, nací en un mundo que nos animaba a explorar nuestra sexualidad. Ello nos era presentado prácticamente como un acto feminista”, recuerda. Al hablar así, Dwan se ubica como la hija de la revolución sexual que es, ya que su madre vivió el apogeo de los locos 60, una de cuyas herencias es el sexo casual, una práctica hoy en auge, pero también cuestionada, sobre todo por las mujeres. Todo comenzó en aquella mítica década, cuando Helen Gurley Brown, la famosa editora de Cosmopolitan lanzó una pregunta que hizo historia: “¿Puede una mujer vivir el sexo como un hombre?”. “Sí”, fue su respuesta, “porque, como el hombre, la mujer es una criatura sexual”. A raíz de ello, revistas femeninas como la propia Cosmopolitan se llenaron de artículos como ‘Los nuevos trucos para el sexo’, que lanzaron a las mujeres de las décadas siguientes a los brazos de los hombres sin casarse y sin el miedo a ser llamadas prostitutas.

En sus andanzas como groupie y cronista del rock, Dwan Eden cumplió el sueño de una noche de pasión con sus ídolos, una ilusión acariciada durante años por millones de alocadas o liberadas jovencitas. Sin embargo, pese a que fue de las que gozó del privilegio de irse a la cama con los hombres más apetecidos de los salvajes años 80, hoy reniega de esa experiencia que la puso al borde del colapso emocional.

Cegada por cumplir a cabalidad la filosofía del amor libre en boga, no reconocía lo vulnerada que se sentía por parte de decenas de amantes que la despedían a los pocos minutos del placer o restregándole en la cara a una nueva amante. Más infeliz se sentía si el sexo había sido bueno, porque, pese a ser una convencida libertina, ello le hacía abrigar esperanzas de que la relación iba a prosperar. Pero esas ilusiones nunca se cumplieron y la escritora descubrió que la igualdad sexual entre hombres y mujeres no existe, al menos en cuanto a encuentros esporádicos se refiere: “Las mujeres no estamos hechas para eso, sino para crear lazos. Estamos llenas de vasos y necesitamos llenarlos. Por mucho que tratemos de convencernos de que no es así, el sexo siempre nos dejará vacías si no estamos convencidas de que somos queridas, que el acto sexual es parte de un gran cuadro en el que no sólo es amado nuestro cuerpo, sino todo nuestro ser”, escribe.

Tras hacerse consciente de esta y otras realidades de la sexualidad femenina, Dawn Eden optó entonces por la castidad y denunció en su autobiografía, publicada recientemente en Londres, lo que muchas jóvenes entre los 20 y los 30 años practicantes del sexo esporádico, en su opinión, tardan en intuir. Influenciadas por una cultura en la que quien no tiene sexo no está en nada y por productos como la serie de Sex and the City, ellas creen que la lujuria sin freno y con desconocidos es una escala en el camino hacia el amor o una forma de construir su personalidad o simplemente un estilo de vida que les confiere la aprobación de su grupo. “Es un engaño que les está haciendo daño a las mujeres, pues las hace vulnerables e incapaces de establecer verdaderos vínculos íntimos”. En efecto, en su caso, el trauma la llevó a una especie de limbo sentimental por muchos años, que le impidió hasta hoy cumplir el sueño de casarse.

Los resquemores expuestos por la autora, pese al poder de las tendencias, no son exclusivos de ella. Así lo dejó ver uno de los más recientes estudios al respecto, realizado por la Universidad de Durham, Inglaterra, entre 1.743 hombres y mujeres que tuvieron sexo de una noche. Mientras que 80 por ciento de ellos respondió haber disfrutado de la experiencia, sólo 54 por ciento de ellas lo encontró satisfactorio. En este grupo, no fueron pocas las que confesaron que accedieron a acostarse con el amante desconocido con la esperanza de que el lance desembocara en un eventual noviazgo. En consonancia con lo apuntado por Dawn Eden, la profesora Anne Campbell, quien dirigió la investigación, recalcó que “las mujeres, en el campo afectivo, todavía no se han amoldado a este tipo de relación”. Las entrevistadas, además, y pesé a que el sexo antes o por fuera del matrimonio dejó de ser un motivo de estigma para las féminas hace años, expresaron temor a que un encuentro de este tipo afectara su reputación. Y no pocas se sintieron usadas, poco apreciadas por los hombres y menos satisfechas, al punto de que ni siquiera llegaron al orgasmo.

Empero, nada de esto indica que el sexo causal esté al borde del fin y vive su máximo apogeo entre los que están por los 26 años. La Internet está llena de millones de millones de sitios para ese fin, especializados en este segmento de adultos jóvenes, entre los que ya no se habla de ampliar el ‘círculo social’, sino el ‘círculo sexual’. En efecto, el objetivo de ellos y ellas al integrarse a estas redes no es socializar, sino saciar la excitación que les produce ese aire de misterio que rodea el encuentro con un desconocido, así como su contenido de rebeldía. El sexo casual, así mismo, se alimenta del placer por el placer, y es por ello más propicio para desinhibirse en la cama y cumplir con esas fantasías que un amante conocido o perteneciente al mismo entorno no aceptaría. Y en el caso particular de las mujeres, su propia naturaleza puede ser la causa del ímpetu de salir a la caza de un amante fortuito. De acuerdo con el estudio mencionado, durante la fase de ovulación su deseo aumenta y con ello el sexo casual. Como lo sostiene Campbell, cuando las mujeres copulan con un hombre, piensan, así sea por algún momento, a menudo de forma inconsciente, en cómo sería él como factible padre de sus hijos.

En fin, el sexo casual está de moda, pero también lo está sacarle a relucir sus trapos al sol, como su responsabilidad en el aumento de los embarazos no deseados y las enfermedades de transmisión sexual incluido el VIH. Además, es una señal del espíritu cool entre las jóvenes profesionales de ahora, amantes del riesgo, pero también una comprobada causa de depresión entre ellas.

Por último, un estudio realizado por una conocida marca de condones, concluyo que así como Noruega es el país en donde más se practica el sexo de una noche, es también la tierra de la gente menos satisfecha sexualmente del planeta. Y hay un buen cúmulo de evidencia para concluir que, al menos entre las mujeres, tal frustración no es una coincidencia.