personaje

“La creación es una catarsis”

Por Laura Samper Blanco, 5/5/2010

La editora invitada de FUCSIA es Danielle Lafaurie, la hija y mano derecha de Olga Piedrahíta. Ella nos contó cómo fue el proceso de la historia de moda que hizo para esta edición.

danielle lafaurie, - Foto:

Danielle Lafaurie tiene ademanes suaves y una sensibilidad que se escapa por sus grandes ojos azules. Mira con detenimiento a la modelo que tiene enfrente, da un paso atrás y luego se acerca con delicadeza para cambiar un sombrero por otro. Está concentrada en el primer look de la historia de moda como editora invitada de FUCSIA y, como es apenas natural, quiere que todo esté impecable.

“Construyendo y reconstruyendo”, responde a alguien que le pregunta cómo va. Aunque es la primera producción completa que hace para una revista, es evidente que no es ajena a este mundo.

“Crecí entre retazos y haciendo accesorios”, dice Danielle. Ella cose desde los 5 años. Aprendió sola de tanto ver a su mamá, la diseñadora Olga Piedrahíta, y a las costureras de su taller. “Por eso nunca aprendí técnica“, confiesa. Y es que es a punta de intuición que Danielle ha seguido su proceso de evolución personal. Sabe que le apasiona el mundo de la moda, por eso, estudió Mercadeo de Moda en el Instituto Marangoni de Milán. Sin embargo, sin tener nada de experiencia en joyería, se atrevió a hacer una práctica por un año y medio en el Gem Palace de la Cuidad Real de Jaipur, en India. Esta Casa de joyas, fundada en 1852, es una de las preferidas por aristócratas como los Príncipes de Gales. Allí, Danielle experimentó con la variedad de posibilidades que tienen ciertos materiales y aprendió sobre técnicas milenarias de bordados y tinturas.
Con los movimientos delicados adquiridos después de años de bailar ballet, da un paso al frente, se agacha y retira una cadena dorada que una de las modelos lleva en el tobillo. Luego pregunta al resto del equipo de producción cuáles zapatos funcionan mejor para la próxima foto.

“Me gusta este tipo de ejercicio, en el que hay muchos creativos involucrados, porque me vuelvo como un esponja. Soy muy curiosa y me interesa conocer lo que otros tienen por decir que me pueda aportar”. Ha sido curiosa desde chiquita, cuando todo lo quería tocar y probar. Es precisamente ese rasgo de su personalidad al cual le debe parte de los proyectos en los que está trabajando en la actualidad.

“Si veo a alguien en la calle con un sombrero que me gusta, lo abordo, y le pregunto: ¿dónde compró ese sombrero?”, comenta. De esa forma ha dado con una serie de artistas jóvenes muy interesantes a los que ha dado un espacio creativo en la tienda de su mamá, a la vez que convierte la boutique no sólo en un almacén de ropa, sino en un espacio donde se encuentran diferentes tipos de objetos originales como accesorios, o medias.

Así le sucedió con Nicolás Bazzani, un bogotano que se radicó hace años en Nueva York, y junto a su esposa creó BazzdeGrant, una línea de joyas que ha tomado mucha fuerza en Estados Unidos. A ellos los conoció, por casualidad, en una exposición de joyas indias en Nueva York. Cuando le mostraron sus productos, Danielle supo que estaba ante algo especial y casi de inmediato le propuso a su mamá abrirles una espacio en su tienda en Colombia. Además de curiosa es creativa, por lo que no se limitó a traer las joyas y venderlas. Ella creó todo un evento alrededor de ese suceso. Transformó la boutique de su mamá en un espacio donde las joyas eran las protagonistas. Las exhibió como si fueran obras de arte, sobre peras de boxeo y panes gigantes hechos por Jacques, el pastelero.

“Para mí, la creación es una catarsis”
La primera vez que se dio cuenta de esto fue en su adolescencia, cuando terminó con un novio a quien quería mucho y su mamá la puso a hacer vitrinas para distraerla. Ella, sin darse cuenta, tomó unos alfileteros en forma de corazón que había por ahí y los empezó a llenar de alfileres. Al final del día, quedaron las vitrinas repletas de corazones clavados con alfileres, y Danielle se sintió un poco mejor.

Para esta producción, se inspiró en un encaje que llegó al almacén de su mamá. Un chantilly muy bonito que la hizo remitirse a un ambiente vintage con toque contemporáneo. Se imaginó un “vintage descontextualizado”, en el que el sentido final se va a dar después de probar e improvisar con varios elementos para ver qué sirve y qué no. “La suma de dos lenguajes te va a dar uno nuevo. Es como con los sabores: hay que experimentar”. Se ríe, y luego camina despacio hacia la modelo que ya está vestida con el segundo look, de los ocho que va haber en el día.